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¿Ultimátum para el euro?

8 de diciembre de 2011

Berlín y París proponen cambios en los Tratados de la Unión para estabilizar definitivamente el euro. ¿Los seguirán los 27 países o sólo los 17 de la eurozona? En Bruselas está en juego no sólo el futuro de la zona euro.

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"Más importante que el volumen del cortafuegos es que los países afectados solucionen las causas de los problemas", Wolfgang SchäubleImagen: picture-alliance/dpa

¿Ha llegado al fin la cumbre clave y decisiva para el euro? Las expectativas son muy altas. A pocas horas de comenzar las reuniones en Bruselas, que se extenderán de la noche del jueves (08.12) hasta la tarde del viernes (09.12), no se ve una línea clara que una las posturas.

En esta cumbre en Bruselas, la Unión Europea se juega el todo por el todo; aunque esta frase se haya usado en los últimos tiempos con cierta desmesura, esta vez el encuentro tiene lugar de verdad a contrarreloj. “Espero de todos los jefes de Estado y de Gobierno no vengan a decir lo que no pueden hacer, sino lo que van a hacer a favor de Europa”, decía a pocas horas de comenzar el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

A la cabeza de la institución que pone en práctica las decisiones tomadas por el Consejo, el político portugués subraya que “no necesitamos más problemas nacionales, sino soluciones europeas. Es de suma importancia que mostremos que toda la Unión Europea se pronuncia a favor del euro”. El acento en toda la Unión Europea se entiende como una exhortación a no optar por la opción de que sean sólo los 17 de la zona euro (más los voluntarios) los que tiren de la carreta de las posibles soluciones.

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Nicolás Sarkozy, presidente francés, y Angela Merkel, canciller alemana, liderando la lucha por la estabilidad del euroImagen: picture alliance/dpa

"Merkozy" a la cabeza

Delante de esa carreta se han colocado Alemania y Francia. Tanto Berlín como París opinan que sólo a través de cambios en los Tratados de la Unón se puede acabar con la crisis; los Estados tendrían que ser obligados a llevar una sólida política presupuestaria.

Todos los intentos anteriores por crear un cortafuegos a través de instrumentos financieros han fracasado y han sido, finalmente, sólo soluciones pasajeras, opina el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, añadiendo: “Más importante que el volumen del cortafuegos es que los países afectados solucionen las causas de los problemas. Por eso me más importante que Grecia, Italia y todos los otros países cumplan lo mejor posible con sus obligaciones en cuanto al pacto de crecimiento y estabilidad. No es que falten inversionistas que quieran invertir en Europa, lo que falta es confianza”. Así, cantada está la negativa a la propuesta hecha por el presidente permanente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, en cuanto a vías rápidas de solución que pasarían por un aumento de la dotación del fondo de rescate y una modificación ligera del tratado en vigor.

Según Berlín y París, los presupuestos nacionales deberán ser controlados por una instancia europea; los que incumplan con los reglamentos deberán ser sancionados automáticamente. Una de las primeras reacciones a la propuesta de “Merkozy” es recordar que fueron Alemania y Francia los primeros en incumplir con los criterios de estabilidad establecidos en el Tratado de Maastricht, el anterior al actual. Otra de las reacciones es la frontal oposición.

Entre euroescépticos y sólo escépticos

Para “euroescépticos”, como el eurodiputado británico Nigel Farage, de la UK Independence Party, el euro está condenado a la muerte y vaticina que las nuevas reglas no tendrán efecto. “¿Cómo quieren hacerlo? Tengo la impresión que el problema sigue siendo el mismo que con los criterios de Maastricht, que acordamos hace 20 años”.

Otros, como el líder de la bancada liberal, el belga Guy Verhofstadt, apoyan la moción de Berlín y París de una unión fiscal en cuyo marco se acuerde presupuestos nacionales y políticas fiscales y financieras. Con todo, en su opinión, esta búsqueda del nuevo tratado enmascara que “Francia quiere una unión fiscal sin disciplina real y Alemania una unión fiscal sin solidaridad”.

Por su parte, el primer ministro británico, David Cameron, dejó ya muy claro que él no apoyará ninguna medida que vaya en desmedro de Londres como centro financiero. A ello se suma el miedo de muchos países pequeños en los que se va incrementando el desasosiego por este mandato franco-alemán. Y además está el hecho indiscutible de que todo cambio en los Tratados es sinónimo de un proceso largo, en el cual –para algunos países- está incluido un referéndum.

¿17 o 27?

¿Es factible entonces poner en práctica la propuesta de Berlín y Francia? Tanto Merkel como Sarkozy han dejado claro que, en el peor de los casos, se llevará a cabo sólo con los 17 países de la eurozona más los que quieran sumarse voluntariamente. Esto para europeos convencidos como Durao Barroso es zona roja. “Los acuerdos definen la zona euro no como algo que divida a la Unión Europea, sino como núcleo de la misma”.

Las posiciones están claras y en este momento no hay una línea común entre Estados, grupos de Estados y Comisión. Alemania está presente en todas las discusiones, para bien o para mal. Aún no se sabe si de la cumbre saldrá una UE fortalecida, una UE dividida en dos o gravemente resquebrajada. Según el presidente francés, Nicolás Sarkozy “si no hay acuerdo, Europa no tendrá una segunda oportunidad”.

Autor: Christoph Hasselbach/Mirra Banchón
Editor: José Ospina Valencia