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Günter Grass: un espíritu controvertido

Jochen Kürten (JAG/ JOV)13 de abril de 2015

Últimamente, en Alemania se consideraba que Grass era un autor envejecido y arisco. Reconocer tardíamente su pertenencia a las SS dañó su imagen. Su obra ha sido, injustamente, poco reconocida, opina Jochen Kürten.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Sería una pregunta interesante: ¿Cómo se juzgaría hoy a Günter Grass si hubiese sido más comedido con sus opiniones políticas? ¿Y si hubiese hablado mucho antes de su pasado en las SS? Probablemente, Alemania estaría orgullosa de este autor, orgullosa de quien escribió “El tambor de hojalata”, orgullosa del Premio Nobel y de un renombrado autor en la literatura mundial. ¿Está Alemania hoy orgullosa de Grass? Aunque ahora sea nombrado por muchos escritores, a muchos otros les queda un sinsabor. Una sensación entendible en base a tres razones.

Ganas de provocar

Primera: Grass fue a veces demasiado incisivo en sus declaraciones. Políticamente iba más allá de lo esperado. Era su derecho e incluso su trabajo como autor crítico de la segunda mitad del siglo XX. Grass no solo se comprometió con la democracia y los derechos humanos, obligando a algunos a aceptar su opinión. Sino que en algunos temas iba tan lejos que, tanto en el arte como de cara a la opinión pública, hacía hervir la sangre de sus opositores políticos.

Günter Grass habló contra la reunificación alemana. Demasiado rápido, dijo entonces en Lübeck, defendiendo la permanencia de dos estados alemanes. Su opinión sobre Israel también provocó indignación: "Un país que provoca guerras y pone en peligro la paz mundial". Igualmente le perjudicó calificar la visita de Helmut Kohl a un cementerio de soldados como una tergiversación de la historia.

Grass era la conciencia de la nación. Por lo menos, así lo veían muchos. Al contrario que su compañero literario Heinrich Böll, tenía demasiado temperamento como para no decir nada y estaba dispuesto a la provocación, desconcertando con sus apariciones a media Alemania.

Reconocimiento tardío

Como segunda razón, cuando el escritor reconoció haber pertenecido a las SS en su libro autobiográfico “Pelando la cebolla” llegó la catástrofe. Precisamente él, el predicador de la buena conciencia, había callado sobre su pasado y eso era demasiado. No haber ocultado su cautiverio ante las tropas estadounidenses aliadas y haberlo reconocido después a sus amigos escritores no le ayudó. Un hombre que reclama la historia pero no puede enfrentarse a la suya propia fue su final de cara a parte del público.

La lucha con la crítica literaria

Jochen Kuerten
Jochen Kuerten

La tercera causa para la deteriorada imagen del Premio Nobel en su país también es importante. Desde muy temprano, Grass tenía una pelea continua contra la crítica literaria del país. Marcel Reich-Ranicki, crítico más influyente de Alemania, y el “Frankfurter algemeine”, para muchos la voz intelectual del país, criticaban continuamente a Grass marcando la imagen del escritor. Las heridas provocadas en ambos bandos ya eran incurables. A juicio de Reich-Ranicki y su entorno, Grass no había hecho nada significativo desde “El Tambor de hojalata“, “El gato y el ratón” o “Encuentro en Telgte”. Literatos y expertos extranjeros lo veían de otra forma, pero Reich-Ranicki tenía la palabra de cara al público en Alemania.

Una mirada a su obra literaria

Con su actitud cada vez más terca marcada por la edad, Grass también contribuyó a esa imagen. Su tardío reconocimiento sobre las SS fue un gran error, pero eso no cambia que Günter Grass sea uno de los pocos autores alemanes reconocidos a nivel mundial. En él se inspiraron autores de renombre como Salman Rushdie o John Irving. Ahora, pensando en el difunto, deberíamos pensar en sus novelas, sus cuentos y su lírica. Indudablemente, Günter Grass fue uno de los escritores alemanes más importantes tras la II Guerra Mudial.