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Hombres de la tierra bajo el poder del agua

Luna Bolívar Manaut26 de noviembre de 2006
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Los mapuches son la mayor etnia de Chile.Imagen: AP
Torres Del Paine National Park, Patagonia, Chile
Chile y Argentina comparten el impresionante paisaje de la Patagonia.Imagen: AP

A lo largo de la Historia, en el sur de América Latina, en regiones que actualmente forman parte de Chile y Argentina, los mapuches repelieron un intento de invasión tras otro. Los incas no pudieron dominarlos. Tampoco los españoles: a los colonizadores del Nuevo Mundo no les quedó más remedio que aceptar que, por debajo del río Bio Bio, la tierra pertenecía a los indígenas, igual que los indígenas pertenecen a la tierra.

Los mapuches son un pueblo guerrero. Pero la guerra de hoy es otra. La batalla librada contra las grandes multinacionales en Chile no se salda con victorias mapuches. Chile necesita energía, más aún cuando Argentina guarda, previsora o traidora, según quién lo cuente, con mimo sus reservas de gas. La minería chilena necesita electricidad. La región central de Chile necesita electricidad. Y la necesidad va en aumento.

Hidroeléctricas entre los mapuches

Chile Landschaft Patagonien
La Patagonia es una de las regiones de Chile con mayor valor ecológico.Imagen: AP

Hacer uso del agua es una de las formas más baratas y rápidas de generar electricidad. Endesa Chile, filial de la eléctrica de nacionalidad española, lo sabe. También lo sabe el Gobierno chileno, que con la nueva presidenta Michelle Bachelet se ha comprometido a no hacer uso durante esta legislatura de la energía nuclear, pero sobre la hidráulica a gran escala nada se dice.

Desde 1999, los mapuches, aproximadamente el 4% de la población chilena, se encuentran en lucha frontal contra los planes de Endesa: una lucha que no ha impedido la construcción de dos centrales hidroeléctricas dentro de su territorio y la proyección de otras cuatro en la región de Aysén, en la Patagonia chilena, que deberían estar terminadas para 2008. El sur de Chile es una de las regiones con mayor valor natural del país, y también con mayores y mejores recursos hidráulicos.

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La Patagonia es la región de Chile con mejores condiciones para construir hidroeléctricas.

La construcción de centrales hidroeléctricas requiere, por un lado, la expropiación de tierras indígenas. El problema que se genera es triple. Primero, porque para el mapuche la concepción privada de la tierra no existe. Segundo, porque el engaño forma, en demasiadas ocasiones, parte del trato. Y tercero, porque la única riqueza que tiene el mapuche es su tierra y las posibilidades de defenderla con éxito son muy reducidas.

Pero por otro lado, la construcción de las centrales hidroeléctricas no afecta sólo a los pueblos originarios. El impacto medioambiental es importante y aquí se atenta contra el patrimonio de todos los chilenos. Amplias regiones han de ser inundadas para crear presas, sin contar con la huella “secundaria” que en zonas vírgenes dejan las obras, los caminos, las expediciones de reconocimiento del terreno… Organizaciones locales y ecologistas ya han mostrado sus objeciones al nuevo megaproyecto de Aysén. Mientras, Endesa continúa con sus preparativos.

Para muestra, Ralco

Los pehuenches son también mapuches, pero “hombres de la montaña” que viven del pehuén, el fruto de la araucaria, el “pino chileno”. A ellos les afectaba principalmente la construcción de la central hidroeléctrica del valle de Ralco, porque el proyecto elaborado por Endesa en 1997 pronosticaba dejar gran parte de sus tierras bajo agua.

E-On übernimmt Endesa
Endesa quiere cambiar su imagen, pero sin renunciar a las presas.Imagen: AP

Durante algunos años, los pehuenches se mantuvieron firmes ante la empresa española y las autoridades chilenas, acogiéndose a la Ley Indígena vigente desde 1993 que reconoce a los pueblos autóctonos de Chile el derecho a la participación y a la tierra. Finalmente, en 2003 los indígenas y el Gobierno de Chile llegaron a un acuerdo por el cual los primeros cedían voluntariamente su territorio a cambio de parcelas mayores.

Lo que desconocían los pehuenches era que su nuevo hogar sería más grande, pero estaría situado a 2.000 metros de altura, donde sus animales y sus pehuenes ya no viven ni crecen. “Este es uno de los tantos casos de genocidio actuales”, afirma Juan Guzmán. Desde 2004, la central de Ralco sobre suelo indígena inundado es la mayor de Chile. Los pehuenches tuvieron que abandonar su nueva e infructuosa tierra y emigrar a la ciudad.

Con las cuatro nuevas hidroeléctricas de Aysén en proceso de planificación, Endesa dice querer actuar de manera diferente a como lo hizo en Ralco y se muestra abierta al diálogo con las comunidades para reducir, dicen, el impacto medioambiental. Quedan dos años hasta 2008. Para entonces sabremos si, por esta vez, se cumplieron las promesas.