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G-8: efecto limitado de Rusia

Ingo Mannteufel/mb17 de julio de 2006

La meta de Putin estaba clara para la cumbre del G-8 en San Petersburgo: incrementar el prestigio internacional de Rusia y aportar a su integración en el círculo de las naciones industrializadas líderes. No ha resultado.

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"Un gran éxito de relaciones públicas".Imagen: AP

Desde hace años los rusos se quejan de la mala imagen que tiene su país en Occidente. La honrosa presidencia del consejo del G-8 representaría el punto de inflexión para Rusia, así lo había planeado el Kremlin: un gran éxito de relaciones públicas. Para ello no escatimó esfuerzo ni gastos, y contrató la asesoría de la agencia publicitaria norteamericana Ketchum. Que una especialista en comunicaciones de occidente puede ser útil cuando se trata de comercializar mejor el propio punto de vista, lo probó el gran enemigo de Putin, Míjail Jodorkosvki, con su ahora casi destruida empresa petrolífera Yukos; para ésta trabaja hasta el día de hoy una de las mejores agencias publicitarias, la APCO.

Imagen de Rusia y mensaje de Putin

Al ascendente de los asesores occidentales y los tecnólogos políticos rusos es de agradecer que el presidente Putin y sus ministros hayan tomado parte en todo acontecimiento político previo a la cumbre del G-8. Tanto en mini cumbres de líderes religiosos o de sindicalistas, transmitidas a través de la red por la BBC o la agencia de noticias RIA Novosti, como en entrevistas televisadas exclusivas a empresarios líderes de los países del G-8, el mensaje de Putin ha sido claro: Rusia es un país estable, democrático y próspero económicamente, con derecho a ser un interlocutor válido en asuntos internacionales.

George W. Bush, Wladimir Putin mit ihren Ehefrauen
Putin y su esposa saludan al presidente norteamericano y a su esposa, a su llegadaImagen: AP

Seguramente Putin y los líderes rusos pueden anotarse algunos éxitos: los medios occidentales han subrayado el importante rol de Rusia para la economía mundial. También se ha mostrado mayor comprensión para las posturas rusas e incluso el desarrollo interno de Rusia se ha expuesto de manera más diferenciada. Sin embargo, el defectuoso Estado de derecho, el centralismo de Putin, la ausente libertad de prensa en la televisión y el rigor con que se trata a las fuerzas opositoras siguen en la mira de los medios occidentales.

Cuestionable es si Putin logrará mejorar sustancialmente la imagen de Rusia, pues demasiado grande es el resquemor occidental en cuanto a su desarrollo interno. Se manifestará claramente cuando el próximo año comience a barajarse la cuestión de su sucesor y de las elecciones parlamentarias y presidenciales 2007/2008. Entre Rusia y Occidente no se interponen sólo asuntos mediáticos.

Objetivos económicos fracasados

Tampoco en su segundo objetivo, el de integrar a Moscú como gran potencia energética entre las naciones líderes, ha avanzado Putin sustancialmente. Ni ha logrado que Estados Unidos lo apoye en sus propósitos de entrar a la Organización Mundial de Comercio ni los europeos han modificado su postura en el tema energético, pues insisten en la ratificación de la Carta Energética Europea antes de que el consorcio ruso Gasprom pueda acceder sin obstáculos al mercado.

En cambio hubo diplomáticas declaraciones generales y no vinculantes en cuanto al compromiso conjunto con respecto a los recursos energéticos mundiales y el mejoramiento de la eficiencia energética. Esto, aunque no deja de ser importante, es bastante poco para un tema que el propio Kremlin había puesto en la agenda. En cierta medida fue la declaración conjunta en cuanto a la violencia en Cercano Oriente lo que salvó a la primera cumbre rusa del G-8 de un final sustancialmente anodino.