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El “proyecto Manhattan"

Gero Schließ (ER/CHP)5 de agosto de 2015

El “Proyecto Manhattan” costó casi tanto como el viaje a la luna. Más de 125 mil personas trabajaron febrilmente para construir la bomba atómica, antes de que lo hicieran los alemanes.

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Imagen: picture alliance/United Archives/WHA

Los Álamos es un lugar paradisiaco. Allí, Robert Oppenheimer dirigió el “Proyecto Manhattan”, con el que el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt se propuso ganarle a la Alemania de Hitler la carrera por construir la primera bomba atómica. El físico logró reunir a un grupo sin precedente de “mentes brillantes”, cuenta Heather McClenahan, directora del museo histórico local. Entre ellos se contaban Premios Nobel como Enrico Fermi, Niels Bohr y Hans Bethe. Finalmente llegaron a vivir allí 6.000 científicos y sus familias.

En laboratorios y plantas de producción repartidos por todo el país trabajaron más de 125.000 personas, señala McClenahan. Pero en Los Álamos estaba el centro de operaciones de este proyecto, cuya idea se desarrolló en el barrio neoyorkino de Manhattan y por eso adoptó esa denominación.

Prioridad absoluta

William Hudgens, que trabajó como químico en el equipo de Oppenheimer, cuenta en conversación con DW que “todos se conocían; no había jerarquías”. Era un grupo joven. La edad promedio era de 26 años. Hudgens recuerda que se celebraban muchas fiestas, pero, al mismo tiempo, el trabajo era duro: “A todos nos preocupaba mucho que los alemanes pudieran conseguir antes la bomba atómica, decisiva para la guerra”.

Robert Oppenheimer
Robert OppenheimerImagen: picture-alliance/AP Photo/J. Rooney

El “Proyecto Manhattan” tenía prioridad absoluta para el gobierno estadounidense. Los recursos eran prácticamente ilimitados. El presupuesto inicial, de 6.000 dólares, fue escalando hasta llegar en cinco años a 2.000 millones. Los Álamos tenía la tarea de construir, sobre la base de los resultados disponibles de las investigaciones científicas sobre el enriquecimiento de uranio y la depuración química de plutonio, una bomba que funcionara.

El lugar del ensayo

El 16 de julio de 1945 llegó el día en que había de probarse la bomba atómica. Se eligió la de plutonio, que era más compleja, entre otras cosas porque no se disponía de suficiente uranio enriquecido para fabricar una segunda bomba.

El terreno de prueba fue el White Sands Missile Range, a unas 200 millas de distancia. Un área gigantesca, con una superficie equivalente a la de Pennsylvania, Rhode Island y Washington DC juntos. 60 rancheros tuvieron que entregar sus tierras a las Fuerzas Armadas estadounidenses, indica Lisa Levin, funcionaria de relaciones públicas, en una visita guiada por el lugar. Allí donde fue detonada la primera bomba atómica de prueba, solo un monolito recuerda ese momento histórico. Del cráter no se ve mucho.

Reacciones en Los Álamos

Al mes siguiente del ensayo nuclear, las fuerzas estadounidenses lanzaron las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki. Muchos de los científicos involucrados se enteraron por la radio. Y se sorprendieron. Algunos habían dudado hasta el último momento de que las bombas funcionaran realmente. “La sensación predominante fue de alivio, pero no hubo una gran celebración”, recuerda William Hudgens, y explica: “No tuvimos ganas de celebrar algo que mató a tanta gente”. Pero considera que el lanzamiento también salvó la vida de millones de personas, al acortar la guerra. Y sabe que muchos de los científicos implicados comparten esa apreciación.

William Hudgens
William Hudgens.Imagen: DW/G. Schließ
Infografik Atomwaffen 70 Jahre nach Hiroshima Spanisch

Para Hudgens, el trabajo en Los Álamos fue una oportunidad excepcional y “lo mejor que pudo haber pasado” en su vida. Al fin y al cabo, esa bomba cambió al mundo. La evaluación de Robert Oppenheimer fue diferente: se cuenta que, en una conversación que sostuvo posteriormente con el presidente Truman en la Casa Blanca, dijo tener las manos manchadas de sangre. Las profundas dudas no lo abandonaron hasta su muerte.