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El vuelco en la política atómica iraní

Jamsheed Faroughi /ERS13 de enero de 2014

Las negociaciones con Irán marchan hasta ahora según lo planeado: el acuerdo alcanzado en noviembre ha de ser implementado. Pero aún queda mucho por hacer, según Jamsheed Faroughi, jefe de la redacción iraní de DW.

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Imagen: Tasnim

El asunto va en serio. El histórico acuerdo transitorio alcanzado en noviembre en Ginebra para poner fin a la disputa sobre el programa atómico iraní ha de ponerse en práctica a partir del 20 de enero de 2014. Teherán, Bruselas y Washington han dado luz verde. Irán se atiene pues a su nuevo rumbo en materia de política nuclear y demuestra disposición a hacer concesiones, tras años de tácticas dilatorias y un igualmente prolongado estancamiento en las negociaciones con Occidente sobre la materia.

Este acuerdo inicial contempla, en sus puntos medulares, lo siguiente: Irán suspenderá el enriquecimiento de uranio al 20 por ciento y no construirá nuevas centrífugas. A cambio, se levantarán parte de las sanciones, por ejemplo en el sector de los bancos y los seguros y en la aviación civil, y se liberarán fondos congelados, provenientes de la venta de petróleo, por un monto de 4.200 millones de dólares. Esto, sin embargo, no ocurrirá de una vez, sino en etapas. La primera cuota, de 550 millones de dólares, ha de fluir en dirección a Teherán a comienzos de febrero.

¿Qué significa este acuerdo para Estados Unidos, para Irán y para la Comunidad Internacional? Para Estados Unidos, es un paso hacia la superación del conflicto en torno al programa atómico iraní. Al presidente Obama se le presenta la oportunidad histórica de eliminar el peligro de una guerra con Irán. Para la comunidad internacional, es un respiro en una de las regiones de conflicto más peligrosas e inestables del mundo. Finalmente, para quienes detentan el poder en Irán, el cambio de su política nuclear sin sentido supone el retorno al seno de la comunidad internacional y un mejor “seguro de supervivencia” política.

Jamsheed Faroughi
Jamsheed FaroughiImagen: DW/P. Henriksen

No obstante, quedan en ambas partes focos de resistencia que no hay que subestimar. Ciertamente, el acuerdo con Occidente resulta inconcebible sin el apoyo del líder religioso, el ayatollah Jamenei. Pero hace tiempo que los ultraconservadores ya no hablan con una sola voz en Irán.

Algunos sectores de los Guardianes de la Revolución están a favor de continuar con la política de confrontación con Occidente. La política atómica de Ahmadineyad era muy lucrativa para algunos oficiales de alto nivel e incrementó la influencia política de la Guardia. Este grupo de interés no aceptará en silencio y sin resistencia la nueva línea de la política atómica.

Tampoco en Estados Unidos están todos contentos con el acuerdo. En Washington, 59 de 100 senadores abogan por seguir endureciendo las sanciones. La aprobación de nuevas medidas punitivas contra Irán podría destruir todo lo que se ha logrado. Así lo ha advertido ya reiteradamente el gobierno de Teherán.

Este acuerdo transitorio es solo el comienzo. Para una estrategia que prometa éxito a largo plazo se requiere una evaluación realista de la situación por parte de todos los involucrados, pasos bien pensados y mucha paciencia. La miopía política y las decisiones precipitadas son, en cambio, contraproducentes. No se debe ceder a la presión de los sectores duros ni de los grupos de influencia. No queda margen para más errores en el Cercano y el Medio Oriente.