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"En Kiev también se decide la democracia rusa"

Ingo Mannteufel (CP)3 de febrero de 2014

Las protestas en Ucrania no son solo una pulseada con el poder de Rusia, sino que en ellas también se juega el futuro de los ciudadanos rusos frente al poder del Kremlin , opina Ingo Mannteufel.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Para Putin, Ucrania no solo tiene importancia central en la creación de una Unión Eurasiática dominada por Moscú como contrapeso de la Unión Europea. Las protestas contra el presidente ucraniano Yanukovich –sobre todo su resultado- podrían, asimismo, modificar la noción de sistema político de los ciudadanos rusos.

La visión rusa de una comunidad eslava oriental

Para comprender esto se debe recordar el significado histórico que posee Ucrania para Rusia. Ucrania es, para los rusos, el país hermano más importante. También es cierto que muchos rusos se resisten a reconocer la soberanía ucraniana, ya que, desde el punto de vista étnico-histórico, rusos y ucranianos conforman, junto con los bielorrusos, el grupo de los eslavos orientales, que en la Edad Media eran una comunidad cultural e idiomática. La “Rus de Kiev”, el Estado ruso antiguo, federación de tribus eslavas orientales, es reivindicada por Bielorrusia, Ucrania y Rusia como un legado cultural común.

Ingo Mannteufel, redactor jefe de la Redacción Rusa de Deutsche Welle.
Ingo Mannteufel, redactor jefe de la Redacción Rusa de Deutsche Welle.Imagen: DW

Todavía hoy, muchos rusos se ven a sí mismos, a los ucranianos y a los bielorrusos como una sola entidad cultural, muy a pesar de los ucranianos, quienes interpretan ese concepto como un ataque a su soberanía nacional. A su vez, para el Kremlin, la historia común de los pueblos eslavos orientales es un arma de doble filo. Por un lado, cimenta con ella sus pretensiones de que Ucrania debe estar estrechamente ligada a Rusia. Por otro lado, las protestas masivas de los ucranianos podrían movilizar a los ciudadanos rusos contra su propio Estado.

Las protestas de “los de arriba”

Si el pueblo hermano de Ucrania logra imponerse a la élite gobernante de Viktor Yanukovich, muchos rusos se preguntarán si ellos también podrían cambiar el destino de su país, determinado por “los de arriba”, por medio de protestas. La idea, ampliamente difundida en Rusia, de que una democracia liberal no encaja con la tradición eslava oriental, sería puesta en tela de juicio.

Es debido a eso que, ya desde un comienzo, el Kremlin se ocupó de restar legitimidad a las manifestaciones en Kiev. Los medios rusos tiñeron las informaciones sobre Ucrania y las protestas en la Plaza de la Libertad sugiriendo que el movimiento de protesta ucraniano es una revuelta de nacionalistas y extremistas manipulada por intereses extranjeros. Al mismo tiempo, no se puede negar que entre los manifestantes también hay grupos radicales y nacionalistas, como se vio, por ejemplo, en la violencia de los activistas en el barrio gubernamental de la capital ucraniana, algo en lo que no hicieron demasiado hincapié los medios alemanes.

¿Ciudadanos o lacayos?

El hecho de que los medios rusos quieran desacreditar al movimiento de protesta ucraniano al señalarlo como una maniobra extranjera pretende evitar que la chispa se traslade a Rusia. La difusión de teorías de conspiración está ideada para que los ciudadanos rusos sigan sumidos en una apatía política, como espectadores pasivos de los acontecimientos, y no como participantes activos en actos que podrían incomodar al Kremlin.

En el conflicto entre los manifestantes y el presidente Yanukovich no solo se decide el destino de Ucrania y de la estrategia de política exterior de Vladimir Putin. En él se juega mucho más que eso: está por verse si los rusos tomarán sus asuntos en sus propias manos, o si seguirán subordinados a los poderosos del Kremlin.