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El “bosque de los violines” de Italia amenazado

Angelo van Schaik
26 de febrero de 2019

Stradivari encontró la madera para sus famosos instrumentos musicales en el “bosque de los violines” de Italia. 300 años después, el cambio climático podría amenazar esta larga tradición.

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Un violín Stradivarius sobre fondo azul.
Imagen: picture-alliance/dpa/AFP/D. Kanter

En el siglo XVII, Antonio Stradivari viajó durante dos días desde su ciudad natal hasta el bosque de Paneveggio, al norte de Italia, para encontrar la madera perfecta para sus instrumentos musicales, que llegarían a ser mundialmente famosos.

Premiado por su calidad de sonido superior, un instrumento Stradivarius original, tal y como se conocen a los instrumentos fabricados por él y por los miembros de su familia, puede venderse hoy en día por millones de dólares. Más de 300 años después de la muerte del lutier (alguien que construye o repara instrumentos musicales de cuerda) más famoso del mundo, los árboles de este vasto bosque de abetos rojos todavía se utilizan para fabricar violines, violonchelos, contrabajos y pianos de gran calidad.

Pero el famoso "bosque de los violines”, tal y como se conoce popularmente a este bosque, está sintiendo los efectos del cambio climático en forma de un clima más extremo, según el guardabosques local Paolo Kovacs, quien maniobra su jeep por un estrecho sendero montañoso en el idílico Valle de Fiemme.

Un bosque de abetos con una montaña nevada al fondo.
Una tormenta en octubre de 2018 arrancó millones de árboles del bosque de Paneveggio, al norte de Italia. Imagen: Angelo van Schaik

El pasado mes de octubre, tormentas inusualmente violentas arrancaron de raíz más de 14 millones de árboles de la cordillera montañosa de los Dolomitas, donde se encuentra el bosque de Paneveggio.

"Casi todos son abetos rojos”, dice Kovacs, refiriéndose a la especie arbórea que más abunda en estos bosques, también conocidos como falsos abetos, ya que, estrictamente hablando, no pertenecen al género de los abetos.

En esta zona, solo un abeto de 25 metros de altura sobrevivió a la tormenta. "Tiene unos 150 años”, dice Kovacs, señalando el árbol. "Es un pequeño milagro que siga ahí. Tal vez estaba protegido por otros árboles o tiene raíces inusualmente largas”, aclara.

Una larga tradición

Un hombre construyendo un violín en un taller.
Más de cien lutiers de instrumentos trabajan en la pequeña ciudad de Cremona. Imagen: Angelo van Schaik

A más de 250 kilómetros, en un taller de la pequeña ciudad de Cremona, donde vivía y trabajaba Stradivari, el maestro lutier Stefano Conia pasa la uña de su pulgar por encima de los anillos de un trozo de madera. Los anillos están notablemente cerca el uno del otro, todos separados por medio centímetro de distancia y son casi idénticos.

"Escucha”, dice. "Así es como debe ser. Este va a ser un gran violín”, afirma. 

Este hombre de 73 años conoce su oficio, lleva 45 años construyendo violines. Cuenta que es esta uniformidad la que hace que el abeto rojo sea tan adecuado para la fabricación de instrumentos musicales. Pero no todos los abetos rojos lo son. Por cada árbol utilizado, se talan de 20 a 30 árboles inadecuados.

Conia es uno de los 156 constructores de violines de esta ciudad, que se ha convertido en la capital de los instrumentos musicales de alta calidad. Su larga tradición artesanal y su proximidad a los bosques atraen a personas de todo el mundo, deseosas de aprender el arte de la construcción de violines. El mismo Conia es de Hungría.

Giorgio Grisales, otro luthier con su propio taller, se mudó aquí desde Medellín, Colombia, en la década de 1970, para seguir los pasos de Stradivari. En un rincón del taller de Grisales, un joven japonés está transformando un largo trozo de madera en lo que será el mástil de un violonchelo.

Aunque algunos temen que esta tradición centenaria se vea amenazada por el cambio climático, Sandro Asinari, vicepresidente del gremio de constructores de violines de Cremona, no está preocupado. Al menos no sobre los daños causados por la tormenta de octubre.

Violines en distintas etapas de fabricación.
Los lutiers siempre están en busca de la pieza de madera perfecta para construir sus violines. Imagen: Angelo van Schaik

"Los bosques son enormes”, dice. "Sé que muchos árboles han sido dañados, pero también sé que los silvicultores locales están trabajando duro para salvar los árboles que se rompieron. El gremio ha contratado a una empresa maderera local para que recoja los árboles caídos y los corte en pedazos, a fin de que puedan ser utilizados en la fabricación de instrumentos”, explica.

"Además, están plantando nuevos árboles. Soy muy optimista”, añade Asinari.

Mirando hacia el futuro

Sin embargo, según Kovacs plantar árboles no será una ayuda para los fabricantes de instrumentos a corto plazo. Un abeto debe tener al menos 150 años de edad para poder construir un violín con su madera. Para un violonchelo o contrabajo, el árbol debe de ser aún más viejo.

A Kovacs también le preocupa el cambio climático y las condiciones meteorológicas cambiantes. La tormenta que azotó a los Dolomitas en octubre fue tan extraordinaria porque el viento normalmente viene del noreste de los Alpes.

En este caso, "vino del sureste, del mar Adriático. Hacía más calor de lo normal, era más fuerte de lo normal y traía más lluvia de lo normal”, explica Kovacs, y añade que el sistema meteorológico se parecía a la forma en que se desarrollan los huracanes en el sur de Estados Unidos.

Montones de troncos de árboles.
Por cada 20 o 30 árboles talados, solo un árbol es apto para convertirse en violín.Imagen: Angelo van Schaik

El año pasado fue el más caluroso en Italia desde que se iniciaron los registros en 1800, siendo 1,5 grados centígrados más cálido que el promedio entre 1961 y 1990. La temperatura media en el país aumentó 0,1 grados centígrados más que en el resto de Europa, aunque no está claro por qué Italia se está calentando más rápido.

Los efectos se sienten en todo el país, no solo en el bosque de los violines. Aproximadamente en la misma época, las tormentas azotaron la provincia norteña de Trento, mientras que más al sur, en Sicilia, se produjeron fuertes lluvias e inundaciones que causaron la muerte de diez personas.

"Creo que tendremos que acostumbrarnos”, lamenta Kovacs. "La temperatura atmosférica general está aumentando, por lo que el clima se vuelve más extremo. Eso es lo que hemos experimentado aquí”, explica.

A pesar de la aparente falta de preocupación de Asinari, el gremio está haciendo planes para garantizar el futuro de su oficio ante el cambio climático.

"Estamos comprando áreas de los bosques para controlarlas mejor en el futuro”, dice sobre el bosque estatal de Paneveggio. "Estamos seguros de que nuestra tradición durará otros 400 años”, concluye, optimista.

Autor: Angelo van Schaik, Trento (ar/cp)

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