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El sur global y un nuevo orden internacional

Alexander Görlach.
Alexander Görlach
24 de mayo de 2023

La cumbre del G7 en Japón puso en evidencia que el sur global no solo quiere más poder económico, sino también político, y un diálogo de igual a igual, opina Alexander Görlach.

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La cumbre del G7, en Japón.
La cumbre del G7, en Japón.Imagen: Susan Walsh/REUTERS

La invitación a Brasil, India e Indonesia a la cumbre del G7 evidenció notablemente el cambio ante el que se encuentra el orden internacional que conocemos. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, no fue a Hiroshima para convencer de apoyar su causa a los representantes de las democracias más ricas del mundo, que ya son sus aliadas, sino para ganar el apoyo de los líderes de los países que, en conjunto, son designados a menudo como el "sur global”.

India y Brasil han adoptado una postura distinta que el G7 frente a la invasión rusa de Ucrania, y no han respaldado los esfuerzos defensivos de Kiev y sus aliados.

Aunque cabe decir que ni Brasil ni India aplauden la guerra, porque esta también ha tenido secuelas negativas para ellos, hasta el día de hoy no han condenado al dictador del Kremlin, Putin, ni han secundado las sanciones iniciadas por Estados Unidos. Brasil e India han reclamado neutralidad, al igual que otros, como Turquía y China. Pero, en realidad, cada país se ha posicionado de una u otra forma, ya sea para beneficiarse de la guerra o, al meno,s para no sufrir perjuicios.

Los intereses del sur

Mientras Turquía sigue manteniendo relaciones tanto con Kiev como con Moscú, Pekín ha respaldado desembozadamente el punto de vista del Kremlin sobre la guerra, asumiendo incluso el lenguaje de Moscú y designando a las barbaridades cometidas por el Ejército ruso como "operación militar especial”. India, en cambio, importa petróleo de Rusia a precio rebajado, y se beneficia así del terror de la guerra. Cuanto más lejos está un país de Rusia, más probable es que se atenga a sus propios intereses y no quiera verse envuelto en un conflicto de las "grandes potencias” Estados Unidos y Rusia.

El Sur Global se rehúsa también a adoptar una posición en la confrontación entre Estados Unidos y China. Si lo hiciera, perjudicaría sus propios intereses, es decir, su desarrollo económico y social. Hay demasiado en juego: a fines de los años 80 del siglo pasado, casi el 75 por ciento del PIB mundial recaía en el G7. Hoy, la cifra ha caído al 41 por ciento. Tampoco la evolución demográfica de los países del G7 es alentadora. Entretanto, India es el país más poblado del mundo y la sexta economía más fuerte. Brasil está en el puesto número 12 e Indonesia en el 15.

Poder político

Ese poder económico ha de traducirse por fin en influencia política en el escenario mundial. Los países no se plegarán simplemente a las potencias establecidas, como lo hicieron quizás en el pasado. Sus líderes hacen notar también que el orden liberal, basado en reglas, no funciona para ellos si sus naciones no están representadas en los organismos que lo dirigen. Su demanda de reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, el Banco Mundial y el FMI, se volverá más fuerte.

Alexander Görlach.
Alexander Görlach.Imagen: DW

Los países del Sur Global también hacen notar, con razón, que el tono moralista subyacente a muchas operaciones políticas de las potencias establecidas suena a farsa, en vista del proceder de facto de Estados Unidos. La invasión de Irak y el envío de armas a muchas dictaduras del mundo, permitido por Estados Unidos, son para ellos prueba suficiente de doble moral e hipocresía. Tampoco la era del colonialismo europeo en África y el Sudeste Asiático se ha olvidado.

De igual a igual

El distanciamiento de la prerrogativa occidental de liderazgo, que habría de basarse en razones morales, no significa automáticamente abrazar el modelo autoritario de Pekín. Pero las encuestas indican que la imagen de China en Brasil e India es menos negativa que en Australia y Alemania.

En el marco de la confrontación entre Estados Unidos y China, las potencias emergentes tienen dos posibilidades: o se alinean de alguna forma en el orden establecido, u optan por un nuevo orden. Por eso, en Brasilia y en Nueva Delhi se observa con interés el esfuerzo de Pekín de ampliar el radio de influencia del grupo BRICS (en el que India y Brasil juegan un papel importante) y de consolidar nuevas estructuras, como la Organización de Shanghái o nuevos foros como la cumbre de Asia Central.

Esgrimir argumentos y hablar de igual a igual, sin pretender dar lecciones morales, podría ser la única oportunidad de futuro para el orden establecido. El G7 ha dado un anticipo de cómo podría verse en el futuro un orden internacional liberal renovado. Hasta su materialización queda un largo trecho.

(ers/cp)