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En Cuba ganó el Sí a derechos, no al Gobierno

27 de septiembre de 2022

Cuba, un país sin elecciones libres, libertad de expresión, asociación o prensa, ratificó en referendo un nuevo Código de las Familias. Un sí a derechos fundamentales, a los que ojalá sigan otros, opina Rosa Muñoz.

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Pareja de mujeres sentadas frente al mar, envueltas en una bandera arcoiris, en Cuba.
Cuba ratificó una ley que que reconoce el matrimonio igualitario, entre otros derechos para minorías sexuales y otros grupos vulnerables.Imagen: Yamil Lage/AFP/Getty Images

El texto y contexto en que se ha puesto a consideración de la mayoría un nuevo Código de las Familias, que reconoce y protege derechos fundamentales hasta ahora negados o ignorados a minorías sexuales y otros grupos sociales vulnerables en Cuba, motivaron un enconado debate público, de dimensiones desacostumbradas en la isla.

Esta ley prohíbe la discriminación por identidad y orientación sexual. Legitima diversos tipos de familias. Permite el reconocimiento legal de varios padres y madres, además de los biológicos. Y omite la antigua obligación de formar a los hijos en la "moral socialista".

Además, prohíbe el matrimonio infantil, y permite el matrimonio y la adopción a parejas del mismo sexo. Contempla la gestación subrogada solidaria. Y protege la integridad física y emocional de niñas, niños y adolescentes, con conceptos como la "autonomía progresiva", entre otros, que favorecen también a personas ancianas, discapacitadas o al cuidado de otras.

"Los derechos no se plebiscitan, pero no nos han dejado otra opción"

Entre las muchas nuevas normas del calendario legislativo que siguió a la aprobación de una nueva Constitución en 2019, esta es la única que ha sido sometida a otro plebiscito: una estrategia con la que el oficialismo sumó votos en el pasado referendo constitucional, aplazando el ya entonces polarizado debate sobre el matrimonio igualitario

De ahí que, tanto este referendo como el encendido debate público que lo precedió, hayan respondido enfáticamente a más de una pregunta no planteada en la boleta.

Entre quienes más genuinamente celebran ahora el Sí de un claro pero para Cuba discreto 66.87 % de los votantes (según el resultado preliminar), predominan feministas, activistas LGTBI y personas aliadas.

Muchas cuentan décadas luchando por el reconocimiento de sus derechos. Y meses de campaña independiente en espacios públicos y virtuales, que cerraron verificando la relativa limpieza estadística del conteo de votos en los colegios electorales. Para ellas, "los derechos no se plebiscitan, pero no nos han dejado otra opción". Así que hoy celebran estos, y mañana seguirán luchando por otros.

También celebran, por supuesto, el Gobierno, y sus activistas y seguidores más fieles. Los artífices de y los convencidos por la intensa campaña oficial del Sí, exclusiva en los medios estatales, únicos legales y de alcance masivo en la isla.

"En dictadura no se vota" o se vota No

Del otro lado, un elocuente 33.13 % de votantes dijo No al texto de la ley, o a la machacona campaña de los medios oficiales. O emitió un voto de castigo a la dictadura que rige este país sin libertades civiles y políticas, sumido en la peor crisis económica de las últimas décadas, con un grave desabastecimiento de productos de primera necesidad, prolongados apagones, una inflación galopante y un éxodo récord de migrantes.

Entre ellos, se han hecho oír sobre todo quienes se oponen al código por convicción religiosa, los únicos a quienes el Gobierno ofreció espacio para argumentar en la televisión nacional. Y muchos opositores políticos conservadores.

Aunque no habrán sido los únicos, en una sociedad aún profundamente machista y adultocéntrica que no ha pedido perdón por encarcelar o enviar a campos de trabajo forzado a muchos homosexuales en las primeras décadas tras la revolución de 1959, y que sigue legitimando el "derecho" de los padres a castigar físicamente a sus hijos.

Otro dato elocuente, en un país acostumbrado por décadas a votaciones "unánimes" y "masivas", es el abstencionismo, que sobrepasó el 25 % del padrón electoral.

Para una parte de la oposición política (tanto conservadora como progresista), el plebiscito y los meses de campaña previa fueron un espacio único –a falta de otros– para insistir ante el Gobierno, la sociedad cubana y la comunidad internacional en que "en dictadura no se vota". Porque "ninguna votación es limpia" y "ningún derecho está garantizado", mientras siga habiendo presos políticos y no "caiga la dictadura", a la que no hay por qué "lavarle la cara".

Todos los derechos, para todas las personas

Todas estas voces se escuchan, alto y claro, en los resultados de este referendo. Así que, pese a las dudas y al sinsabor que deja la subordinación de derechos fundamentales de minorías a la voluntad de las mayorías, habrá que verlo, finalmente, como un paso significativo, aunque aún precario, en el camino de construir ciudadanía en Cuba. Una ventana a un siglo XXI isleño, ojalá, con cada vez más derechos, todos los derechos, para todas personas.

(cp)