Elecciones en Bielorrusia: coqueteo con Occidente
27 de septiembre de 2008Desde hace tiempo la Unión Europea (UE) no mantiene unas relaciones tan malas con un país europeo como con Bielorrusia. Aun así, Bruselas aguarda con ciertas esperanzas las elecciones parlamentarias que se celebrarán este domingo (28.09.2008) en la ex república soviética, ya que el presidente Alexander Lukashenko, calificado de "el último dictador de Europa", ha mostrado últimamente que está dispuesto a abrir algo el régimen.
Por su parte, desde la crisis de Georgia en agosto, o incluso antes, Estados Unidos y la UE han incrementado considerablemente sus esfuerzos por atraer a su órbita a Bielorrusia, aliada tradicional de Moscú.
Lukashenko, de 54 años, dijo a fines de la semana pasada que su país, durante la organización de estas elecciones, se ha apegado más que nunca antes a las normas occidentales. Previamente, el presidente había puesto en libertad a los últimos presos políticos que quedaban encarcelados.
No obstante, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) mantiene su escepticismo. Mucho dependerá, según señala la OSCE en un informe previo, de si sus observadores electorales también pueden seguir el escrutinio después del cierre de los locales de votación.
En su relación con Occidente, Lukashenko sigue balanceándose entre el acercamiento y el enfrentamiento. En caso de que las elecciones legislativas sean calificadas una vez más de "no democráticas", "vamos a romper las conversaciones con ellos", amenazó Lukashenko.
Tensiones entre Bielorrusia y Rusia
Sin embargo, lo más probable es que tanto a Bielorrusia como a la UE les interese llegar a un arreglo. La razón: la presión rusa sobre Minsk ha aumentado enormemente. Hace tiempo que los suministros de petróleo y gas rusos a bajos precios son cosa del pasado. Consecuentemente, la dependencia financiera de Bielorrusia del Kremlin se ha incrementado.
Lukashenko, por su parte, ha dado nones hasta ahora a la solicitud de Rusia de reconocer la independencia de las regiones separatistas georgianas de Osetia del Sur y Abjazia. Es el Parlamento al que le corresponde ocuparse de esa importante cuestión, dijo Lukashenko, quitándose la responsabilidad de encima.
La táctica tiene lógica: así, el presidente bielorruso puede esperar tranquilamente a ver si la relación de su país con Occidente es una alternativa. Y, efectivamente, lo puede ser. La UE trata de seducir a Bielorrusia prometiendo el cese de las sanciones, que incluyen la prohibición de que los líderes bielorrusos viajen a los países de la UE y la negación de concederle ventajas comerciales a Bielorrusia.
Hasta el momento, sin embargo, los opositores al gobierno de Lukashenko ven pocos motivos para creer en la ampliación de la democracia y un trato civilizado a los que piensan de forma diferente en el país.
Democracia a palazos
A mediados de septiembre, la policía en Minsk nuevamente dispersó a bastonazos una concentración de opositores convocada para recordar el triste destino de varios críticos del régimen de Lukashenko que siguen desaparecidos desde hace casi diez años sin haber dejado rastro alguno.
Los observadores occidentales centran su atención especialmente, además de en el registro de los candidatos, en la práctica del voto adelantado, muy extendido en Bielorrusia, y están pendientes de saber si el escrutinio nuevamente se realiza a puerta cerrada.
Se calcula que en Bielorrusia casi un tercio de los votos se emite antes de la jornada electoral, por ejemplo en los cuarteles. También los estudiantes votan anticipadamente. En las elecciones parlamentarias de 2004, la oposición, que está dividida internamente, no logró imponerse en ninguno de los 110 distritos electorales. Ese año, Lukashenko acusó a todos los opositores de ser "alborotadores sin trabajo".
La alianza opositora Fuerzas Democráticas Unidas tampoco espera esta vez que alguno de sus candidatos gane un escaño en el Parlamento. Según su opinión, nada ha cambiado en el país de Lukashenko. Al igual que antes, "los candidatos no son elegidos sino nombrados", denuncia el presidente de la alianza opositora, Vinzuk Vecherko, quien una vez más fue golpeado por los policías durante la concentración celebrada a mediados de septiembre en Minsk.
Mientras tanto, el gobierno bielorruso da la impresión de creer que incluso con los más mínimos avances hacia la celebración de elecciones libres puede conseguir un gran efecto. Bielorrusia, a diferencia de Rusia, sigue permitiendo la presencia de observadores occidentales en las elecciones legislativas, resalta orgullosamente el gobierno de Minsk.