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Horas bajas para la cumbre de ministros de Exteriores del G7

7 de abril de 2019

A menudo se plantea la cuestión de si todavía tienen sentido las reuniones del G7 como una especie de liderazgo mundial. Estados Unidos parece empeñado en que no lo tengan, poniéndolas en peligro, dice Bernd Riegert.

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G7 Außenminister Dinard Frankreich
Imagen: DW/B. Riegert

Las ocho banderas del G7 (sí, en realidad son ocho, no porque haya vuelto Rusia, sino porque la UE se sienta en la mesa) apenas ondean sin viento en la costa de la Bretaña francesa. El grupo de las siete principales naciones industriales de occidente, sin embargo, atraviesa turbulencias. Las opiniones dentro del grupo son demasiado divergentes, incluso en cuestiones políticas relevantes.

Los Estados Unidos del presidente Donald Trump desentonan. El comercio mundial, la protección del clima, la política respecto al Medio Oriente, la contención de Irán, la tributación de las compañías de Internet, son solo algunos de los ámbitos en los que Washington se desmarca desde hace dos años de las todavía claras líneas del G7.

La actitud de Trump contra la cooperación multilateral y las organizaciones internacionales se refleja en muchas de las áreas sobre las que los ministros de Asuntos Exteriores del grupo han debatido. Por primera vez, la declaración tras la reunión preparatoria admite que existen diferencias de opinión irreconciliables, por ejemplo, en el reconocimiento de la anexión israelí de los Altos del Golán. Los Estados Unidos la han aceptado hace poco, los otros seis socios la rechazan. La clara insinuación de los japoneses de que se debe respetar el derecho internacional fue eliminada por los estadounidenses con el argumento de que no está del todo claro que algo como el derecho internacional exista en absoluto.

La cultura de la disputa se hace norma

Pero no son únicamente los Estados Unidos quienes ponen cortapisas en todas las cuestiones. El resto de países del G7 también mantienen desacuerdos entre ellos. El Gobierno populista en Italia, por ejemplo, continúa apoyando al presidente Nicolás Maduro en Venezuela y orienta su política económica hacia China. Francia e Italia discuten sobre política de migración y se lanzan mutuamente acusaciones. Los Estados Unidos y Francia se enfrentan por el impuesto de Internet para las corporaciones estadounidenses en Europa. Con el proyecto del gasoducto Nord Stream II se acusa a los alemanes de ser demasiado dependientes de Rusia para proveerse de energía. Los británicos se despiden de la Unión Europea y quieren seguir un camino en el futuro todavía indefinido. Y la lista sigue.

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Bernd Riegert, corresponsal comunitario de DW.

Únicamente se vio cierta unanimidad respecto al tema de Libia, porque todavía se pueden reconocer intereses comunes. Se deben evitar nuevos enfrentamientos, aunque nadie sabe en el G7 cómo conseguirlo desde fuera.

También es posible el fin del G7

Como foro de discusión, el G7 se creó en 1975 para abordar juntos problemas económicos globales y, posteriormente, también políticos. En el pasado, hubo desde ahí importantes impulsos para la política de desarrollo, la lucha contra el SIDA o la reconstrucción de Europa del Este después de la caída del comunismo. Hoy se ha convertido en un foro que destaca, sobre todo, por sus feroces discusiones.

Las nuevas iniciativas por una mayor justicia social tienen pocas posibilidades. El aglutinante entre los aliados se está desmoronando. Ya existe dentro del G7 un "núcleo duro" formado por Francia, Alemania, Japón y Canadá, que de alguna manera quiere preservar el antiguo espíritu del multilateralismo. Este grupo central se reunió en Dinard por primera vez oficialmente al margen del G7. Está claramente dirigido contra el aislacionismo estadounidense.

El futuro del G7, que incluso hasta 2014 incluía a Rusia (el G8), está abierto. ¿Se convertirán en el G6 sin los estadounidenses o Estados Unidos continuará moldeando y suavizando el G7 a su gusto? El próximo año tendría la oportunidad, pues Donald Trump sigue liderando el grupo. ¿Lo utilizará en la campaña electoral estadounidense como plataforma para exponer su visión del mundo o, simplemente, lo abolirá por completo? Todo parece posible.

(lgc/ms)

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