El retorno de la vieja guardia
30 de julio de 2002Hace apenas unos años, las altas esferas de negocios comenzaron a poblarse de un nuevo tipo de ejecutivos: jóvenes, dinámicos, vigorosos, osados. Las canas cayeron en desuso en los sillones gerenciales, desde los que se trazaban metas cada vez más ambiciosas, alimentadas por los gurús de la globalización. Pero la crisis puso fin a muchas visiones. Ahora, todo indica que el péndulo viene de regreso.
En medio de una crisis, la gente busca seguridad. Las empresas también. Y paulatinamente retoman las riendas los antiguos jefes, sucediendo a sus propios sucesores. El "mercado empresarial" está a la busca de ejecutivos con experiencia, solidez y visiones realistas. Vuelven a imponerse los valores tradicionales como la fiablidad y el esfuerzo. Contraer deudas ya no se considera una virtud, sino un problema; las megafusiones han dejado de ser la receta universal de éxito, para convertirse en un riesgo. Lo mismo vale para las salidas a la bolsa. Y el riesgo ha dejado de estar "in".
El aval de las canas
El relevo en la cúpula del consorcio alemán de medios de comunicación Bertelsmann es sólo un ejemplo del vuelco que por lo visto se está operando en la mentalidad del empresariado. Thomas Middelhoff, de 49 años, era la encarnación misma de la "new economy", gestor de grandes visiones. Su sucesor, Gunter Thielen, 10 años mayor, representa en cambio una cultura empresarial más conservadora y promete continuidad, aunque a paso cauteloso. Los expertos consideran que, con él a la cabeza, quedarán por ahora congelados los planes de salir a bolsa ideados por su antecesor.
También en la cúpula de la Telekom alemana, la caída de Ron Sommer dio paso a un empresario de la vieja guardia: Helmut Sihler, de 72 años, ocupa la jefatura del consorcio interinamente, por seis meses. No está aún muy claro qué es lo que podrá hacer para sacar a la empresa del atolladero y reducir las deudas, pero lo avala la experiencia y justamente su edad, garantía de que no emprenderá aventuras temerarias.
Un fenómeno internacional
El fenómeno, desde luego, no se restringe a Alemania. También Francia vio apagarse de un día para otro la estrella del "niño prodigio" Jean-Marie Messier. Con 45 años de edad, el emprendedor ejecutivo tuvo que abandonar la jefatura del consorcio de comunicaciones Vivendi Universal. El legado de sus afanes expansivos: una deuda que asciende a cerca de 35 mil millones de euros. Ahora le corresponderá remar de regreso a su sucesor, Jean-René Fortou, de 63 años.
Los casos tampoco escasean en Estados Unidos. Por ejemplo, Ford colocó al frente de la finanzas del consorcio automovilístico a su ex-vicepresidente ejecutivo, Allan Gilmour, de 67 años. Tras pérdidas que superan los cinco mil millones de dólares, su misión consistirá en recuperar la confianza de los mercados financieros. General Motors, por su parte, rescató de la jubilación al septuagenario Bob Lutz, nombrándolo presidente para el área de Norteamérica. La lista ya es larga y quizá siga prolongándose, de afianzarse la tendencia actual. Por lo pronto, los mayores vuelven a ser codiciados en el frío mundo empresarial.