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El Sabbat judío y el medio ambiente

9 de abril de 2013

En el Judaísmo, la protección de la tierra y la responsabilidad del hombre están muy unidas. Jeremy Benstein, ecologista, antropólogo judío, explica cómo los mandamientos del libro sagrado se pueden aplicar al presente.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Deutsche Welle: La naturaleza tiene una influencia muy fuerte en muchas de las fiestas judías. ¿Cómo explica Ud. eso?

Jeremy Benstein: Por un lado, la Pascua Judía tiene lógicamente un profundo valor espiritual relacionado con la liberación del pueblo judío de la esclavitud y la redención en el mundo. Pero lo interesante es que muchas festividades judías también tienen que ver con temas del diario vivir, y muchas de ellas tienen aspectos medioambientales. La mayoría de las fiestas judías tienen una conexión con las estaciones del año, el ciclo lunar o nos conectan de alguna manera con la naturaleza.

Y la Halajá, o recopilación de las primeras leyes judías, también tiene un gran caudal de información acerca de cómo modificar nuestro entorno físico y de cómo lidiar con los problemas que llamaríamos ambientales; ya sea que hablemos de la reducción de la basura, la contaminación, preservación de la biodiversidad o cómo relacionarnos con la tierra o los recursos hídricos. Lo cierto es que se hacen muchas referencias a estos temas en los libros sagrados y mientras más se las busca, más se las encuentra. Si sabemos hacer las preguntas, nos damos cuenta de cómo, a través de los siglos, los pensamientos y las ideas al respecto se han desarrollado, aunque con frecuencia bajo diferentes términos y diferentes escuelas.

¿Dónde encontramos estas referencias?

Es difícil diferenciar, porque las referencias están en todas partes, empezando por la historia de la creación. En el Génesis, capítulo segundo, se dice que Dios creo al ser humano y lo trajo al jardín del Edén para que lo trabajara y cuidara; para servir a la naturaleza y preservarla. Se podría escribir todo un libro acerca de lo que esto significa. El capítulo primero del Génesis dice que dominemos la tierra. De ahí surge la pregunta de cómo conciliamos esto con el siguiente capítulo donde se nos dice que debemos preservarla.

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Jeremy Benstein es antropólogo medioambiental. En Tel Aviv, estudia la relación entre religión, cultura y sustentabilidad.Imagen: DW/Tania Krämer

En el Talmud, por ejemplo, hay una sección enorme conocida como “el orden de los daños” que regula el comportamiento humano y cómo nos relacionamos unos con otros. Sin embargo, a la mayoría de la gente no se le ocurre buscar información allí. Existen también muchas leyes que regulan el comportamiento del hombre hacia sus semejantes a través del medio ambiente. Por ejemplo, dónde botar desechos peligrosos, lo que en los tiempos del Talmud se refería a vidrios rotos o cosas rotas que podrían lastimar a otras personas. Aunque sean antiguas, estas regulaciones no están lejos de la realidad actual cuando vemos fábricas que vacían residuos tóxicos tanto en el aire como en el agua. Si el Talmud fuera parte de la legislación de hoy – no es que yo esté abogando por ello –, tendríamos leyes y regulaciones más estrictas para controlar la contaminación del aire y otros daños.”

¿Nos podría dar un ejemplo?

Existe un mandamiento muy valioso con relación al medio ambiente: “no destruirás”. Se basa en el Deuteronomio, capítulo 20, y significa que no se debe destruir ni se debe malgastar. El mandamiento original era no cortar árboles frutales en tiempos de guerra. Si se necesitaba madera para conducir una guerra o sitiar un pueblo vecino, estaba prohibido cortar árboles frutales para tal objetivo.

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Los frutales como este limonero gozan de una protección especial en el judaísmo.Imagen: DW/Tania Krämer

Se da una explicación amplia acerca de por qué no se deben cortar. Existen dos explicaciones ambientales posibles para ello: una es que la vida de los humanos depende, a largo plazo, de los frutos del árbol. Por lo tanto, no se deben perder beneficios a largo plazo por conseguir beneficios a corto plazo. La otra es que los árboles son inocentes y no son parte del conflicto. En otras palabras, si estamos conduciendo una guerra contra otros, nosotros no deberíamos involucrar a la naturaleza. Esto viene a ser un enfoque muy ambiental que, dicho sea de paso, no se ve respetado en el ámbito militar en estos tiempos contemporáneos.

¿Cómo se traducen estos mandamientos al mundo de hoy?

Lo que frustra a muchas personas es que en el judaísmo a menudo las enseñanzas tienen un origen muy arcaico y uno se pregunta: ¿qué tiene eso que ver con el reciclaje o la reducción de residuos hoy? Y la respuesta es que a lo largo de los siglos se ha desarrollado una posición al respecto. Las escrituras nos dicen que no debemos destruir nada en la naturaleza que sirva para mejorar nuestro bienestar a largo plazo.

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Las escrituras sagradas abordan muchos temas complejos que hoy siguen siendo válidos. Pero, dependiendo de la escuela religiosa y el enfoque, se interpretan de manera diferente.Imagen: imago/Xinhua

Esto llevó gradualmente a crear una conciencia ambiental. Por ejemplo, cuando se trata del derroche de recursos. Se supone que no se debe vivir una vida demasiado lujosa, si se puede vivir una vida austera, o más económica, para no desperdiciar recursos. Por ejemplo, un versículo del Talmud dice que se no debe dejar que una lámpara queme el aceite más tiempo del necesario. La idea detrás de este precepto es no malgastar los recursos energéticos innecesariamente y este es un atributo firmemente anclado en el judaísmo.

Algunos ambientalistas dicen que incluso el feriado semanal del Sabbat tiene un significado ambiental. ¿Es una manera moderna de verlo?

El Sabbat no cae exactamente en la categoría del medio ambiente. Sin embargo, hasta cierto punto contiene un elemento ecológico. Se podría decir que es ambientalista en el sentido de que se ahorra el consumo de los recursos físicos y naturales. Si miramos con cierta profundidad la estructura de nuestra sociedad, podemos ver que existe la explotación laboral y el subempleo en el mundo. Hemos creado una economía donde solamente interesa crecer. Nos obsesionamos por seguir produciendo y creciendo sin pensar en desarrollarnos, lo que no significa crecimiento necesariamente.

La idea de tener un día de descanso proviene del Sabbat y en el mundo ya es bastante común tener un día libre, y a veces hasta dos. En Israel estamos tratando de ir un paso más allá: tener un día en cual no se consuman bienes y no solamente se deje de trabajar. Tal vez deberíamos tener un día donde nuestra atención no esté en adquirir cosas, lo cual se acerca al ideal de lo que sería un Sabbat tradicional. Yo creo que el consumismo es algo que tenemos que considerar como un problema ambiental del siglo XXI.

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En Israel casi no hay botellas retornables. Contenedores para el reciclaje de botellas de plástico apuntan a contribuir a la protección medioambiental.Imagen: DW/Tania Krämer

Y si miramos a algunas de las restricciones sabáticas, que viéndolas desde afuera pueden parecer extremas o esotéricas, observamos que los judíos que cumplen con la ley se abstienen de usar máquinas de lavar ropa, máquinas de lavar platos y no utilizan el coche. El hecho es que no solo es un día de descanso para las personas sino también un descanso para el medioambiente. Todas las cosas que está prohibido hacer son cosas que tienen un impacto negativo en el medio ambiente, como por ejemplo, el uso de la electricidad y otras fuentes de energía que crean desechos y contaminación o cosas por el estilo. Así que el Sabbat, con todas sus dimensiones, es un día significativamente ambientalista.


Autora: Tania Krämer / CS
Editor/a: Emilia Rojas Sasse