Helmut Kohl, el europeo
29 de marzo de 2010“La unidad alemana y la unidad europea son dos caras de la misma medalla”: una frase que no faltó en casi ningún discurso de Helmut Kohl. Y no sólo mientras Alemania estuvo dividida, sino también después. Kohl, el historiador, siempre estuvo convencido de que Alemania podía reunificarse sólo si Europa lograba superar su escisión en dos bloques. Y de que Alemania, el país europeo con el mayor número de vecinos, sólo podría tener un futuro promisorio en una Europa políticamente unida. Con esas ideas, Kohl se transformó en el canciller de la unidad europea.
Helmut Kohl fue un hombre del poder. Sin duda. Pero algo le era más importante aún: la unificación de Europa. Ya en su juventud, después de la II Guerra Mundial, arrancó mojones fronterizos en la divisoria entre Alemania y Francia. En su primera declaración de Gobierno, en octubre de 1982, cuando Occidente y el Este aún se hallaban enfrentados, armados hasta los dientes, Kohl pronunció una profética frase: “La idea europea creó reconciliación más allá de las fronteras y sentó la piedra fundamental de un orden estable en Europa. La política europea debe ser siempre una política a favor de la paz y la libertad”.
Un año antes, su antecesor, el socialdemócrata Helmut Schmidt, había lanzado junto con Italia una iniciativa para transformar las Comunidades Europeas (CE), fundamentalmente económicas, en una unión política. Kohl mantuvo y profundizó esa línea: “nuestro objetivo continúa siendo la unión política de Europa”.
Europeos alemanes y alemanes europeos
No todos los Estados europeos se adherían a ese objetivo. Pero Kohl y el presidente francés François Mitterand decidieron avanzar por la senda de la Unión Europea aún cuando no todos los siguieran. Ello fue decisivo. La cumbre de Milán de las CE en 1985 dio inicio a un proceso que llevó a la creación de la Unión Europea en 1992 y luego del mercado interno común.
Helmut Kohl tampoco olvidó a Europa cuando ya se avizoraba el fin de la división alemana y en medio de entusiasmo nacional era percibido fundamentalmente como canciller de la unidad de Alemania: “Queridos amigos, fracasaríamos en este momento histórico si no aprovecháramos la oportunidad para, en la hora de la unidad de Alemania y de Europa, ser europeos alemanes y alemanes europeos simultáneamente. Ésa es la señal que queremos dar.”
El ex presidente del Parlamento Europeo Hans-Gert Pöttering, cristianodemócrata al igual que Kohl, alaba hoy esa postura: “Helmut Kohl siempre supo que Alemania, ni dividida ni unida, podía representar sola los intereses y valores alemanes y europeos en el mundo. Por ello siempre estuvo a favor de la unidad de europea como idea de paz, para que las tragedias del siglo XX, los sistemas totalitarios y las guerras, no se repitieran”
La moneda común es un trozo de identidad cultural
Luego de superada la división de Alemania, Kohl continuó luchando por una más estrecha unidad de Europa, dándole particular importancia sobre todo a la creación de una moneda común: “Las monedas siempre fueron mucho más que el mero dinero o un medio de pago. Siempre fueron y son un trozo de identidad cultural, y, no olvidemos, también una medida de la estabilidad política y social”.
Luego de haber perdido las elecciones, pero aún como canciller en funciones, Helmut Kohl participó en octubre de 1998 por última vez en una cumbre de la UE. Los jefes de Gobierno y Estado reunidos le rindieron un homenaje que antes sólo se le había rendido a Jean Monnet, el precursor de la unidad europea: lo nombraron “ciudadano europeo de honor”.
Kohl aprovechó el discurso de agradecimiento para hacer un llamado: “Nosotros, los europeos de la actual Unión Europea, debemos cumplir con nuestra promesa dada a los europeos del centro, el este y el sudeste del continente: que también ellos son parte de Europa. Debieron vivir muchas décadas bajo un régimen comunista, pero en toda su inspiración y todo su camino como pueblo –y ello vale para todos los países candidatos a ingresar a la UE– se sienten profundamente europeos”.
Con preocupación ve seguramente hoy Helmut Kohl que ese sentimiento europeo parece debilitarse, también en Alemania. Por ello cobran candente actualidad las palabras que pronunció con ocasión de su nombramiento como ciudadano europeo de honor: “Mi más profundo deseo es que lo que aquí en Europa es para muchos un sobreentendido, no sea un sobreentendido para los gobernantes. La unidad europea es un bien precioso, un bien que no nos ha caído del cielo por casualidad, sino un bien para cuya creación muchos han trabajado y bregado.”
Autor: Peter Stützle / Pablo Kummetz
Editor: José Ospina Valencia