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Iglesia Católica en Cuba: “tercer actor nacional“

28 de julio de 2010

El Gobierno cubano había afirmado que no aceptaría presión internacional o de opositores en huelga de hambre para liberar presos políticos. ¿Qué posibilitó la mediación de la Iglesia Católica ante el Estado socialista?

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El ministro de Exteriores español, M. A. Moratinos (d), apoyó la gestión del cardenal Ortega (i).Imagen: AP

“Cuba no acepta presiones ni chantajes”, publicó en marzo pasado el periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba – único partido legal en la isla. Pero a inicios de julio, la Iglesia local negoció con el Gobierno la primera manifestación pública autorizada de una organización opositora cubana, las “Damas de Blanco”, y la liberación de al menos 52 presos políticos. ¿Cómo es posible esta gestión de la Iglesia Católica ante un Estado que muchos clasificarían como “ateísta”?

La “derrota del proyecto ateísta”

“Con formas de resistencia no heroica, dialogando con el Gobierno, aprobando sus logros sociales pero criticando sus comportamientos autoritarios, la Iglesia Católica y otras comunidades religiosas lograron derrotar y revertir las políticas del proyecto ateísta que, hasta los años 80, fueron parte inseparable del proyecto comunista”, recuerda Arturo López-Levy, politólogo cubano-americano de la Universidad de Denver.

Las demandas de las instituciones religiosas contra la discriminación a los creyentes, las presiones sobre la práctica religiosa y la exclusividad de la educación atea, así como en favor de la participación política de los religiosos y su acceso a los medios de comunicación, obtuvieron algunas respuestas oficiales con la aceptación de los creyentes en el Partido Comunista desde 1991, además de la reforma constitucional y restitución de la laicicidad del otrora Estado ateo en 1992.

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La religión dejó de ser tabú en Cuba en los años `90. En la Foto: Virgen de Regla, síntesis de la iconografía católica y africana, en el Malecón habanero.Imagen: AP

El primer paso de acercamiento oficial se produjo con la publicación del libro “Fidel y la religión”, una conciliadora entrevista del fraile dominico brasileño Frei Betto al presidente cubano que, según un obispo de la isla, “quitó el miedo a los cristianos y el prejuicio a los comunistas”. Pero la educación continuó siendo estatal e “irreligiosa”.

La Iglesia Católica es hoy la institución más antigua del país y esa connotación la distingue de otras instituciones religiosas y no religiosas de la sociedad civil, indica el sociólogo cubano Aurelio Alonso. A ello se suma una estructura de redes asociativas mucho más desarrollada que la del resto de las instituciones, con 602 templos y 888 dirigentes de culto a lo largo de todo el país, además de organizaciones del laicado estudiantil, de periodistas, de mujeres, una visible red de asistencia social (vía Cáritas) y más de 20 publicaciones periódicas – frecuentemente críticas con el Gobierno - leídas por al menos un cuarto de millón de los 11 millones de cubanos.

La Iglesia: “no es la oposición, no es el Gobierno y es nacional”

“La Iglesia es un tercer actor nacional: no es la oposición política, no es el Gobierno, es nacional y ha propuesto una salida conveniente”, explica López-Levy. Ante la agudización de las presiones internacionales y la negativa del Gobierno a ceder, “la Iglesia local es la contraparte válida en cuestiones que no pueden ser resueltas sino por la vía de relaciones internas y no por las exteriores”, concuerda el sociólogo cubano Aurelio Alonso.

Esta no es, sin embargo, la primera vez que el Gobierno admite a la Iglesia local como mediadora en temas del acontecer nacional extrarreligioso, pues fue la visita del Jefe de Estado Vaticano, el Papa Juan Pablo II, la que facilitó en 1998 la liberación de 101 presos políticos. Antes, el Gobierno había permitido viajar a EE.UU. a más de mil personas, entre presos políticos y familiares, con la intervención de la Conferencia de Obispos Católicos de ese país en los años ´80, aseguró el cardenal arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, a la revista de la arquidiócesis de La Habana, Palabra Nueva.

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Juan Pablo II (i) negoció con Fidel Castro la liberación de 101 presos políticos en 1998.Imagen: AP

La Iglesia es “el ente mejor organizado” dentro de la sociedad civil cubana - “un conglomerado social en ascenso que no se limita a la sociedad política opositora, pero es aún débil en relación con el Estado”, asegura el politólogo cubano-americano de la Universidad de Denver. Por otra parte, en la Iglesia Católica convergen, como en otras comunidades religiosas cubanas, lo mismo personas que instituciones opositoras o defensoras - activas o pasivas - del Gobierno.

Una clave: ¿estrategia de imagen del cardenal?

Para Frei Betto, teólogo de la liberación cercano a los hermanos Castro, la clave está en la habilidad negociadora del cardenal Ortega: “Su papel como pastor es crear condiciones favorables para la evangelización del pueblo cubano. Y sabe que iniciativas humanitarias como la liberación de prisioneros no sólo refuerzan el prestigio de la Iglesia sino, sobre todo, dan testimonio de profunda fidelidad al Evangelio”, escribió Betto para la agencia cristiana de información Adital.

Diálogo “sin condiciones”

El líder del opositor Movimiento Cristiano de Liberación y Premio Sajarov de Derechos Humanos, Oswaldo Payá, ha criticado a la Iglesia cubana por aceptar el papel de “interlocutores únicos” del Gobierno, dejando fuera del diálogo a los propios opositores. Pero “la Iglesia ha aceptado dialogar con el Gobierno no en condiciones ideales sino en las posibles”, insiste López-Levy.

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Iglesia Católica: la institución más antigua y organizada de la sociedad civil cubana.Imagen: Rosa Munoz Lima

En el futuro, será necesaria una apertura al "diálogo político con toda la nación", comenta Roberto Veiga, editor de la revista de análisis de los laicos habaneros, Espacio Laical. "Hay que lograr que surja esa sociedad civil - hoy incipiente - y después estimular que cumpla su desempeño", agrega. Entre los temas colocados desde ya en la agenda de diálogo que la Iglesia propone al Gobierno se hayan además: la reforma económica y el establecimiento de relaciones viables con Estados Unidos.

Entretanto, el propio cardenal Ortega ha criticado la política con que Estados Unidos o Europa insisten en “comenzar por el final”, dialogando con Cuba sólo si el Gobierno hace cambios con respecto a los derechos humanos: “Estoy convencido de que lo primero debe ser encontrarse, hablar y en el avance del diálogo se darían pasos que puedan mejorar situaciones difíciles o superar los puntos más críticos”, dijo a Palabra Nueva antes de conseguir las recientes excarcelaciones.

Autora: Rosa Munoz Lima

Editora: Claudia Herrera Pahl