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Brasil se suma a sanciones contra Irán

12 de agosto de 2010

Después de meses argumentando en contra, el Gobierno de Brasil acata las sanciones decretadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra Irán. A juicio de los especialistas, la decisión era de esperarse.

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La actuación brasileña a favor del programa nuclear iraní llegó a su fin.Imagen: AP

Después de meses de debate, visitas diplomáticas y un poco de insistencia, la actuación brasileña a favor del programa nuclear iraní llegó a su fin… al menos en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU): Brasil había llegado al punto de servir de intermediario para que se transfiriera uranio levemente enriquecido, pero eso fue en el mes de mayo; el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ha terminado por acatar las sanciones decretadas contra el de Mahmud Ahmadineyad por la ONU.

La noticia fue comunicada por Celso Amorim, quien no solamente es el ministro de Exteriores brasileño, sino también uno de los principales impulsores del diálogo con el mandatario iraní. “Es evidente que el presidente Lula está contrariado, hasta cierto punto, porque nosotros votamos en contra de esa resolución”, dijo Amorim. Sin embargo, en Europa se tenía claro que a Lula no le quedaba otra opción que sumarse a quienes apoyaron la moción de sancionar a Teherán.

Lecciones aprendidas

“Un comportamiento diferente habría puesto en riesgo toda la confianza internacional que Brasil ha ganado”, sostiene el Dr. Günther Maihold, subdirector del Instituto Alemán para Política Internacional y de Seguridad (SWP) de Berlín. El experto ha seguido de cerca esta historia y ya en entrevistas anteriores con la Deutsche Welle había previsto que Brasil, por no ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, no sería el país que representaría a la comunidad internacional en materias tan difíciles como la que supone Irán y su programa atómico.

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“Es evidente que el presidente Lula está contrariado, hasta cierto punto, porque nosotros votamos en contra de esa resolución”, dijo Celso Amorim, ministro de Exteriores brasileño.Imagen: AP

De hecho, Maihold asegura que Brasil no salió sin rasguños de este conflicto: las lecciones que el país suramericano aprendió tras haberse involucrado en este conflicto pueden ser interpretadas de maneras muy diferentes dependiendo de la perspectiva que se asuma y los intereses que se defiendan, pero no cabe duda de que las aprendió. “Ahora el Gobierno de Lula sabe que no se puede tener tanta confianza en Estados Unidos porque siempre se corre el riesgo de terminar solo al final del proceso”, explica el investigador.

¿Acatará Turquía las sanciones?

De hecho, el acuerdo entre Brasil y Turquía estaba basado en solicitudes hechas por la Agencia Internacional de Energía Atómica y reiteradas por Estados Unidos quince días antes de que el presidente Lula visitara Irán. A estas alturas, Brasil percibe esa mediación como un fracaso temporal; así la describe Rafael Duarte Villa, coordinador del Núcleo de Investigación en Relaciones Internacionales de la Universidad de Sao Paulo. A sus ojos, aunque Brasil se vio obligado a echarse para atrás, el haber exhibido una diplomacia tan desenvuelta en esta materia llevará a que sea tomado en cuenta para futuras negociaciones.

Por otro lado, a Irán le ha quedado claro que Brasil no está dispuesto a apoyarlo a cualquier costo. “Brasil ha asumido esta posición porque apoya la Carta de la ONU y juega siguiendo las reglas de la comunidad internacional”, apunta Maihold. En lo que se refiere a Turquía, lo más probable es que también ese país termine acatando las sanciones de la ONU. Después de todo, como lo expone Duarte Villa, “Turquía también tiene que pensar en su futuro y actuar en concordancia con sus intereses; Turquía quiere entrar en la Unión Europea”.

Potencias ascendentes

Sinan Ogan, director del Centro Turco de Relaciones Internacionales y Análisis Estratégicos en Ankara, Turquía, advierte que ninguno de los miembros de la ONU tiene el derecho a criticar la actuación de los dos países que intentaron dialogar con Irán. “E Irán no tiene derecho a criticar a Turquía y a Brasil por acatar las sanciones”, añade, subrayando que el Gobierno turco no se abstendrá de participar en los procesos de negociación venideros: “En su rol de potencias regionales ascendentes, Turquía y Brasil pueden cooperar en el marco de muchos conflictos globales, sin limitarse al caso de Irán”.

En Europa, el compromiso brasileño en el conflicto en torno al programa nuclear iraní es percibido como una “aventura”, pero, a juicio de Maihold, otro mensaje ha llegado al Viejo Continente: “La comunidad internacional continuará viendo a Brasil como uno de sus miembros más activos e innovadores, cualidades más que necesarias en un mundo donde las posiciones y respuestas preestablecidas inhibe el hallazgo de soluciones para muchos conflictos”.

Autora: Nádia Pontes (erc)

Editora: Emilia Rojas Sasse