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Hemingway y Marlene: pasión platónica

Luna Bolívar Manaut4 de abril de 2007

Se amaron desde el momento en que se conocieron: en 1934 a bordo del Ile de France. Hemingway plasmó en 31 cartas, que ahora se exponen en un museo de Boston, su pasión por la cantante y actriz alemana Marlene Dietrich.

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Cartas de amor para Marlene.Imagen: AP

"Marlene, te quiero por encima de todas las cosas, y lo sabes endemoniadamente bien", escribía Ernest Hemingway a Marlene Dietrich desde Cuba. Era el año 1950 y su correspondencia, por lo menos de la que se tiene constancia, duraría nueve años más. En 1961, Hemingway se quitaba la vida. Para entonces ya había escrito El viejo y el mar, el libro que le otorgó el Premio Nobel, y que tecleó con la misma máquina de escribir con la que durante más de una década trascribió su amor por Marlene.

Políticamente cercanos

Marlene Dietrich endlich Ehrenbürgerin
La bella Marlene: nacida para ser estrella.Imagen: AP

Desde niña, Marlene se preparó para ser una estrella. Clases de piano, horas de equitación… Marlene hablaba fluidamente francés y chapurreaba el inglés siendo aún muy joven. El teatro fue su primer escenario. Luego vinieron los contratos en Hollywood.

Al contrario que otras artistas alemanas de su época, Marlene decidió oponerse a la victoria de su patria en la II Guerra Mundial. Activamente luchó contra Hitler, apoyando a quienes huían de la Alemania nazi y usando su voz y su talento interpretativo para motivar a los soldados estadounidenses: en el frente y arriesgándose más de una vez a caer bajo arresto nacionalsocialista.

Castro und Hemingway
Ernest Hemingway y Fidel Castro.Imagen: AP

En su compromiso político, Marlene Dietrich y Ernest Hemingway coincidían. También el escritor estadounidense participó en la II Guerra Mundial, y en la primera y en la guerra civil española, haciendo como su admirada germana aquello que mejor sabía hacer: escribir. Como reportero, Hemingway narró estos y otros conflictos, y sus trabajos le hicieron merecedor de un premio Pulitzer.

Cuba fue la patria adoptiva de Hemingway, igual que Estados Unidos se convertiría en el hogar postizo de Marlene. Y desde la isla, llegaban con regularidad cartas a Nueva York. "Te quiero y te abrazo firmemente y te beso fuerte", podía leerse en ellas.

La bella y el vividor

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Marlene Dietrich en "El ángel azul".Imagen: AP

Bella como un ángel, fría como el color azul: El ángel azul se titulaba una de sus películas más famosas y podría coincidir con una descripción de Marlene. Si políticamente Marlene se alejaba de los acontecimientos que se estaban produciendo en su tierra, su condición de germana e hija de un teniente de policía de la Alemania imperial la llevaba incrustada en el carácter.

De voz profunda y gesto serio, Marlene se diferenciaba del apasionado vividor Hemingway, quien siempre rodeado de mujeres, convirtiera la fiesta española en tema para una novela. "My little kraut" (mi pequeño repollo), era el apelativo que Hemingway daba a su amada actriz, una forma de llamarla amistosamente cuadrada y que era como los estadounidenses solían denominar, en ese caso sí despectivamente, a los alemanes.

Ernest Hemingway
Ernest Hemingway se suicidó de un tiro en Estados Unidos, en 1961.Imagen: AP

A lo que Marlene contestaba apodándolo "querido papá", puesto que su compañero epistolar tenía como costumbre llamar "hijas" a las féminas que lo acompañaban.

Y pese a todas las mujeres, "no hay nadie como tú en el mundo, y jamás lo habrá. Y si estás enfadada conmigo, estaré muy solo en este mundo", aseguraba Hemingway a Marlene, después de que ésta tuviera noticia de la amistad del escritor con la también actriz Ingrid Bergman.

Una pasión sin sexo

Con sus diferencias y similitudes, Hemingway y Marlene se amaron "admirándose el uno al otro", en palabras de Maria Riva, la hija de Dietrich y donante de la colección de 31 cartas de amor, del escritor a la actriz, al museo John F. Kennedy de Boston.

Las cartas datan de los años entre 1949 y 1959 y testifican una pasión que se mantuvo siempre en dentro de los límites de lo platónico. "La situación entre 'la hierba' y yo es la siguiente: nos queremos desde 1934, cuando nos conocimos a bordo de la Ile de France. Pero nunca nos acostamos juntos. Increíble, pero cierto: somos víctimas de una pasión sin igual", confesó Hemingway a su amigo A. E. Hochner.