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Intereses económicos vs. derechos humanos

3 de septiembre de 2009

La liberación del responsable del atentado de Lockerbie, Abdelbaset Ali al Megrahi, ocupa a la prensa europea, en vista de que los intereses occidentales en el petróleo libanés priman sobre los derechos humanos.

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Imagen: AP/Montage DW


El País
, de Madrid: “Readmitido en la comunidad internacional tras haberse convertido en un paria por su responsabilidad directa en los atentados terroristas contra un avión de la compañía Pan Am (270 muertos) sobre Escocia, y contra un DC-10 de la compañía francesa UTA en Chad, el autodenominado guía de la revolución Muammar el Gaddafi protagoniza a sus 67 años una nueva metamorfosis con la complicidad de los países occidentales, ávidos de los recursos petrolíferos libios y necesitados de aliados en el mundo árabe ante la ofensiva islamista. Gaddafi ha sobrevivido a golpes de Estado, bombardeos de Estados Unidos y a sanciones internacionales. Caprichoso e imprevisible, en busca siempre de mayor influencia internacional, ha convertido a Libia en un país abierto a la inversión extranjera. Su colorido despotismo nunca ha reparado en medios para mantenerse en el poder. Pero su gran salvavidas ha sido y es la enorme riqueza energética de Libia, codiciada por una Europa sedienta de petróleo que antepone la estabilidad de su abastecimiento a la justicia.”



Independent, de Londres: “Cada vez son más los que opinan que los intereses económicos, especialmente los de la industria petrolera, pesan mucho más que la preocupación por la justicia y los derechos humanos. Esto no deja de ser peligroso. La historia nos enseña que una amistad demasiado estrecha de nuestros gobernantes con dictadores “amigables” puede traer graves consecuencias. Hay argumentos de sobra que justifican un compromiso con Libia, incluso para realizar inversiones. Pero hay que mantenerse a distancia del régimen del líder revolucionario Gaddafi. Un política demasiado pragmática, que no contemple la moral y la justicia, terminará minando sus propios objetivos.”



Presse, de Viena: “Aparentemente, se trató de un gesto humanitario: posibilitar que un enfermo terminal muriera rodeado de sus familiares. Pero ahora aumentan los indicios acerca de que Abdelbaset Ali al Megrahi, el terrorista responsable de la tragedia de Lockerbie, no fue puesto en libertad por puro amor al prójimo, sino por el puro interés político y económico de Gran Bretaña en Libia. Una circunstancia que hace tropezar nuevamente al primer ministro, Gordon Brown, ya bastante cargado de problemas. Sin embargo, Gordon Brown hizo lo que hacen todos los políticos y empresarios de Occidente, es decir, negociar con el dictador libanés, sin dejarse turbar demasiado por principios morales (…). A causa de la riqueza petrolera del desierto de Libia, es grande la alegría en Europa y EE.UU., ya que el ‘truhán' de Trípolis es nuevamente ‘nuestro truhán'. Justamente ahora, cuando tenemos suficientes problemas en lugares como, por ejemplo, Afganistán. Y perdiendo de vista que al dictador de Libia le importan tanto los derechos humanos como en épocas anteriores.”



Luxemburger Wort, de Luxemburgo: “Queda claro (…) que Gran Bretaña, como otros países occidentales, le hace la corte al petróleo libanés desde que Muammar el Gaddafi se declaró públicamente en contra del terrorismo. Aquí se produce un clásico dilema político: ¿cómo proceder con un protagonista político que es un socio importante, pero a la vez antipático? Ya antes de 1938, la historia nos muestra que es peligroso realizar acuerdos con dictadores. Ya que esa es la categoría a la que pertenece el hombre poderoso de Libia. A lo largo de los cuarenta años de su dominio, Gaddafi, que se autodenomina líder de la antigua colonia italiana, se ha destacado siempre por sus maniobras extrañas y peligrosas. (…).

Autora: CP
Editora: Luna Bolívar Manaut