Europa: un fin de semana de protestas
17 de diciembre de 2006Esperando elecciones
La manifestación que congregó a más de 2.000 personas en Moscú debía ser una señal. Una señal de alarma para Wladimir Putin. Una señal que invitase a la reflexión para el pueblo ruso. En 2008 los rusos eligen un nuevo presidente. Putin, tras dos legislaturas al frente del Gobierno, no podrá presentarse como candidato a no ser que modifique la Constitución. Los comicios serán decisivos, recuerda la oposición, porque en ellos los ciudadanos rusos dejarán con su voto constancia del futuro que desean para su país.
"El año que viene, cada uno deberá tomar una decisión personal sobre lo que quiere que pase en este país: sobre si seguimos aceptando que esa gente continúe con sus negocios ilegales o si, por el contrario, decidimos sacar adelante el objetivo principal de hacer de Rusia un Estado democrático", dijo el ex presidente ruso y ferviente crítico de Putin, Michail Kasjanov.
"¡Rusia sin Putin!"
La de Moscú fue "la marcha de los que piensan diferente", según la bautizó la organización. Gritos de "¡fuera el Estado policial!" o "¡Rusia sin Putin!" pudieron escucharse en las calles de la capital rusa, muy a disgusto de las autoridades.
La oposición asegura que la policía impidió el acceso a la plaza donde se desarrollaba la protesta a unas 400 personas. También dicen que 320 opositores fueron detenidos cuando se encontraban de camino a Moscú para participar en el acto, y que las fuerzas del orden tomaron presos a otros 80 manifestantes, aunque estas niegan toda detención.
"Estamos manifestándonos y eso significa que las autoridades no son tan monumentales ni poderosas. Tienen miedo de que un día digamos: ¡basta ya!", gritaba nada menos que el mismísimo campeón mundial de ajedrez Garri Kasparov en la plaza moscovita.
En una entrevista al periódico alemán Bild am Sonntag, Kasparov aprovechó para recordar a la canciller alemana, Angela Merkel, su compromiso con la defensa de los derechos humanos y los valores democráticos. "Aquí, el derecho y la ley sólo sirven para solucionar los problemas de los que tienen el poder. Si la ley molesta, se aparta", declaró Kasparov. "Occidente tampoco calló ante la Unión Soviética".
A pedradas por la cultura
En Copenhague se concentraron unas 1.000 personas, muchas de ellas venidas desde los países vecinos especialmente para la ocasión. Se trataba de protestar contra la venta y desalojo de una casa ocupada en 1982 y desde entonces convertida, con el beneplácito no oficial de las autoridades municipales, en un centro cultural para jóvenes.
Pero en 2001 la ciudad vendió el edificio a una organización religiosa. Después de que los okupas perdieran definitivamente la batalla contra la venta por la vía judicial en agosto de este año, el momento de abandonar el barco o luchar hasta el final había llegado y Copenhague se convirtió en el escenario de un espectáculo al más puro estilo del mayo del 68.
Como suele ocurrir en este tipo situaciones, la primera manifestación transcurrió pacíficamente. Una vez concluido el acto de protesta no violenta, llegó el turno de los que levantaron barricadas, provocaron incendios, rompieron escaparates, robaron tiendas y bombardearon a la policía con adoquines, botellas, cohetes y todo objeto que se mostrase propicio para emprender el vuelo.
Del lado contrario, los agentes se emplearon a fondo y un joven tuvo que ser ingresado con cuatro dedos menos en una mano. Entre los que provocaron los disturbios se encontraban no sólo radicales de izquierda, sino también de derecha. El saldo: más de 200 detenidos, entre ellos, 20 alemanes.