Salvar a un monito que pertenecía a un hombre ebrio le cambió la vida a la publicista Lívia Botar. Lo llamó Mucky. Luego fue rescatando más y más primates maltratados. Sus protegidos llegaron a ser cincuenta y siete. ¿Cómo mantenerlos en medio de una ciudad como São Paulo? Ella lo había organizado todo: hasta llevaba monos a la oficina donde trabajaba. Todo resultó bien durante cinco años. Hasta que un vecino la denunció. En este caso vale decir "no hay mal que por bien no venga” pues gracias al exhaustivo registro de los monos rescatados se salvó de pagar una multa. Y le pusieron una condición: en seis meses, a más tardar, debía trasladar a sus protegidos a una zona rural. Se mudó a una chacra, no muy lejos de donde hoy se ubica Projeto Mucky. Haber conseguido un área de 20.000 metros cuadrados destinados a la conservación de todo tipo de monos "es el resultado de la energía del universo”. Por supuesto, sin olvidar a las madrinas y a los padrinos que ayudaron a financiar su proyecto.