Europa intenta cerrar filas
20 de junio de 2002
Durante siglos, Europa fue tierra clásica de emigrantes. Hasta mediados del siglo XX, alemanes, españoles, italianos, ingleses y franceses abandonaban por centenares el viejo mundo, escapando de las guerras y la pobreza.
Ahora el péndulo apunta en la dirección contraria. En el primer año del nuevo milenio llegaron a los países de la Unión Europea cerca de 816 mil personas. Una cifra que supera en casi 100 mil a la registrada en 1999. Y los europeos levantan, cada uno a su manera, barreras para contener la avalancha de inmigrantes que golpean a sus puertas.
La llegada masiva de extranjeros despierta una serie de prejuicios y temores, muchos de ellos relativos a las consecuencias económicas. Sin embargo, las cifras hablan un lenguaje diferente. De acuerdo con las Naciones Unidas, la EU requiere de ellos para mantener su actual nivel de vida. Los cálculos indican que harían falta más de 40 millones de inmigrantes, en los próximos 50 años, para contrarrestar la decreciente curva demográfica europea occidental.
Leyes más duras
Sin embargo, son otros los argumentos que prevalecen. Y, en vista de que los dividendos los cosechan los grupos nacionalistas, diversos gobiernos reaccionan endureciendo las disposiciones relativas a la inmigración.
El de Gran Bretaña, por ejemplo, planea establecer que aquellas personas a las que se les ha denegado una solicitud de asilo y quieran apelar, tengan que hacerlo desde su país de origen u otro. El gobierno holandés se propone expulsar, en el acto, a los inmigrantes que carezcan de pasaporte. Y en Italia se detiene a los indocumentados que intenten reiteradamente ingresar al país. Los inmigrantes que no tengan empleo son expulsados.
En Dinamarca, el parlamento endureció las leyes de extranjería y de asilo en una forma tan drástica, que Suecia la calificó de "inhumana". De acuerdo con las nuevas reglas, durante sus primeros siete años de estadía, los solicitantes de asilo no recibirán una ayuda social integral.
Necesidad de armonizar
España, presidente de turno de la Unión Europea durante el primer semestre de este año, demanda una homologación de las leyes nacionales en la materia. En consecuencia, el ministro del interior español, Mariano Rajoy, ha colocado el tema en un lugar prioritario de la agenda de la cumbre que tendrá lugar del 21 al 22 de junio en Sevilla.
En los días previos al encuentro de la UE criticó, por ejemplo, la drástica reforma de las leyes italianas de extranjería, recalcando que las disposiciones sobre reunificación de familias o concesión de visados deberían ser unitarias en Europa.
También el tema de la policía europea de fronteras está íntimamente ligado a lo anterior y constituirá un punto importante a tratar en Sevilla. Los ministros del Interior se proponen crear hasta el año 2007 un cuerpo policial europeo para el resguardo de fronteras, si bien aún hay dificultades en cuanto a su financiamiento.