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PolíticaEl Salvador

El Salvador: los Acuerdos de Paz no convencen a Nayib Bukele

14 de enero de 2021

El Salvador conmemora la firma de los Acuerdos de Paz con los que puso fin a una de las guerras más crueles de América Latina, pero la historia de éxito de la ONU no convence al presidente Nayib Bukele.

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Foto del evento de la firma de los Acuerdos de Paz de El Salvador en México
Imagen: picture-alliance/dpa/AFP

La paz concertada el 16 de enero de 1992 en El Salvador no solo estableció un proceso diferente en el país centroamericano sino que "puede considerarse un hito en la región que motivó mucho el proceso en Guatemala y los Acuerdos de Paz logrados ahí en 1994”, explica a DW la coordinadora residente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en El Salvador y Belice, Birgit Gerstenberg.

La funcionaria dice que "los Acuerdos de paz de El Salvador crearon un ejemplo para prevenir la reaparición de la violencia a través de intervenciones específicas: restablecer el respeto y la protección de los derechos humanos, la transformación del rol de los militares, la depuración de la Policía y el concepto de fuerza pública, el desarme, la desmovilización y la reintegración de los excombatientes, por un lado. Por el otro, negociar y establecer más justicia social e introducir garantías para la democracia”.

A juicio de la diplomática, la paz salvadoreña "dejó muchas lecciones para las futuras misiones en otros contextos”. Dentro de las enseñanzas, según Gerstenberg, "la transformación del rol y tamaño de las Fuerzas Armadas y la creación de la Policía civil son experiencias que se han reproducido en otros contextos en conflicto y han contribuido a la construcción de una paz sostenible. Contextos como Guatemala, Mozambique, Bosnia Herzegovina, Macedonia, Kosovo, Irlanda del Norte vieron también el éxito de la transformación de ex grupos armados en partidos políticos”, cuya base la dejó el proceso salvadoreño.

Bukele: "la guerra fue una farsa… como los Acuerdos de Paz”

Sin embargo, no todas las personas están convencidas de su éxito. El 18 de diciembre de 2020, Nayib Bukele encabezó un acto en El Mozote, lugar donde se cometió la peor masacre en América Latina de un Ejército contra una población desarmada cuyas víctimas fueron mayoritariamente niñas y niños. En ese lugar, y ante familiares de las víctimas, Bukele fue tajante: todo fue una farsa.

"La guerra fue una farsa. Mataron más de 75.000 personas entre los dos bandos –incluyendo los mil de El Mozote- y fue una farsa como los Acuerdos de Paz”, sentenció el presidente y, anticipando el posible rechazo de sus detractores recalcó que deshonraba los acuerdos: "sí, los mancillo porque fueron una farsa, una negociación entre dos cúpulas o ¿qué beneficio le trajo los Acuerdos de Paz al pueblo salvadoreño? (…) ¿Si los Acuerdos de Paz fueron tan buenos por qué no trajeron ningún beneficio para el pueblo? ¡Ah que se acabó la guerra! ¿Cuál guerra se acabó? 25 homicidios diarios había luego de la firma de los Acuerdos de Paz. La gente decía se acabó la guerra y empezó la delincuencia”, continuó el mandatario en un discurso televisado y transmitido también por redes sociales.

En efecto, El Salvador permaneció por décadas en las listas de los países con las tasas de homicidio más altas en el mundo. Durante la guerra civil, y según cifras que el mismo Bukele respaldó en su discurso, se perdieron unas 75.000 vidas entre 1980 y 1992 que el Informe de la Comisión de la Verdad para El Salvador atribuyó en su mayoría a los cuerpos de seguridad, grupos paramilitares y escuadrones de la muerte.

No obstante, estadísticas de la ONU detallan que -aunque la cantidad de asesinatos en los años posteriores a la paz son preocupantes- las cifras disminuyeron al comparar los doce años de la guerra con los doce años siguientes: de 1994 a 2005, El Salvador registró 59.555 homicidios intencionales y en los doce años posteriores (de 2006 a 2018) la cifra llegó a 51.585. Además, y aunque hay señalamientos de violaciones a DD.HH. por parte de los cuerpos de seguridad, la mayoría de estos asesinatos son atribuidos al crimen organizado.

"Por supuesto, aún hay enormes tasas de pobreza e inseguridad en el país y las instituciones siguen siendo sumamente débiles. Pero eso no se debe a los Acuerdos de Paz. Por el contrario, sin los acuerdos sería muy difícil, sino imposible, lograr avances en estas áreas en el país”, afirma a DW el director para las Américas de Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco.

El especialista en derechos humanos explica que la postura del presidente "revela un grado de demagogia y cinismo altamente preocupantes, pero no resulta sorprendente de un populista como Bukele”. Vivanco asegura que "en lugar de solucionar esta enorme deuda pendiente de las autoridades salvadoreñas con las víctimas, Bukele ha ayudado al Ejército a obstaculizar la labor de la justicia”, en el caso de El Mozote.

"No hay duda que el Estado salvadoreño tiene serias y numerosas deudas con las víctimas del conflicto armado y que el cumplimiento de los Acuerdos de Paz es un proceso inacabado, pero al catalogarlos como una farsa el Gobierno del presidente Bukele solo se aleja aún más de su obligación de resguardar su importante legado”, declara a DW Astrid Valencia, investigadora de Amnistía Internacional (AI) para Centroamérica. "Con las recientes declaraciones del presidente solo se incrementa la preocupación internacional que provocó el ostentoso despliegue policial y militar que se dio en la Asamblea Legislativa el 9 de febrero de 2020, hecho que nos recordó justamente las épocas más sombrías de la historia de El Salvador ocurridas en el contexto del conflicto armado”, agrega Valencia.

"Las palabras en un pódium no saldan las deudas que el Estado salvadoreño tiene con la sociedad en su conjunto y con las víctimas. En lugar de despreciar los Acuerdos de Paz, el Gobierno debería cumplir de buena fe sus compromisos internacionales en materia de justicia, verdad y reparación ante la inmensa tragedia que significó el conflicto armado”, expone la representante de AI. (chp)