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¿In vino veritas?

Emilia Rojas Sasse20 de diciembre de 2005

A partir de enero, una marea de vino estadounidense tecnológicamente manipulado podría inundar los mercados del viejo continente, en virtud de un acuerdo comercial que acaba de aprobar la Unión Europea.

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¿Qué habrá realmente en esta copa?Imagen: AP

Ya ni siquiera el vino es lo que solía ser. Las modernas tecnologías permiten, por ejemplo, suplir las tradicionales barricas por tanques de acero inoxidable, sin que el consumidor tenga que renunciar al clásico sabor de la madera. Las prácticas que espantan a los europeos amantes del buen vino son algo común en Estados Unidos y muchos temen que tarde o temprano lleguen a contagiar a los vinateros del viejo mundo, que a partir del año entrante tendrán que hacer frente a una probable invasión de vinos estadounidenses más baratos.

Vinos "de laboratorio"

Para disgusto del ministro alemán de Agricultura, Horst Seehofer, sus colegas de la Unión Europea aprobaron por mayoría un acuerdo comercial vinícola con Estados Unidos, que entrará en vigor el 1° de enero. Sólo Alemania, Portugal y Austria votaron contra dicho tratado, que contempla el reconocimiento recíproco de las normas de elaboración y el libre acceso de los productores a los mercados de ambas partes. Grecia, por su parte, se abstuvo.

A diferencia de lo que ocurre en Europa, en Estados Unidos está permitido diluir el vino, que puede llegar a contener hasta un 35% de agua. Esto permite a los vinateros ahorrar hasta un tercio de uvas. Además, entre otras cosas, los productores pueden añadir astillas de madera a los mostos almacenados en estanques de acero, para reproducir el sabor que confiere el envejecimiento en barrica.

Golpe a la tradición

Lo que más enfada a los alemanes es que el acuerdo ni siquiera exija la especificación del procedimiento utilizado en las etiquetas. El hecho de que los productores europeos también puedan recurrir a estos métodos no les sirve de consuelo porque, según Seehofer, eso haría tambalear toda la cultura alemana del vino. Según dijo el ministro a un periódico regional, no se puede "sacrificar los estándares de calidad del vino alemán en el altar de la libertad de comercio internacional".

La idea tampoco debe agradar en el fondo a los vineros frances, italianos y españoles, pero sus respectivos gobiernos aprobaron el acuerdo pensando, principalmente, en garantizar la libre entrada de sus vinos al importante mercado estadounidense. De hecho, Alemania vende una cantidad relativamente pequeña de vino a ese país, de modo que pudo resistirse sin temor a sufrir consecuencias de mayor envergadura, aunque de poco le haya valido.