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El reto de la migración a Europa

Mirra Banchón10 de mayo de 2005

Unidos en la diversidad, los europeos se encuentran unidos también en ciertos retos, como el de la migración. Los espacios comunes exigen soluciones comunes.

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Imagen: dpa Zentralbild

La migración es uno de los grandes retos que tiene que afrontar la Unión Europea. Paradójicamente mientras que los esfuerzos se dirigen a reforzar la "fortaleza europea" para evitar que llegue más gente, el viejo continente hace honor a su epíteto y posee la tasa de natalidad más baja del mundo. Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud, en Alemania, España, Suecia y Grecia el índice de nacimientos ha caído hasta el 1,4%,

Aparte de un (improbable) repentino incremento de nacimientos, la solución a la demografía europea la representaría, según analistas, una inmigración de más de un millón de personas por año. Sólo Alemania debería acoger un promedio de 500.000 jóvenes inmigrantes anualmente durante los próximos 30 años para lograr que no se llegue a los oscuros pronósticos de la Organización Mundial de la Salud para el año 2050.

Y aunque las olas de inmigrantes llegan a las costas de la fortaleza, los esfuerzos de los estados se encaminan mayormente a atajarlas, pues más allá de la inserción al mercado laboral –legal o no tan legal, como suele ocurrir en el ramo de la construcción y los servicios domésticos, en el caso de Alemania-, la migración debe ir de la mano con la integración. Además, con un mercado laboral y sistemas sociales en crisis –como lo es el caso de Alemania con más de cinco millones de desempleados- el miedo al inmigrante crece entre la población. El lema de "Unidad en la diversidad" vale para los extranjeros comunitarios, pero deja de ser simpático cuando de inmigrantes se trata.

El área europea

A estas alturas de la Unión Europea, la solución no puede ser encontrada unilateralmente. El que la UE permita a sus ciudadanos establecerse y trabajar en cualquier país de su región y que el Acuerdo de Schengen, que cumplió ya 10 años en vigor, permita la libre circulación, sin controles fronterizos entre los estados firmantes representa un reto en lo que a visados y permisos de residencia se refiere. Las amnistías para ilegales decretadas por España –una de las principales puertas a la Unión Europea- sublevan, por ello, a Alemania, mucho más parca y conservadora en lo que a modernización y flexibilización de leyes de migración se trata.

El porcentaje de extranjeros

Las estadísticas que maneja el ministerio del Interior alemán para la Unión Europea de los 15, en el año 2001, señalan que Alemania, con un 8,87% de extranjeros va por detrás de Austria con un 9,3%, que hace gala de una política de migración amable y que –después de la caída de la cortina de hierro- ha sido el destino de muchos inmigrantes provenientes de los países del este. También su cercanía a la región balcánica explica el alto porcentaje de bosnios, macedonios y yugoslavos. Cabe indicar que la población alemana representa el mayor porcentaje de "extranjeros" en Austria. Para el caso de Alemania, el alto porcentaje de población extranjera se debe, por un lado, a los programas de contratación de mano de obra del período de la postguerra, y por otro, a las leyes de migración existentes hasta hace poco, unas leyes que no favorecían mucho la integración vía nacionalización.

Por su parte, ex potencias colonialistas como Francia, Holanda y Reino Unido rondan un porcentaje 5% de población extrajera, una migración que ha procedido en mucho de sus propias ex colonias. Portugal contaba para 2001 con un 2,03% de población extranjera, Italia con un 2,53% y España con un 2,26%. En comparación al alto porcentaje de extranjeros en Alemania, estas cifras bajas llaman la atención. Si por un lado, por lo menos para el caso de España, se explican con varías amnistías a ilegales que han permitido luego su nacionalización dándoles de baja del rubro "extranjero", por otro, la masiva entrada de inmigrantes plantea un problema de censo y estadísticas.

Como fuere, la inmigración hacia Europa, más que un problema representa un reto, puesto que es a la vez fuente de problemas sociales y de seguridad como de diversidad y desarrollo. Es decir, más que mejores controles, a la Unión Europea le vendría bien lograr una política coherente que controle aceptando, de manera realista, la migración como una gran posibilidad.