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Hoy el dólar, ¿mañana el yuan?

Frank Sieren desde Pekín (el)28 de julio de 2014

Al cumplirse 70 años de la conferencia de Bretton Woods, Estados Unidos debería analizar más a fondo la historia de las finanzas globales. Así podría aprender mucho sobre las amenazas al dólar, opina Frank Sieren.

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Imagen: AP

El dólar estadounidense cumple 70 años como la principal moneda internacional de referencia. Pero en Washington no podrán celebrar con tanta euforia. Los años dorados de la moneda estadounidense se acercan a su fin. Desde una perspectiva histórica, esto no sería algo inédito. En realidad, el dominio de las finanzas globales por parte de una divisa específica dura entre 80 y 100 años.

Por la misma razón, China bien podría suceder con su yuan al dólar estadounidense. Hace 70 años, los estadounidenses quitaron del trono a los británicos y a su libra esterlina. Poco antes de que acabara la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos era un país tan poderoso, que pudo imponer el lugar donde se celebraría en 1944 la conferencia para definir el nuevo orden monetario global. No fue en Londres, sino en Bretton Woods, un balneario en New Hampshire. Ahí se reunieron los ministros de Finanzas y los directores de los bancos centrales de 44 países.

Los británicos menospreciaron la importancia que tendría la sola elección de la sede para el encuentro. Los estadounidenses tenían la ventaja de jugar en casa, y eso les permitió ejercer presión. Después de dos guerras mundiales, el planeta se encontraba prácticamente en ruinas, tanto económicamente como en materia de política financiera. Los países se habían despedido del oro como referencia: el valor de sus monedas nacionales ya no se encontraba encadenado al del metal áureo. Las dos guerras habían sido financiadas imprimiendo billetes y, al mismo tiempo, originando altos niveles de inflación. Los británicos estaban endeudados hasta el cuello con los estadounidenses.

Keynes contra White

El enviado por la parte inglesa fue John Maynard Keynes, ministro de Finanzas de Reino Unido y, en aquel entonces, el economista más famoso del mundo. Éste tenía argumentos inteligentes contra la posición estadounidense. Pero como suele suceder en la política, no se trataba de ver quién argumentaba mejor, sino quién tenía más poder. Los discursos de Winston Churchill y la resistencia británica habían contribuido de manera decisiva a la victoria de los aliados. Pero eso ya no importaba.

Frank Sieren, especialista en política y economía de China.
Frank Sieren, especialista en política y economía de China.Imagen: Frank Sieren

Los estadounidenses querían ante todo asegurarse de que la hegemonía británica pasara a la historia. El oponente de Keynes, el estadounidense Harry Dexter White, tenía poder suficiente para ello. Los británicos esperaban que con el fin de la Segunda Guerra Mundial la libra esterlina, y con ella el imperio británico, florecería de nuevo.

Pero el 50 por ciento de la producción mundial corría ya a cargo de Estados Unidos. Además, este país no había sufrido bombardeos. El ejército estadounidense era el más poderoso y avanzado. Tenía bombas atómicas. Los británicos tenán brillo y alcurnia, pero una economía resquebrajada y, como se ha dicho, altamente endeudada.

En Bretton Woods, todas las divisas quedaron ligadas al dólar a traves de una cotización, mientras que el valor de la moneda estadounidense quedó determinado por el del oro. La libra esterlina recibió una cotización muy desfavorable respecto al dólar, y luego de la guerra sus exportaciones carecían de competitividad. En cambio, para los alemanes la cotización fue generosa.

Árbitros y jugadores

En esto radica uno de los secretos del llamado “milagro económico alemán”. Alemania podía recuperarse. Pero bajo esas condiciones ni ella ni los aliados podrían disputar a Estados Unidos el estatus de potencia mundial. Alemania y su moneda, el marco, eran demasiado pequeños.

Los estadounidenses, en cambio, podían imprimir cuantos dólares quisieran, pues eran los dueños de la divisa de referencia. Se convirtieron en árbitros y jugadores al mismo tiempo. Esto no cambió, ni siquiera cuando Richard Nixon desligó al dólar del valor del oro. Los estadounidenses podían consumir más de lo que producían, y conseguir crédito conveniente en el extranjero. Así se cimentó la posición del dólar como divisa hegemónica.

Aún hoy, 87 por ciento de las transacciones en el cuantioso mercado de divisas involucran a la moneda estadounidense. Además, 60 por ciento de las reservas globales de divisas están compuestas por dólares.

China pone a EE.UU. a la defensiva

Sin embargo, el ascenso de China pone a los estadounidenses en una posición tan defensiva como lo fue entonces la de los británicos. China es hoy el mayor acreedor de Estados Unidos. La crisis financiera de 2008 se originó antes que todo en una visión sobrevaluada de los estadounidenses acerca de su propia situación, fenómeno típico en las potencias que han dominado los mercados de divisas.

Al estallar la crisis, tanto los chinos como muchos europeos pidieron un nuevo Bretton Woods con reglas supranacionales distintas a las actuales. Es algo que Washington puede dsimular, pero solo en parte.

Si los mercados financieros vuelven a colapsar, y a más tardar entonces, será indispensable la negociación de un nuevo orden monetario global. Nadie necesita una guerra como la de hace 70 años. Primero fueron los británicos, y ahora son los estadounidenses los que están a la defensiva. Este vacío de poder será aprovechado por China, puesto que los europeos están ocupados en sus propios problemas.

China ha desplazado a EE.UU. a una posición defensiva, dice Sieren.
China ha desplazado a EE.UU. a una posición defensiva, dice Sieren.Imagen: Getty Images

Contrapeso financiero

Las condiciones están dadas para que aparezcan nuevos actores, tal y como lo hicieron en tiempos de la conferencia de Bretton Woods. La actual potencia económica está debilitada y altamente endeudada con las potencias emergentes. Además, muchos países han resultado tan desfavorecidos durante la hegemonía del dólar, que con gusto verían un cambio.

China ya ha demostrado que aspira a lograr unnuevo orden financiero global, de la mano de otras ambiciosas potencias como Brasil, Rusia, India y Sudáfrica. Los países BRICS fundaron a mediados de junio un banco y un fondo monetario propios, como contraparte al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, organismos que ostentaban el monopolio cuando se trataba de otorgar créditos a países azotados por una crisis.

Al mismo tiempo, Pekín firma cada vez más acuerdos con países asiáticos y sudamericanos, y además, con Rusia. Todos ellos han demostrado que se puede avanzar sin necesidad del dólar. Luego de estos pasos discretos, China se mueve a una posición en la cual un ataque sorpresivo resultaría muy conveniente. También en este sentido se repite así la historia que escribieron los estadounidenses en Bretton Woods.

Frank Sieren, columnista de DW, vive desde hace 20 años en Pekín.