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Francisco receta reconciliación a Colombia

Darío Menor
11 de septiembre de 2017

La búsqueda de la reconciliación fue una constante durante la estancia del Papa en Colombia. Está por verse si su mensaje cala también en la esfera política y lleva a superar la polarización.

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Kolumbien Papst Franziskus beendet seine Besuch
Imagen: Reuters/F. Rios

Va a ser difícil que el Papa Francisco se olvide de los cinco días que ha pasado en Colombia. Y no sólo por el moretón y la herida que le quedaron en la ceja y en el pómulo izquierdos debido al pequeño incidente sufrido ayer en Cartagena de Indias, última etapa de su estancia en el país latinoamericano con citas previas en Medellín, Villavicencio y Bogotá. Al poco de llegar a la ciudad caribeña se golpeó en la cara con la estructura del papamóvil mientras trataba de saludar a un niño, uno de los cientos de miles de personas que le aclamaron por las calles, mostrando el enorme apego de los colombianos hacia Jorge Mario Bergoglio. Esta 'papolatría' va más allá de su condición de líder católico y se explica por el deseo de que su visita contribuya a solidificar la paz acordada entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC.

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La búsqueda de la reconciliación ha sido una constante durante la estancia de Bergoglio en Colombia. "Se nos exige generar 'desde abajo' un cambio cultural: a la cultura de la muerte, de la violencia, respondemos con la cultura de la vida, del encuentro”, dijo en la multitudinaria misa que presidió en Cartagena de Indias, donde pronunció una homilía de marcado carácter político y en la que volvió a condenar el narcotráfico. Advirtió de que “si Colombia quiere una paz estable y duradera”, tiene que dar urgentemente un paso hacia “el bien común, la equidad, la justicia y el respeto de la naturaleza humana”.

Este era el gran objetivo de su viaje y, al menos a nivel popular, parece haberlo conseguido. "La gente ha entendido que hay que dar un paso adelante cada uno para superar la polarización. Ahora habrá que ver si este ambiente también cala entre los partidos políticos”, explica Cristián Rojas, profesor de ciencias políticas de la Universidad La Sabana, quien se muestra confiado en que la visita papal contribuya a "rebajar la tensión” generada por la negociación con las FARC.

Impacto en los católicos conservadores

Sandra Borda, politóloga de la Universidad de Los Andes, considera que a partir de ahora los obispos colombianos cambiarán de actitud hacia el proceso y se mostrarán más en la de Bergoglio. "Esperemos que la jerarquía eclesiástica haga un esfuerzo verdadero para contribuir a la reconciliación, pues una parte del episcopado no contribuyó al acuerdo con las FARC”, apunta. Precisamente en el discurso que dedicó a los 130 prelados del país, Francisco les reclamó que sostengan "el coraje del primer paso hacia la paz definitiva, la reconciliación, hacia la abdicación de la violencia como método”.

Borda espera que los católicos conservadores puedan transitar hacia posturas más "flexibles al proceso” al escuchar al obispo de Roma. "Es una figura internacional respetada por todos los sectores que está contribuyendo a que la gente coloque en otro ámbito el debate sobre el proceso de paz. Lo saca de la instrumentalización política y lo coloca en una postura más espiritual y existencial. Es algo positivo y útil para todos, sean o no católicos”.

Pese al ambiente enormemente favorable vivido durante la visita papal, de momento sus peticiones a favor de la reconciliación no parecen haber calado en la clase política. Bergoglio no ha sido capaz de lograr que coincidieran en ninguno de sus actos el presidente Santos con su antecesor, el líder opositor Álvaro Uribe, quien ha hecho del rechazo a la negociación con las FARC su mayor atractivo electoral y promete retocar los acuerdos si su partido vence en los comicios presidenciales del año que viene.

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Timochenko pide perdón

"Este proceso va mucho más allá de la política electoral y de las consideraciones jurídicas”, considera Rodrigo Rivera, Alto Comisionado para la Paz, quien critica a los que "niegan el proceso” y "no reconocen” ninguno de los pasos dados hasta ahora. "La indiferencia no puede ser la reacción frente a lo que está ocurriendo. Si es así, fracasaremos en este máximo reto que tenemos como generación”. En quien sí parecen haber tenido algún efecto las palabras del Papa es en el líder de las FARC, Rodrigo Londoño, alias 'Timochenko', que aprovechó la presencia en el país de Bergoglio para enviarle una carta abierta en la que se disculpa por los atropellos cometidos por la guerrilla. Reciclado hoy como el máximo dirigente del partido político impulsado por las FARC, 'Timochenko' reconoce sus errores y pide perdón "a todos los hombres y mujeres que de algún modo fueron víctimas” de sus acciones.

Humberto de la Calle, negociador jefe del Ejecutivo durante casi cuatro años en las conversaciones con las FARC, celebra la carta de 'Timochenko' y está convencido de que sus intenciones son honestas. "Dejaron las armas y crearon su partido político. Se trataba justo de eso. Pueden seguir proponiendo sus ideas por radicales que sean, nunca les exigimos que cambiaran su línea política, simplemente se trata de hacer política sin armas. Las FARC están realmente comprometidas con este propósito”, apunta. En su opinión, la fractura provocada por el proceso de paz irá cerrándose conforme vayan viéndose los beneficios del nuevo escenario. "El hecho clave es que el conflicto terminó. No ha habido una sola víctima mortal más en la confrontación con las FARC”.

El propio Francisco considera que Colombia está pasando página. "Yo percibí las ganas de ir adelante con este proceso, que va más allá de las negociaciones, es un deseo espontáneo y ahí está la fuerza del pueblo”, consideró durante el vuelo de vuelta a Roma. También que volvió a pronunciarse sobre la situación de Venezuela. En la cuarta ocasión que se refería al país caribeño desde que comenzó su viaje a Colombia, dijo que la ONU debería hacerse oír para ayudar en el "problema humanitario” que existe en esta nación debido a la crisis política, social y económica que sufre.