El Tercer Reich y la música
13 de octubre de 2004La yuxtaposición del arte oficial del período nazi y aquél denostado por el régimen de Hitler, es el hilo conductor de la exposición “El Tercer Reich y la música”, que se presenta en el Museo de la Música, en París. “Por primera vez será posible apreciar, lado a lado, la música de compositores como Hindemith, Schönberg, Weil y otros, calificada de “degenerada”, y la música de artistas que correspondían al ideal de “pureza” que buscaba el nacionalsocialismo, a la luz de sus clásicos favoritos, como Wagner y Bruckner”, explica Pascal Huyn, director científico de la exposición.
Los aplaudidos y los difamados
Las obras fueron puestas a disposición del Museo de la Música por 48 instituciones de Alemania, Austria, Bélgica, Suiza y Francia. La lista de piezas expuestas abarca desde pinturas, esculturas, fotografías y afiches, hasta partituras, archivos sonoros y películas. Por ejemplo, se pueden apreciar fotografías de la sede del Festival de Bayreuth con una iluminación de gala con motivo del quincuagésimo cumpleaños de Hitler. Tales imágenes demuestran la importancia que tuvieron durante el Tercer Reich dichos festivales, que se convirtieron en uno de los principales espectáculos mediáticos de la época. Por supuesto, la muestra incluye también algunas partituras originales de Wagner.
Como contraste se exhiben, por ejemplo, dibujos y caricaturas sobre Ernst Krenek y su obra maestra “Johny toca”. Esa ópera, que trata de un violinista negro, fue una de las piezas más tocadas en los años 20 y a su compositor le valió gran reconocimiento en el exterior. En Alemania, en cambio, se lo tildó de “bolchevique cultural” y, tras la llegada al poder de los nazis, se prohibió su ópera, de la que se pueden escuchar algunos fragmentos en la exposición.
Testimonios originales
También el jazz, las composiciones atonales, y las obras de Schönberg, Busoni, Schreker y Weill fueron presa de la censura oficial. Aparte de fotografías, la muestra incluye escenas de la “Ópera de los tres centavos” y de “Mahagony”, de Brecht y Weill, al igual que partituras originales de Schönberg y hasta una composición de Wassily Kandinsky, sobre la que se ven semicírculos entrelazados amarillos, rojos y azules. “Todas las piezas son documentos originales, entre ellos algunos que incluso en Alemania rara vez se han exhibido”, señaló Pascal Huyn, alabando la cooperación con los museos germanos.
En la última sala se encuentran documentos y dibujos procedentes de los campos de concentración de Theresienstadt y Dachau, donde estuvieron recluidos los compositores Viktor Ullmann, Gideon Klein y Hans Krasa, al igual que el dirictor Karel Ancerl. En Dachau fue donde nació el canto con que acaba la exposición, cuyo texto dice: “En este triste y primitivo campamento, rodeado por un muro de acero, parecemos vivir en una jaula, en medio de un gran desierto. El sonido de pasos y el ruido de las armas, guardias día y noche y sangre, gritos, lágrimas. La muerte espera a quien huya”.