Mano dura
3 de febrero de 2012Incendios provocados por pirómanos, riñas propiciadas por buscapleitos, ataques contra agentes policiales; en los estadios de fútbol alemanes, los tumultos no dejan de proporcionar escenas espeluznantes. Y tanto las federaciones deportivas como la clase política y los cuerpos de seguridad del Estado están bajo presión para poner coto a un fenómeno que sólo parece empeorar con el tiempo. Pero no a cualquier precio; eso parecen haber dejado claro las reacciones que suscitó un proyecto de vigilancia presentado este jueves (2.2.2012).
Lorenz Caffier, quien desde principios de año preside la conferencia que reúne a los ministros del Interior de los Estados federados alemanes, propuso instalar dispositivos de reconocimiento facial en las entradas de los estadios con miras a identificar a los hooligans cuyos rostros figuran en la base de datos de la policía y mantenerlos alejados de las arenas deportivas. El político democristiano argumentó que, con frecuencia, los hinchas violentos asisten a los partidos de balompié, indiferentes al hecho de que se les ha prohibido hacerlo.
Críticas desde todos los flancos
“¿Escanear las caras de todos los espectadores antes de un juego? Eso no lo va a tolerar la gran mayoría de aficionados pacíficos y la medida es impracticable para los clubes deportivos”, dijo el presidente de la Liga Alemana de Balompié (DFL), Reinhard Rauball. El jefe del sindicato alemán de policías, Bernhard Witthaut, también se pronunció en contra de la propuesta de Caffier: “Sería una locura erigir un sistema de seguridad que sólo funciona apelando a la vigilancia total, sobre todo cuando no tiene una base legal que lo apoye”.
Witthaut agregó que los problemas ocasionados por los revoltosos, sobre todo en las ligas menores, no se solucionan por esta vía. La idea de implementar escáneres en los estadios para identificar a los hooligans tampoco caló entre los activistas que velan por la protección de los datos de la ciudadanía, ni entre los clubes de aficionados al balompié, ni en círculos políticos como el de los Jóvenes Liberales, adscritos al partido FDP. El mensaje de los opositores para Caffier: no todo lo que es posible debe llevarse a cabo.
Técnicamente viable
Pese a la falta de respaldo –hasta su correligionario, el democristiano Hans-Peter Friedrich, ministro federal del Interior, se mostró escéptico–, nada sugiere que Caffier esté desalentado: él ha defendido su propuesta. Incluyó al delegado nacional para la protección de datos en el proyecto y creó una comisión para que estudie la viabilidad técnica y legal de instalar dispositivos de reconocimiento facial en los estadios. Si los resultados del estudio son favorables, Caffier intentará poner el sistema a prueba en Rostock.
A sus ojos, Rostock debe ser el lugar de ensayo ideal. Por un lado, Caffier es ministro del Interior de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, el Estado federado en donde está ubicada esa ciudad. Por otro, el equipo de fútbol Hansa Rostock es conocido a escala nacional por la efusividad de sus fans y por la brutalidad con que sus hinchas se enfrentan con los de equipos rivales. Algunos especialistas aseguran que la tecnología de los escáneres en cuestión ha sido afinada suficientemente para garantizar el éxito de la operación.
¿Mano dura contra la violencia?
A principios de 2011, el comisionado de seguridad de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) asistió a una cumbre para tratar el tema de la violencia en las gradas y desestimó el problema por completo. Pocos meses más tarde, serios disturbios en Dortmund y Fráncfort hicieron evidente que la inseguridad en los estadios había alcanzado un punto crítico. El debate atizado por esos episodios culminó con un “plan de diez puntos” que involucra a la DFB, a la DFL y al Ministerio Federal de Relaciones Interiores.
Una de las metas de ese plan es crear condiciones que estimulen y mejoren el diálogo entre los agentes policiales y los hinchas; incluidos los “ultras”, quienes suelen percibir a los policías como enemigos. Expertos en la resolución de conflictos coinciden en que ese es el camino que se debe seguir, aun cuando la estrategia no muestre resultados a corto plazo. De momento, ninguno de los responsables de la seguridad en los estadios parece tener la sartén por el mango: en enero tuvieron lugar nuevamente escalofriantes trifulcas en Hamburgo.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editor/a: Emilia Rojas