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El sueño del oro en los Paralímpicos

Olivia Fritz/mb30 de agosto de 2012

El atleta alemán Heinrich Popow quiere oro. Después de bronce y plata en los Juegos Paralímpicos de Atenas y Pekín, el objetivo de este corredor, que tiene una pierna amputada, es llegar primero.

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Heinrich Popow, bronce en Atenas, plata en Pekín. ¿Oro en Londres?Imagen: picture-alliance/dpa

Quien se encuentre a Heinrich Popow en la calle debe mirar detenidamente para darse cuenta que tiene algún impedimento físico. Este atleta de 29 años tiene sólo una pierna; la otra, una prótesis, comienza en su muslo izquierdo. Cuando no tiene muchas ganas, el control de ésta última no es idóneo. “La arrastro entonces un poco y por eso se nota”, cuenta Popow.

Hace exactamente diez años le amputaron el muslo. En la escuela, jugando al fútbol, había recibido una patada. Siguieron semanas de dolores. Se hizo revisar, hubo diagnósticos fallidos. Finalmente, los médicos detectaron un tumor maligno en el hueso. La consecuencia: quimioterapia y amputación. Hasta hoy no queda claro si la patada fue el detonante del tumor o si éste fue descubierto a raíz de ello. Dada su actitud positiva, Popow opina que el tumor le salvó la vida. Se lo tomó con ligereza juvenil: “Ni siquiera me planteé la pregunta de si iba a sobrevivir. Pero no tenía mucha paciencia, no quería estar en el hospital y no poder moverme”.

Una prótesis, como un buen zapato

Popow vive desde entonces con una articulación mecánica por encima de la rodilla y una prótesis diseñada especialmente. Ésta, así Popow, tiene que quedar bien, como un buen zapato. Cada paso es controlado por ella, un chip especial se encarga de detectar las desigualdades del suelo y de nivelarlas. Esto ha permitido que su vida sea más agradable. “Ya no tengo que mirar todo el tiempo al suelo cuando ha llovido o hay desniveles. Puedo andar por el mundo con la cabeza erguida y mirar a los ojos a la gente”, subraya.

Para hacer deporte usa una prótesis especial sin ningún control adicional, semejante a la que utiliza el atleta olímpico Oscar Pistorius. En las prácticas, cada gramo se siente, no hay microchip, no es cómodo. Todo tiene que ser exacto. No es tan fácil como parece; “No puedes ponerte la prótesis y decir, bueno ella corre y yo con ella. Tú tienes que controlarla”, cuenta Popow, para quien Pistorius es un atleta excepcional y un gran embajador del deporte de minusválidos.

Heinrich Popow Leichtathletik
Heinrich Popow LeichtathletikImagen: picture-alliance/dpa

“Da igual si tienes una pierna o dos”

Pero Popow también es un buen embajador. Entrena en el Bayer  Leverkusen con atletas sin impedimentos. Entretanto, se pone más atención en este tema. “Antes se nos toleraba. Ahora se nos acepta como verdaderos deportistas. Da igual si tienes una pierna o dos”, cuenta. Suele entrenar en un grupo con muchachas. “¿A qué hombre le gusta que las mujeres le ganen? ¡A mí no!”, subraya.

Al principio, después de la amputación, entrenaba para acostumbrarse a su estado. Luego comenzó a sobresalir: medalla de bronce en 100 metros en los Paralímpicos de Atenas, plata en Pekín y oro en Nueva Zelanda. Además se llevó el bronce de salto largo en Atenas. Su rendimiento le trajo el puesto en Bayer Leverkusen y respeto general; no cambiaría su vida actual por nada, tampoco por tener otra vez dos piernas sanas.

Este atleta, que nació en Kazajistán, tiene mucha fuerza y a través del deporte ha ganado autoconfianza. Para las competencias en velocidad y salto de longitud en Londres 2012, tiene un objetivo claro: la medalla de oro. “Tercero en Atenas, segundo en Pekín. Es decir, tres, dos, uno”, subraya Popow y concluye: “La fuerza mental necesaria la tengo. Cuando estoy en la pista siento ganas de comerme a la competencia”.

Autora: Oliva Fritz/mb
Editor: Enrique López