Hágase la luz
19 de marzo de 2013
En los países industrializados las personas solo se dan cuenta de la gran importancia de un suministro estable de electricidad cuando éste se corta temporalmente después de una fuerte tormenta. Sin embargo, en muchos países, el suministro deficiente de electricidad es parte del día a día. Según cálculos de las Naciones Unidas, alrededor de 1.500 millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por la denominada "pobreza energética". Es decir, no tienen conexión a una red pública de electricidad y eso significa que no pueden cocinar, ni tener calefacción, ni luz eléctrica.
Durante el día, el sol proporciona la luz. Gracias a proyectos como el "1 liter of light" implementado en Filipinas, aún las chozas de calamina sin ventanas pueden recibir luz a través de lámparas hechas de botellas plásticas llenas de agua y que cuelgan de los techos transportando la luz del sol e iluminando viviendas. Sin embargo, cuando llega la noche, los moradores tienen que recurrir a combustibles fósiles para su iluminación. Generalmente, se usa el queroseno. Lo cual supone un peligroso juego con el fuego. “Estas lámparas emiten humo y toxinas que equivalen al consumo de 40 cigarrillos”, explica Chris Katsaros de la empresa "Nokero".
Por medio de su empresa, Katsaros quiere eliminar el queroseno de las viviendas. De ahí el nombre de la empresa "Nokero" que significa “no kerosene” (“no al queroseno”). Además de los gases contaminantes provenientes del queroseno, existe el latente peligro de accidentes al utilizar este combustible. De acuerdo a cálculos de la empresa, más de un millón de personas mueren cada año en los incendios causados por las lámparas de queroseno. Por otro lado, no hay que ignorar las serias consecuencias que ocasionan al medio ambiente ya que “las lámparas de queroseno en todo el mundo generan el equivalente a las emisiones de CO2 de treinta millones de coches”, acota Katsaros.
Las lámparas LED son rentables: especialmente para los pobres
La empresa de Katsaros, con sede en EEUU, apuesta por modernos diodos emisores de luz (LED) en vez de combustibles fósiles. Las lámparas equipadas con LED consumen menos energía que las bombillas convencionales, pero al mismo tiempo mantienen una alta potencia de iluminación. Desde la perspectiva de Chris Katsaros, estas lámparas traen enormes beneficios económicos a las personas pobres de los países en desarrollo. "Las familias gastan del veinte a treinta por ciento de sus ingresos anuales en comprar el queroseno", dice Katsaros. A su juicio, ese dinero se podría invertir de mejor manera, por ejemplo, en la compra de alimentos y medicamentos, y en inversión en educación. Hoy en día, la tecnología está tan avanzada que se puede producir en grandes cantidades y a bajo precio. “En cuestión de pocos meses, las familias recuperan el monto invertido en la compra de una lámpara LED, a través del ahorro de queroseno”, añade.
Para hacer funcionar los diodos emisores de luz, se necesita una cantidad relativamente pequeña de energía. De ahí que la corriente puede ser fácilmente obtenida con generadores que trabajan a partir de propulsión humana o utilizando generadores renovables a base de celdas solares. Esto permite su uso sin necesidad de una conexión fija a la red eléctrica pública. De acuerdo a informes de la empresa, en dos años, “Nokero" vendió más de 500.000 bombillas y cargadores en más de 120 países. Muchas de estas lámparas se distribuyen en colaboración con socios. Por ejemplo, la lámpara "Nokero" es ahora parte del paquete de donaciones médicas del proyecto C.U.R.E. (Comisión de Ayuda de Urgencia y Equipo, por sus siglas en inglés) y también del "ShelterBox", que se utiliza en las operaciones de socorro internacional para ayudar a las personas afectadas por catástrofes. La lámpara fue utilizada por primera vez en 2011, después de un terremoto en Turquía.
"Fuerza de trabajo" genera luz
"Nuru Energy", una empresa sudafricana, apuesta por las lámparas LED como una idea de negocio sostenible para la población en las regiones donde se las utiliza. La empresa tiene como meta distribuir más de un millón de unidades en los países en desarrollo que incluyen Kenia, Uganda, Ruanda y Tanzania, dentro de los próximos diez años. El enfoque local consiste en que los propietarios de pequeñas empresas, a los que denomina "emprendedores", vendan el producto en sus aldeas. A cambio de una tarifa, ellos cargan las lámparas de energía utilizando un generador impulsado por pedales. Se trata de un dispositivo que está conectado una especie de bicicleta reclinada. De acuerdo a " Nuru Energy", pedalear durante un minuto genera suficiente energía para que una lámpara LED proporcione luz durante 400 minutos.
La fundación "WakaWaka" también apuesta por las lámparas LED solares de alto rendimiento. "La mayoría de las personas que no tienen electricidad, viven a lo largo del círculo ecuatorial donde a las seis de la tarde ya es oscuro. Sin la iluminación adecuada, ahí es cuando se acaba el día", dice Camille van Gestel, uno de los fundadores de "WakaWaka".
La luz del sol ilumina también en las noches
Esta organización, con sede en los Países Bajos, al igual que "Nokero", desarrolló lámparas LED que se recargan mediante paneles solares. Al recibir luz del sol durante el día, la energía acumulada en los paneles es suficiente para suministrar luz toda la noche. "WakaWaka" distribuye las lámparas desde mediados del 2012. La empresa cuenta con una fundación que juega un papel crucial. La fundación financia la entrega de las lámparas mediante un sistema llamado “crowdfunding” o microfinanciación colectiva (ver cuadro de información). "Los fondos que recauda la fundación nos permiten vender las bombillas a personas necesitadas por un precio mucho más bajo de lo normal, o incluso las damos gratuitamente", dice el fundador de WakaWaka Camille van Gestel. Mediante la campaña "Daremos a luz a Haití" se recaudaron más de 700.000 dólares. Con estos fondos fue posible distribuir 10.000 lámparas solares a las familias que perdieron sus casas en el devastador terremoto de 2010 en Haití. Muchas de ellas viven hoy todavía en tiendas de campaña. Gracias a las donaciones recibidas, añade van Gestel, en una ocasión anterior, la organización pudo entregar 800 lámparas solares a una escuela en Kenia.
Para ampliar su alcance, la iniciativa holandesa busca el apoyo de compradores en los países industrializados occidentales. Al comprar una lámpara que cuesta entre 39 a 79 dólares, una empresa occidental está subsidiando la luz de familias de bajos recursos en otros países. "Mediante esta forma de micro-financiamiento queremos asegurarnos de que las lámparas solares LED sean asequibles también para las personas que solo cuentan con dos dólares al día para vivir", dice Camille van Gestel.
Autor: Keung Cheung Po / CS
Editor/a: Emilia Rojas Sasse