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El papel del presidente alemán: más protocolo que poder

30 de junio de 2010

Este miércoles, la Asamblea Federal elige en Alemania un nuevo presidente federal. Las tareas del presidente alemán son más representativas y protocolarias que verdaderos actos de poder.

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Los tres candidatos: Gauck, Jochimsen y Wulff (de izq. a dcha.).Imagen: AP/DW-Grafik

El presidente de la República Federal de Alemania es el jefe de Estado y, por lo tanto, quien ocupa protocolariamente siempre el primer lugar en el Estado. El presidente es la figura que representa a Alemania en el extranjero.

Por lo general, los medios no critican tan fuerte al Jefe de Estado, como sí lo hacen con otros políticos, incluso al o la canciller, como en el caso de Angela Merkel. Por su parte, el presidente alemán evita pronunciarse sobre los temas corrientes de la política cotidiana. En especial, si se trata de temas en los que los partidos políticos están en desacuerdo.

Neutralidad, ante todo

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Christian Wulff (dcha.), es el candidato propuesto por la coalición de Gobierno de Merkel.Imagen: picture alliance/dpa

El cargo de presidente de Alemania exige neutralidad, por eso casi todos los políticos elegidos a la presidencia, congelan su pertenencia al partido en el que militan. Su peso político es mucho menor que el de los presidentes de Estados Unidos, Francia o Rusia, elegidos por votación popular directa.

La limitación de las funciones del presidente alemán es consecuencia de la experiencia con el nacionalsocialismo en Alemania. Los "padres y madres de la Carta Fundamental", la Constitución alemana, concebida en los años 1948 y 1949, tuvieron en cuenta el fatal papel del presidente del Reich, Paul Hindenburg, que nombró a Adolfo Hitler como nuevo canciller y aprobó la disolución del Parlamento de la llamada República de Weimar.

Sorpresas no da la vida de un presidente alemán

El mayor acto del presidente alemán en política interior es la de proponerle al Congreso (Bundestag) el nombre de un candidato a la cancillería, el cargo con más poder del país. En esta acción no ha habido sorpresas puesto que la propuesta es previamente acordada con los partidos que poseen la mayoría y, por lo tanto, la facultad de formar un nuevo Gobierno.

Fracasa, en determinado caso, un canciller, porque ya no cuenta con el respaldo mayoritario de su bancada parlamentaria, el presidente federal puede disolver el Bundestag y convocar a nuevas elecciones. Como, en efecto, sucedió en 2005, cuando terminó el Gobierno de Gerhard Schröder.

El peso de la palabra

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Joachim Gauck, el candidato propuesto por la oposición socialdemócrata.Imagen: picture-alliance/dpa

Otra de las tareas importantes del presidente alemán es la de revisar la concordancia con la Constitución de las leyes aprobadas por el Bundestag y que llegan a su escritorio para que sean firmadas. El presidente federal puede también decidir, a discreción personal, la condonación de la pena de cárcel de personas condenadas. Este ha sido el caso de varios terroristas de la ultraizquierdista RAF que no han tenido que cumplir toda la pena, gracias a un perdón presidencial.

Pero el mayor efecto en la población lo logra un presidente alemán a través de sus palabras expresadas durante los diferentes eventos públicos a los que asiste. Él intenta dar pautas para el debate público sobre temas relevantes para la sociedad.

Sus visitas de Estado al exterior buscan abonar la mejora de las relaciones internacionales de Alemania con otros Estados o abrir puertas para la economía alemana.

Autor: Bernd Gräßler / José Ospina-Valencia

Editor: Pablo Kummetz