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Las voces de intelectuales venezolanos sobre la crisis

Amir Valle
19 de febrero de 2019

¿Cómo ven artistas e intelectuales venezolanos la crisis en su país? DW habló con siete críticos del gobierno de Maduro, dentro de Venezuela y en el exilio, y estos dieron su opinión. Todos piden elecciones libres.

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Caricatura de Eduardo "Edo" Sanabria.
Caricatura de Eduardo "Edo" Sanabria.Imagen: Eduardo Sanabria

DW recogió las voces de los más reconocidos escritores y artistas venezolanos en relación con la crisis actual en Venezuela. Las opiniones son interesantes, ya que comentan reflexivamente desde diferentes perspectivas generacionales la situación actual en ese país. Aquí encontrará nombres emblemáticos de intelectuales y artistas venezolanos: Vasco Szinetar, un mito de la fotografía venezolana; Gisela Kozak, una de las académicas más reputadas a nivel internacional; Juan Carlos Méndez Güédez, el novelista venezolano más reconocido de los últimos 30 años; el caricaturista Eduardo "Edo" Sanabria", a quien casi linchan en tiempos de Chávez por sus caricaturas en la prensa venezolana, y que sigue censurado ahora con Maduro; uno de los poetas venezolanos más reconocidos, Néstor Rojas, que se tuvo que asilar en España, amenazado de muerte por sus artículos periodísticos sobre la corrupción del chavismo, así como Claudia Sierich Giorgi, poeta y traductora, que vive en el exilio, y Laureano Márquez, politólogo y humorista, una leyenda de la televisión de Venezuela. Aquí, sus voces.

Gisela Kozak-Rovero, escritora, investigadora y docente universitaria

Gisela Kozak-Rovero, escritora e investigadora.
Gisela Kozak-Rovero, escritora e investigadora.Imagen: Privat

El camino trazado por la oposición venezolana, cuya cabeza visible es Juan Guaidó (cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres) es, a mi juicio, la salida sensata a la situación actual, por cuanto permitiría la entrada de ayuda humanitaria, tomar medidas urgentes que atajen la catástrofe económica y darle una salida pacífica al conflicto político con la participación del chavismo dispuesto a abandonar el autoritarismo.

Venezuela escenifica con toda crudeza el mayor desafío político global: democracia versus autoritarismo de izquierda o derecha. No obstante, dada la naturaleza maximalista de la tiranía de Nicolás Maduro, es explicable su negativa a una solución que incluya elecciones generales libres. Por lo tanto, es imprescindible que las naciones democráticas, en compañía de la sociedad venezolana, presionen sin cuartel a la camarilla usurpadora.

Pero incluso con esta presión veo dos problemas clave. El primero es que la ayuda humanitaria no está tomando los canales regulares (ONU, Cruz Roja) y la actitud del gobierno de no dejarla entrar indica una predisposición a la guerra, un escenario temible para el país, que es usado como chantaje a la población por parte de Maduro y su grupo. El otro es que la Fuerzas Armadas siguen alineadas con el gobierno. De la claridad que tenga el liderazgo opositor respecto a qué hacer frente a tales problemas dependerá un escenario más favorable para mi país que el actual.

El coraje democrático de Juan Guaidó y la Asamblea Nacional, único poder legitimado por elecciones limpias, ha devuelto la política a las manos de la ciudadanía, atenazada por las necesidades básicas, la hiperinflación, la ausencia de futuro y la inmigración. El apoyo de las naciones democráticas del mundo ha sido clave para hacer viables acciones políticas que, en otro momento, hubieran enterrado en la cárcel al liderazgo opositor. Tal vez entendiendo la dramática situación de Venezuela se pueda abandonar el escepticismo de quienes interpretan la situación en términos de la Guerra Fría, dado el apoyo del gobierno de Donald Trump a los demócratas venezolanos.

Lamentablemente, las naciones democráticas y, dentro de éstas, la izquierda no autoritaria, tardaron más de lo debido en calibrar la índole de la revolución bolivariana. Solo las migraciones masivas de gente desesperada, la inflación de seis cifras y las elecciones espurias en las que Nicolás Maduro se dio por ganador en 2019, pusieron realmente en guardia al mundo ante la tragedia venezolana. Es el momento de apoyar la democracia en Venezuela, como se hizo en el caso del Chile de Pinochet y de la Suráfrica del Apartheid, sin distingos ideológicos. Los gobiernos republicanos de Ronald Reagan y George Bush padre, cuestionados por la izquierda internacional, apoyaron el fin de la dictadura chilena y de la segregación racial sudafricana. Igualmente, los gobiernos de USA y la URSS -enemigos y protagonistas de la posterior Guerra Fría- se aliaron para derrotar al nazismo. El problema no es el apoyo de Donald Trump, es el horror que viven los venezolanos.

Vasco Szinetar, nombre mítico de la fotografía venezolana

Vasco Szinetar
Imagen: Privat

Podríamos afirmar, parodiando a Lenin, que el Madurismo es la fase superior del Chavismo: una narcodictadura que ha colocado como proyecto fundamental el robo y el asesinato. Para salir de la crisis en Venezuela de forma pacífica y democrática, lo que exige la sociedad, mayoritariamente, son elecciones libres donde puedan participar todos los actores políticos en iguales condiciones.

Laureano Márquez, humorista y politólogo, leyenda de la TV venezolana

Laureano Márquez, politólogo y humorista.
Laureano Márquez, politólogo y humorista.Imagen: Vasco-Szinetar

Creo que el régimen político de Nicolás Maduro, con las fraudulentas elecciones de 2018, brindó a la oposición, quizá por primera vez, una hoja de ruta constitucional y democrática para solucionar la grave crisis de Venezuela y poner fin a la dictadura que él encabeza. La oposición se unificó con un líder prácticamente desconocido: Juan Guaidó. Cuenta con respaldo mayoritario del pueblo y de la comunidad internacional. Es además constitucional y legal. Maduro cuenta en este momento solo con el respaldo de la fuerza. Si no depone su actitud, y si la Fuerza Armada sigue apoyando la usurpación, Venezuela entrará en mayores niveles de anarquía y violencia, además de la crisis humanitaria que ya se evidencia. 

Es urgente que Maduro salga del poder. Para que esta salida se produzca, hay en el tablero tres opciones: a) una salida negociada con amnistía para Maduro y su grupo; b) un escenario en el que la fuerza armada, como institución, se coloque del lado de la Constitución y respalde la transición, forzando la dimisión de Maduro y c) una salida de fuerza, bien por intervención de la Fuerza Armada venezolana o de una fuerza extranjera. Guaidó está tratando de propiciar la salida pacífica de amnistía, que es lo razonable.

Juan Carlos Méndez Guédez, escritor y el novelista venezolano más laureado

Juan Carlos Méndez Guédez, novelista premiado.
Juan Carlos Méndez Guédez, novelista premiado.Imagen: Lisbeth Salas

No busquen claves ideológicas. No se extravíen por allí. Lo que sucede en Venezuela es un retorno del más rancio y feroz militarismo; la gran pesadilla de nuestra corta historia como país. Los líderes militares venezolanos han sido liberales, conservadores, centralistas, federalistas, nazis, proaliados, ultraconservadores o comunistas, según les haya convenido para su fin esencial, que es el saqueo y el control del país. Por eso, no sorprende que la dictadura venezolana actual sea, en esencia, un grupo criminal que ha perpetrado los mayores actos de corrupción administrativa de los que se tenga referencia en el mundo reciente y, a la vez, un cártel de la droga que ha convertido Venezuela en un inmenso Cayo Norman (la isla que Carlos Lehder tenía para sus negocios de narcotráfico a finales de los años setenta). La solución es un retorno inmediato a la democracia, al gobierno civil, a la división de poderes, a la libertad económica, y para ello es necesario que esos oficiales que saben que la fuerza armada ha sido utilizada una vez más como brazo armado de un proyecto delictivo, reconozcan a la autoridad constitucional que apoyamos los venezolanos: el presidente encargado, Juan Guaidó. El país entero está enfrentado a la tiranía; es el momento que los oficiales, que son víctimas del descrédito de los capos del Alto Mando, se coloquen al servicio de la democracia y de las personas que están sufriendo el horror del chavismo.

Eduardo "Edo" Sanabria, caricaturista, censurado ya por el chavismo

Censurado primero por el chavismo y luego por el "madurismo", Edo dice a DW: "ahí les envío esta caricatura (foto principal), que refleja lo que pensamos la mayoría de los venezolanos".

Néstor Rojas, Premio Nacional de Poesía, periodista y poeta exiliado en España

Néstor Rojas, poeta y periodista, exiliado en España.
Néstor Rojas, poeta y periodista, exiliado en España.Imagen: Privat

En Venezuela fue secuestrado el poder por un grupito grotesco, corrupto y perverso, que destruyó el país y sometió a la población a pasar hambre, necesidades y morir a mengua sin medicinas. Es increíble que una nación como la nuestra, con la mayor reserva de petróleo, gas, oro, coltan, torium, hierro, con grandes ríos y tierras fértiles se esté muriendo de hambre por la decisión de una mafia de delincuentes, que después de 20 años se resisten a dejar el poder, desoyendo los gritos angustiados de una población que ya no aguanta más y los reclamos de apertura democrática de una comunidad internacional que ya no reconoce a Maduro y le pide que se vaya.

Hay intelectuales que se han puesto del lado contrario a la libertad de Venezuela , Nicaragua, Cuba y Bolivia. Se han colocado al lado de los gorilas dictadores, de espaldas al sufrimiento de quienes están padeciendo los rigores del hambre y la opresión. Esos intelectuales de pacotilla viven a la sombra del presupuesto nacional y, a cambio, lo defienden. En Venezuela no habrá solución a corto plazo. Esos corruptos y genocidas no se irán del poder tan fácilmente. Hay que sacarlos a la fuerza.

Claudia Sierich Giorgi, poetisa y traductora

Claudia Sierich Giorgi, poetisa y traductora.
Claudia Sierich Giorgi, poetisa y traductora.Imagen: Privat

Guaidó no salío de ningún vacío. Y no está solo con la propuesta formulada. Los elementos principales del discurso ofrecido: conciliador, incluyente, sobrio, claro y dirigido a la busca de una solución sostenible. Con ello, ha asumido una enorme responsabilidad. Mientras, Venezuela grita al cielo por soluciones inmediatas. Pero no las habrá. No rápidas, pese a la urgencia. Nadie en su sano juicio puede pensar, que una restauración de tal magnitud (instituciones, seguridad en todos los planos, abastecimiento de toda especie, industrias, una sanación del tejido social, democracia) se dará de la noche a la mañana. Así es que en este momento se trata de superar el horroroso status quo impuesto por Maduro et. al. Limitar los ya muy avanzados y arbitrarios daños infringidos por los gobiernos pasados al país entero. Se trata de salvar vidas. De proteger a los niños y a las juventudes. De generar una coherencia para poder seguir adelante, paso por paso, presionando y conciliando a la vez en diferentes planos. Fuertes y enquistados intereses foráneos y la reiterada negativa absoluta del régimen pesan sobre el ambiente. El escenario internacional, circunstancial, pesa mucho; los nuevos mandatarios de la región suscitan dudas y temores en esta coyuntura. Habrá que trabajar de parte y parte, con lo que hay, dentro y fuera, para lograr una transición con el supremo objetivo claramente señalado: elecciones libres y transparentes.

La soberanía de Venezuela está seriamente comprometida desde que Chávez invitó al régimen cubano a asumir tareas medulares de gestión pública. El país está infestado de armas y grupos irregulares propios y ajenos, rurales y urbanos, que actuán de forma criminal, diseminada o en complicidad con el régimen de Maduro. El Estado y el petróleo, secuestrados por individuos y un partido militarizado, corruptísimo, que no rinden cuentas. Los ciudadanos y pobladores en su absoluta mayoría, en una situación de desesperada y compleja carencia. Lo que de aquí en aldelante sucederá en Venezuela impactará a toda la región de forma duradera. Es claro que tendrán que participar para salir del atolladero, también quienes militan en el chavismo: han sido llamados para incorporarse de forma inequívoca. Si no se logra ahora dar la vuelta al timón, con prudencia a la vez que arrojo necesarios, Venezuela se podría convertir en el último país latinoamericano en abierta guerra fraticida bajo armas, infringirse a destiempo las heridas que otros países de la región han logrado superar en parte o completamente y cuyas heridas aun se lamen, que además corren peligro de recaída. O podría caer en la desgracia de un pueblo sometido y opacado que, durante décadas, no pueda desarrollar en casa, libremente, sus grandes talentos, su genuina historia.

(CP)

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