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Hacia una Europa más… ¿respirable?

Christian Ignatzi / JAG17 de octubre de 2013

Expertos piden mayor control de la contaminación en Europa, un problema que afecta sobre todo a las grandes ciudades.

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Imagen: picture-alliance/chromorange

La calidad del aire en Europa es el mayor problema medioambiental, proclaman las asociaciones de ecologistas. "Sobre todo si además añadimos el dióxido de carbono”, indica Jens Hilgenberg, de la Asociación Alemana para el Medio Ambiente y la Protección de la Naturaleza (BUND). Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, el problema es preocupante. El 90 % de los habitantes de las ciudades de la Unión Europea están sometidos a concentraciones de gases nocivos catalogados como perjudiciales por la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Son gases como el dióxido de carbono, el dióxido de nitrógeno o las partículas en suspensión”, aclara Hilgenberg.

Pese a que, como indica la valoración de la Agencia, en los últimos años ha habido claros progresos en la calidad del aire y las emisiones de partículas retrocedieron un 15%, para Hilgenberg “el problema es que la suciedad sigue ahí. Sólo que no la vemos”. A través de filtros de partículas integrados en los nuevos motores diesel se evitan ciertas emisiones. Pero las partículas microscópicas siguen contaminando el aire, para ser posteriormente atrapadas por las mucosas. “Entran directamente en el flujo sanguíneo y pueden afectar al cerebro”, aclara Heiko Balsmeyer, del Club de Tráfico Ecológico de Alemania

Tráfico, hornos, fábricas…

Junto con BUND y otras asociaciones europeas, este Club de Tráfico tiene como objetivo mejorar la calidad del aire. Para ello fundaron el proyecto Clean Air. “Intentamos que los habitantes de las ciudades utilicen más los medios de transporte publico y las bicicletas”, dice Balsmeyer, responsabilizando también a los organismos de la UE: “las medidas no son suficientes. Necesitamos mejores directrices”.

Para Jens Hilgenberg ,sin embargo, el culpable no es el Parlamento Europeo: “las disposiciones son buenas pero no se implementan consecuentemente”. Para él, el problema es distinto en cada país: “En Polonia son las centrales de carbón las que ensucian el aire, en Dinamarca las calefacciones alimentadas con madera y en Alemania es sobre todo el tráfico el que provoca la contaminación”. En comparación con el resto de Europa, Alemania está mejor posicionada que otros países. “Un ejemplo positivo son nuestras zonas medioambientales”, dice Hilgenberg, aludiendo a zonas donde sólo pueden transitar vehículos que provoquen menos emisiones. En ese sentido, Berlín está a la cabeza de Europa, continúa el experto.

A lo que aspiran los ecologistas europeos es a un mayor control de vehículos que no circulan por el tráfico normal. “La UE está elaborando directrices para ellos”, dice Hilgenberg. Dichas normas se ocupan de máquinas de construcción, barcos, grúas y otros vehículos motorizados. “Tenemos grandes esperanzas en que la UE endurezca su regulación. Sobre todo en cuanto al tráfico fluvial, por su alto nivel de contaminación”.

Problema mundial

A pesar todo, Europa está bien situada en la escena global, según la Agencia Europa de Medio Ambiente. Las emisiones en grandes ciudades de África y Asia son mucho más altos. Aunque “esta afirmación solo es cierta en parte”, dice Hilgenberg: “Si se analiza la cantidad de partículas en el aire, las cifras son realmente menores en Europa. Pero la diferencia es mínima”. Tampoco los filtros de partículas son la solución perfecta. “Eliminan el 90% de las sustancias nocivas del aire”, aclara Balsmeyer. Pero solo eliminan las grandes. Las partículas más pequeñas siguen presentes y son igualmente peligrosas.

Blick auf die abendliche Smog-Glocke über Los Angeles. (Aufnahme von 1984).
Los Ángeles bajo el smog.Imagen: picture-alliance/dpa

Hasta que la calidad del aire mejore en Europa, a la UE todavía le queda un largo camino. Sin embargo, no debería perder el tiempo para lograr este cometido. Además de para la salud, la contaminación también conlleva riesgos económicos, como la reducción de 27 millones de toneladas en cosechas de cereal, provocada en el año 2000 por las altas concentraciones de ozono.

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