Infantino: el rey maniatado
26 de febrero de 2016La meta que se ha trazado la FIFA para el trabajo de los próximos años es “recobrar la confianza”. Tras los continuos escándalos por corrupción, al órgano rector del fútbol mundial no le quedó otra salida que aceptar un cambio y reformarse a sí mismo.
Issa Hayatou, presidente interino de la FIFA, hizo una petición que sus colegas escucharon. “Entreguémosle al mundo el mensaje que está esperando de nosotros”, dijo Hayatou y el Congreso Extraordinario votó a favor de las reformas que muchos ven como el rescate de la credibilidad de la organización. Ahora el reto es convertir en hechos la buena voluntad plasmada en el papel, y allí es donde surgen las dudas.
Los mismos de siempre
“Aunque las reformas se vean bonitas en el papel, lo que de verdad cuenta es cómo se aplican”. Con estas palabras, pronunciadas en una entrevista con la emisora MDR, Dagmar Freitag, vocera de la Comisión del Deporte del Congreso alemán, advirtió sobre la diferencia entre la teoría y la realidad de la FIFA, donde ella teme que se sigan usando mecanismos de corrupción que “ya no se quieren ver en el fútbol, ni en otros deportes”.
La sospecha pareciera tener fundamento, especialmente si se tiene en cuenta que el nuevo presidente de la FIFA, Gianni Infantino, no solo hacía parte del entramado que fue llamado “Sistema Blatter”, sino que era el secretario general de la Confederación Europea de Fútbol, UEFA, y hombre de confianza de su presidente Michel Platini, quien también fue su mentor.
Los vínculos de Infantino con la “vieja” FIFA, con Blatter y Platini, ambos señalados por corrupción, son inocultables, pero su elección se dio cuando ya estaban aprobadas unas reformas que limitan su poder como nuevo presidente. En la organización rectora del fútbol el futuro hombre fuerte será el Secretario General, una posición cuyo titular determinará el Consejo Administrativo, otro organismo nuevo en la administración del fútbol internacional.
Traspaso de poder
Aunque los cambios en la FIFA prevén que el presidente se limite a cumplir solamente funciones de representación, Infantino llega a regir el organismo –por ahora- bajo el esquema tradicional, pues las reformas empiezan a tener vigencia a partir del mes de mayo, 60 días después de su aprobación en el Congreso Extraordinario.
Durante este tiempo se preparará el camino para cimentar la nueva FIFA. Primero que todo se procederá al desmonte del Comité Ejecutivo para poner en su lugar a un Consejo Administrativo mucho más amplio (36 en vez de 24 miembros), cuya principal función será elegir y supervisar al Secretario General.
Esto significa que el verdadero valor de las reformas de la FIFA se conocerá cuando salgan a la luz los nombres de los candidatos al puesto que verdaderamente administrará el fútbol internacional en los próximos años. El compromiso en la lucha contra la corrupción del nuevo presidente, Gianni Infantino, y de los miembros del Consejo Administrativo, representantes de las confederaciones continentales, se podrá medir en los personajes que propongan, y luego elijan, para ocupar el cargo de Secretario General.
Hasta entonces el cambio solo será un loable propósito. Y es que es claro que no es con la reducción de las comisiones permanentes de la FIFA (de 26 a 9), ni con la cuota femenina en la administración, ni mucho menos con la limitación de los periodos de elección (máximo 12 años), la negativa a darle a todos los miembros del organismo una ocupación en Zúrich, o la decisión de incluir en los estatutos el tema de derechos humanos, como se le pone fin a las actividades criminales en torno al fútbol.
La reforma es apenas una muestra de voluntad, pero todavía ningún hecho. La situación la resumió muy puntualmente el juez alemán Hans-Joachim Eckert, quien preside la Comisión de Ética de la FIFA, en diálogo con la web del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung: “Lo que aprobó el Congreso Extraordinario está bien, pero aún se debe mejorar. La pregunta que aún queda por responder es ¿quién se va a preocupar por hacer realidad las reformas?”.