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El riesgo de suicidio en prisión preventiva

13 de octubre de 2016

El suicidio del presunto terrorista Jaber Albakr plantea preguntas. ¿Cómo pudo hacerlo ante los ojos de las fuerzas de seguridad? Las condiciones son draconianas, dice el experto en suicidios Johannes Lohner.

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Gefangener im Gefängnis Symbolbild Haft
Imagen: picture alliance / dpa

Deutsche Welle: ¿Cómo pueden saber los funcionarios de Justicia si un preso que ingresa en una prisión es un suicida en potencia?

 Johannes Lohner: Lo máximo que se puede hacer en materia de seguridad es atar al prisionero. Aunque esto es algo que requiere el permiso de un médico. El método consistiría en la fijación por dos puntos, con un brazo y una pierna atados al suelo mientras el prisionero permanece tumbado en un camastro en una habitación totalmente vacía. Puede imaginarse lo que supone esto para los presos.

Es algo que se puede hacer por fases, en aquellos momentos en los que alguien se encuentra en un estado extremo de emergencia, de psiquiatría aguda. Este tipo de inmovilización sólo funciona con la vigilancia de un guardia. Tiene que haber alguien físicamente presente, que esté sentado al lado del detenido en cuestión para poder intervenir inmediatamente en caso que la persona, por ejemplo, vomite o se esté ahogando. Este nivel de seguridad supone un esfuerzo enorme y muy doloroso para todos los involucrados.

¿Y si aún no cuentan con autorización médica?

El nivel de seguridad inferior es el internamiento en una celda de seguridad. Son bastante similares en la mayoría de cárceles alemanas: son espacios videovigilados en los que los inodoros, los lavabos y el resto de objetos están incrustados en la pared para que no puedan ser arrancados. De esta forma los prisioneros no pueden utilizarlos para cometer suicidio.

Cubiertos de almidón

El detenido sólo contaba con unos calzoncillos de papel, que se habrían desgarrado si hubiese tratado de estrangularse con ellos. La manta no puede ni inflamarse ni romperse. Incluso los cubiertos están hechos de almidón de maíz en vez de plástico. Incluso si los cubiertos fueran de plástico y a alguien se le ocurriese tragárselos, su vida no correría peligro pero si tendría que ser hospitalizado. Todas las prisiones importantes de Alemania tienen un hospital.

¿Cómo determinan los funcionarios de prisiones si un recién llegado es un enfermo mental o incluso un suicida?

Siempre se realiza un análisis de ingreso, centrado sobre todo en limitaciones físicas y enfermedades. También se examina si el recién llegado está bajo el influjo de drogas. En prisión preventiva existe un riesgo de suicidio muy alto, sobre todo en las primeras 24 a 48 horas tras el ingreso. Si nos fijamos en las estadísticas, al principio el riesgo es muy alto, aunque luego disminuye rápidamente. Ya en prisión, la probabilidad de que alguien se quite la vida es, según las estadísticas, significativamente inferior.

Medidas draconianas

Las medidas contra el suicidio son draconianas. Los detenidos, además de estar atados al suelo, tienen que sufrir que se enciendan las luces cada quince minutos durante la noche. Algo que puede conducir a una psicosis incluso a las personas más sanas. Cualquiera se volvería loco en una situación de este tipo. Añádase a esto que estas medidas se repiten durante horas, o incluso durante días. La privación del sueño es un tipo de tortura utilizado en Guantánamo. En el caso de los sospechosos de terrorismo detenidos en Bélgica, sus abogados renunciaron, entre otras cosas, porque consideraban que era inconcebible mantener un monitoreo constante sobre sus defendidos.

Una entrevista de Sabrina Pabst.