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Francisco en Cuba y EE. UU.: culminar la reconciliación

Darío Menor17 de septiembre de 2015

La visita del papa Francisco a Cuba y EE. UU. causa gran expectación en ambos países. Se espera que el Papa pida el fin del embargo, como hicieron sus predecesores y como hace la Iglesia cubana.

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Imagen: Reuters/A. Bianchi

“Está un poco nervioso por venir”. La confesión la hizo hace unos meses el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York. Estaba hablando sobre el papa Francisco, que inicia el sábado su viaje más largo desde que comenzó su pontificado. Del 19 al 22 de septiembre estará en Cuba, para volar a continuación a Estados Unidos, donde permanecerá hasta el día 28. Jorge Mario Bergoglio nunca ha visitado estos países, salvo una breve estancia en el aeropuerto de La Habana, y no ha tenido empacho en reconocer a los miembros de su círculo más íntimo que esta visita le da un poco de vértigo.

El viaje tenía un objetivo inicial -participar el Encuentro Mundial de las Familias que se celebra en Filadelfia- que fue ampliándose con el paso del tiempo. Primero se sumaron las invitaciones para intervenir en el Congreso de Estados Unidos y en la Asamblea General de Naciones Unidas. Luego llegó el gran salto adelante: a finales de diciembre del año pasado Washington y La Habana anunciaron que retomaban sus relaciones diplomáticas y, pocos meses después, el Vaticano reconoció que incluiría una etapa en la mayor de las Antillas en el viaje a Estados Unidos que Francisco estaba preparando.

Papel clave en las negociaciones

Bergoglio llega así a dos países en cuya reconciliación ha tenido mucho que ver. Basándose en la callada labor de mediación que lleva décadas haciendo la Iglesia cubana, el Papa ejerció de intermediario entre los Gobiernos de Barack Obama y Raúl Castro para que volvieran a sentarse a negociar. Incluso abrió el territorio vaticano para que se celebraran algunas de las conversaciones secretas de ambas delegaciones. El primer obispo de Roma latinoamericano continuaba así el camino abierto por Juan Pablo II y Benedicto XVI, quienes visitaron “la perla del Caribe” en 1998 y 2012, respectivamente.

Los dos dejaron titulares aún hoy recordados. “Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”, pidió el Papa polaco, mientras que su sucesor reconoció que tanto este país latinoamericano como el resto del mundo “necesitan cambios”. Estos sólo se darían “si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad”.

Los cubanos sienten gran curiosidad por saber lo que Bergoglio les va a decir. “El Papa pedirá el fin del embargo, como hicieron sus predecesores y como hace la Iglesia cubana. Se puede prever que la caída de los muros favorecerá una mejora económica y de las condiciones de vida en la isla, así como una situación menos rígida del régimen y el desarrollo de una sociedad más plural”, explicó en el diario italiano La Stampa el profesor Guzmán Carriquiry, secretario encargado de la vicepresidencia della Pontificia Comisión para América Latina.

Tildado de “comunista” por los conservadores

Como también hicieron Juan Pablo II y Benedicto XVI, Francisco será recibido por Fidel Castro, el histórico líder revolucionario cubano. Será el cuarto obispo de Roma con el que trate, pues a estos tres se suma Juan XXIII, quien aunque no visitó la isla, ejerció un papel de mediador para desactivar en 1962 la Crisis de los Misiles.

Bergoglio utilizará el español en la Asamblea de Naciones Unidas y en la misa que presidirá en Washington, en la que canonizará a Junípero Serra, el llamado “apóstol de California”. En esta ceremonia se espera una gran participación de fieles de origen latino. Será una suerte de demostración del peso en la Iglesia estadounidense de los hispanos, quienes en unos años se convertirán en la mitad de los católicos del país.

Suscita gran atención lo que Francisco vaya a decir en su visita a la Casa Blanca, donde se reunirá con Obama, y en el Congreso. Es de Estados Unidos de donde le han llegado más críticas, pues algunos feligreses conservadores han llegado a calificarle de “comunista” por su denuncia de los excesos del capitalismo. Con toda esta expectación, parece normal que Bergoglio se sienta “un poco nervioso” antes de emprender este viaje.