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El valle de lágrimas socialdemócrata

1 de marzo de 2004

El partido socialdemócrata alemán aún no se repone de la ducha helada de las elecciones hamburguesas, que marcan el inicio de la nutrida agenda electoral del 2004. Malos presagios para el canciller Gerhard Schröder.

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El vencedor de Hamburgo y la negra sombra que proyecta para el SPD.Imagen: AP

Las elecciones regionales de Hamburgo confirmaron lo que las encuestas vienen prediciendo hace tiempo: que el partido socialdemócrata alemán se encuentra en un estado deplorable en lo que a popularidad respecta. Un 30% de votación en la ciudad hanseática representa en realidad una catástrofe, considerando que se trata de un baluarte histórico de la socialdemocracia alemana. La gran triunfadora, la Unión Cristiano Demócrata (CDU), no sólo logró elevar sus votos en forma notable a un 47%, sino que está en condiciones de gobernar sin aliados.

Las culpas de Berlín

Ciertamente, en cada comicio regional hay factores locales que inciden en mayor o menor medida. En el caso de Hamburgo, la popularidad personal del alcalde-gobernador, Ole von Beust, sin duda resultó clave. Por otra parte no hay que olvidar el escándalo que derivó en esta convocatoria anticipada a las urnas: la ruptura del jefe de gobierno con el socio menor de coalición, el partido del populista de derecha Ronald Schill. Esta figura, que anteriormente llegó a acaparar cerca de un 19% de la votación y luego se volvió políticamente insostenible, fue relegada ahora a la insignificancia. Su agrupación no logró el 5% necesario para quedar representada en el parlamento. Y muchos de los ciudadanos que otrora creyeron en sus promesas de orden y mano dura, se volcaron ahora hacia la CDU.

Pero ello, por si solo, no alcanza a explicar las dimensiones de la debacle socialdemócrata. No sólo los conservadores, sino también los propios afectados, apuntan con el dedo hacia Berlín; es decir, admiten que fue la política del gobierno federal la que perjudicó en forma sustancial al SPD. Pero hay que hacer una salvedad: Los Verdes, que también forman parte del ejecutivo berlinés, no sufrieron el voto de castigo. Por el contrario, su resultado del 12,3% equivale a un notable éxito.

Valle de lágrimas

Los analistas coinciden en señalar que la agenda de reformas que intenta sacar adelante el canciller Gerhard Schröder disgusta sobre todo a su propias bases socialdemócratas. Ideológicamente el partido se mueve en la cuerda floja, tratando de conjugar la reestructuración y los recortes en el plano social con los principios de la solidaridad y la justicia social. El veredicto de las urnas hamburguesas indica que no lo ha logrado a juicio de la población.

Sea como fuere, Schröder no está dispuesto a dar marcha atrás y ha supeditado su futuro político al éxito de las reformas que considera imprescindibles. La pregunta es en que medida seguirá secundándolo el partido a través de este valle de lágrimas electoral. Porque los comicios de Hamburgo no fueron una prueba aislada, sino el punto de partida de un largo calendario de elecciones, a nivel europeo, regional y comunal.