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Francisca Ramírez: “Ortega es la vergüenza de Nicaragua”

9 de febrero de 2019

Exiliada en Costa Rica por su oposición al gobierno de Daniel Ortega, la líder campesina nicaragüense Francisca Ramírez intenta organizar a sus compatriotas para evitar la fractura del movimiento social.

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Nicaragua | Aktivistin Francisca Ramirez
Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Castillo

"Pedimos refugio para proteger nuestras vidas porque, tristemente, no tenemos garantía en Nicaragua”, dice la campesina Francisca Ramírez, de 42 años, en entrevista con DW, al evaluar la situación de unos 52.000 nicaragüenses que -según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)- llegaron desplazados a suelo costarricense tras las protestas que estallaron hace 10 meses.

Su nombre comenzó a escucharse en 2013, cuando protagonizó las primeras manifestaciones rurales en el sur nicaragüense en rechazo a la construcción de un canal interoceánico que el presidente Daniel Ortega otorgó en concesión al empresario chino Wang Jing. Junto a sus compañeros, Ramírez organizó en cinco años más de 180 marchas en la zona de la ruta canalera, en rechazo al megaproyecto valorado en 50.000 millones de dólares y que hasta hoy sigue en suspenso.

Los campesinos aseguran que la Ley 840, base de la concesión canalera, busca el despojo masivo de territorios y propiedades en una región de gran riqueza en Nicaragua, con acceso a ambos océanos y al lago Cocibolca, uno de los más grandes de América Latina.

 "La represión que el mundo conoció en 2018 nosotros ya la sufríamos. En el campo ya habíamos sido apresados, llevados a (la cárcel policial de) El Chipote y confiscados nuestros bienes. Cuando íbamos a una marcha nos bloqueaban, nos tiraban balas de goma y de plomo”, dijo al recordar el origen del movimiento.

Daniel Ortega es sindicado como el principal responsable de la crisis por la oposición.
Daniel Ortega es sindicado como el principal responsable de la crisis por la oposición. Imagen: Getty Images/AFP/I. Ocon

Fue así que cuando los estudiantes se rebelaron en Managua el 18 abril de 2018 frente a la aprobación de una polémica reforma al seguro social, Ramírez ya era una figura mediática. El gobierno la acusó de participar en "actos de terrorismo” en los "tranques”, retenes colocados en las principales carreteras del país. La Policía asegura que en esos puntos se cometieron atracos a civiles e incluso ejecuciones de policías durante las protestas.

"Nuestra lucha siempre ha sido pacífica y las marchas que hicimos durante años fueron cívicas”, alega "doña Chica", como la llama la prensa. "El que ha generado violencia es el régimen del dictador Ortega, que ha asesinado a casi 500 personas y tiene más de 700 presos políticos”, agrega.

La dirigente dice que "Ortega es la vergüenza de Nicaragua" y descarta la vía armada para resolver la peor crisis que ha vivido el país en décadas. "Nosotros sabemos que es mejor actuar cívicamente que ir a una guerra donde se perderán más vidas y la economía quedará destruida”, señala.

El exilio

La campesina salió del país en agosto por algún "punto ciego” de la frontera sur. Tras ella huyeron más de 40 miembros de su familia, también amenazados por haberse involucrado en las protestas y "tranques”. "Por mi lado estamos 41 viviendo en la misma casa, entre hijos, nietos, hermanos, papá, mamá, cuñadas, sobrinos, y por el lado de mi esposo otra cantidad grande”, dice.

"Aquí se pasa hambre, frío y no tenemos trabajo fijo. Entre los refugiados hay hasta 50 en una sola casa y tal vez sólo cinco tienen permiso laboral, pero todo se comparte. Donde come uno, comemos todos y el sufrimiento lo convertimos en fuerza”, afirma.

Aunque no tiene parientes "de sangre” presos, lamenta que seis líderes del movimiento campesino estén en la cárcel, como Medardo Mairena, Pedro Mena y Víctor Díaz. Menciona también a los estudiantes que conoció en las protestas, Amaya Coppens y Byron Estrada, y a los periodistas Lucía Pineda y Miguel Mora. "Ellos son mi familia presa”, asegura.

Los refugiados reciben ayuda de otros nicaragüenses radicados desde hace años en Costa Rica (hay más de 300.000 según datos oficiales) y de los comités SOS Nicaragua que se han formado en otros países.

Ramírez insiste en la "unidad de todos los nicaragüenses” en medio de las acciones del gobierno contra las voces disidentes y los riesgos de división del movimiento "azul y blanco”, el color de la bandera de Nicaragua que reivindican los opositores a Ortega. También rechaza a los que dicen que quienes marcharon al exilio estarían buscando protagonismo para llegar a ocupar altos cargos en un gobierno post-Ortega: "Yo no pido ni un tuco (trozo) de tortilla. No hay necesidad de tener un cargo público para trabajar por su país”.

Las protestas han estado marcadas por el uso de las fuerza policial para reprimir a los manifestantes.
Las protestas han estado marcadas por el uso de las fuerza policial para reprimir a los manifestantes. Imagen: Getty Images/AFP/I. Ocon

"Al menos yo sólo quiero tener algún día una patria en libertad, donde se respeten los derechos, donde no se vuelva a repetir la historia de jóvenes asesinados y campesinos desplazados solo por pedir democracia, que no vuelvan a haber dictadores y gobiernos corruptos. Ese es mi sueño”, enfatiza.

Premio Homo Homini

A juicio de Ramírez, Ortega ha cometido crímenes de lesa humanidad y la respuesta de la comunidad internacional frente a su gobierno no ha sido la mejor. Falta más presión, opina. "Sabemos que Ortega no dejará el poder por su voluntad, y aunque es el pueblo el que debe presionarlo, el mundo también puede ayudarnos a salir de esta crisis. Pero no lo hagan tarde, no esperen a que haya cinco mil muertos, diez mil presos para decir basta ya”, advierte.

Con ese objetivo, la dirigente viajó en enero a Panamá para participar en la Jornada Mundial de la Juventud y, con suerte, poder ver al papa Francisco. Junto a otros nicaragüenses logró colarse entre la multitud y entregarle a Jorge Bergoglio una carta "contándole lo que pasa en Nicaragua y nuestra esperanza de que él pueda influir para lograr un cambio”.

Esta semana, Francisca Ramírez recibió el premio Homo Homini, que concede la ONG checa People In Need para reconocer la labor de defensores de los derechos humanos, la democracia y la resolución no violenta de los conflictos políticos.

"Francisca Ramírez da un ejemplo inspirador, porque demostró que si las personas comunes y corrientes sin poder o dinero pueden unirse, se vuelven poderosas en sus esfuerzos por proteger sus propios hogares, el medio ambiente y los derechos humanos”, dijo Sylva Horáková, directora del Centro de Necesidad para los Derechos Humanos y la Democracia, al anunciar el galardón.

Para Francisca Ramírez, este no es un premio personal, sino "un reconocimiento al pueblo de Nicaragua que sigue en resistencia”. (dzc)

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