"Europa no se ha dejado intimidar"
12 de enero de 2015En Berlín, el periódico alemán Die Welt , destaca que la unidad europea demostrada en París tiene un lado oscuro: "Europa no se ha dejado intimidar por los asesinatos de París. Muchos europeos se percatan de ello, pues saben que la libertad de prensa pertenece al andamiaje esencial de una república. Pero esta determinación también tiene un lado amargo. Por lo que se sabe hasta el momento, unos cuantos terroristas fueron capaces de inducir a la opinión pública y a las elites del continente a participar en una manifestación de unidad como no había tenido lugar desde el 11 de septiembre. Tres jóvenes desesperados y poco instruidos, detrás de los cuales aparentemente no hay ninguna organización poderosa, lograron dar una lección de miedo a Europa y al mundo. Es una prueba perversa del poder del individuo, precisamente en una sociedad de masas en la cual muchos sociólogos suponen que el individuo ha claudicado."
La pluralidad de la sociedad francesa, representada en la marcha dominical, fue un aspecto central para el diario Le Figaro: “Francia se levanta, y se encuentra unida en el dolor y el coraje por las 17 víctimas, para mostrar su apego a los principios de la República. Para defender a nuestra civilización y nuestras libertades. Si tantas personas –hombres y mujeres, de izquierda y de derecha, católicos, judíos, musulmanes y ateos- sintieron la necesidad de unirse para cantar La Marsellesa, es porque algo los une: el amor a Francia, que se encuentra bajo amenaza.”
Capítulo histórico
Desde Italia, el Corriere della Sera habla de un nuevo capítulo en la historia: “Francia se ha levantado y –pese a que se encuentra herida por el terrorismo- ha reencontrado la pasión, la unidad y el orgullo. Ha arrinconado a los profetas del infortunio, a los teóricos de la decadencia y a los predicadores del retroceso. Y al hacerlo, ha escrito un capítulo meritorio de su historia. Un país golpeado por el terrorismo, opacado por la crisis económica y desplazado del escenario internacional, ha reencontrado su orgullo en un momento grande y decisivo. Dos millones de parisinos gritaron ‘Yo soy Charlie, todos somos Charlie, y no tenemos miedo. Fue una multitud enorme, colorida y de confesiones distintas, como corresponde al panorama social de la Francia moderna.”
En Praga, el Lidove Noviny advierte sobre las distintas interpretaciones de la manifestación de París: “La marcha de solidaridad en Francia fue un evento excepcional. No solamente reunió a rerpesentantes israelíes y palestinos, así como a rusos y ucranianos. Fue además un caso único en el que gobernantes de muchos países encontraron un lenguaje común. Al mismo tiempo, la manifestación fue interpretada de distintas maneras. Para unos fue una expresión de solidaridad; para otros, la defensa de la libertad de prensa, y para otros más, un argumento en la lucha contra el terrorismo real o presunto.”
Muchos destinatarios
El Neue Zürcher Zeitung, de Suiza, reflexiona: “En la manifestación estuvieron hombro con hombro representantes de la Iglesia católica, así como de las comunidades musulmana y judía. La presencia de políticos de todos los países europeos también fue una poderosa señal. El peligro del terrorismo islámico es percibido como un problema común, que amenaza a todas las naciones europeas. Por eso debe ser combatido en el marco de un esfuerzo común. Importantes representantes de países árabes o africanos también se hicieron presentes, incluso aquellos que no son conocidos como grandes demócratas. Todos se unieron en el rechazo a aquellos interesados en fomentar un ánimo de guerra interreligiosa.”
En Madrid, El País dice que la marcha fue un mensaje con muchos destinatarios: “Es innegable que Europa ha sido protagonista de horrores a lo largo de la historia; pero eso no es argumento para justificar cualquier cosa que se presente como alternativa, ni contradictorio con el hecho de que en este espacio ha florecido la civilización más luminosa y democrática que la humanidad ha conocido. Hoy hay que recordar esto frente a los fanáticos salvajes que pretenden nuestra destrucción y a los demagogos necios que disfrazan de buenismo su pusilanimidad. Desde París se envió ayer un mensaje con varios destinatarios. En primer lugar, los propios yihadistas. Los manifestantes que desbordaron el centro de París lo hicieron a la francesa: lejos de cualquier uniformidad, la manifestación se convirtió en una amalgama de participantes de todo el mundo. Cada uno acudió con la bandera, la indumentaria y los símbolos —religiosos o no— que quiso, y gritó lo que mejor le pareció. Y lo hizo en un ambiente pacífico, sin amenazas ni agresividad. La condena de unos asesinatos se convirtió en una afirmación de gentes de toda raza y religión que conciben la convivencia como ejercicio de libertad y muestra de pluralidad.”
EL (ERS)