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Irán rompió los sellos: ¿qué busca en realidad?

PK11 de enero de 2006

Numerosos diarios europeos comentan hoy la decisión de Irán de romper los sellos puestos por la ONU y reiniciar las actividades en la planta atómica de Natanz.

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El complejo nuclear de Natanz, en Irán. Toma aérea, desde un satélite.Imagen: AP/DigitalGlobe

"Las palabras no alcanzan"

El diario SÜDDEUTSCHE ZEITUNG, de Múnich, opina: "Irán ha roto los sellos colocados por el Organismo Internacional para la Energía Atómica, no obstante todas las advertencias, amenazas y ofertas de mediación de los últimos meses. El país se coloca a sí mismo fuera del marco de las reglas definidas para el control de las actividades atómicas. Ello no puede quedar sin consecuencias. El presidente Ahmadineyad es vulnerable sobre todo en un punto: su país necesita la cooperación económica con Occidente para salir de sus crisis interna. Sólo si las mentes razonables en Irán reconocen los peligros de un aislamiento económico existe la esperanza de que la presión interna crezca e incluso Ahmadineyad deba contener su radicalismo. En todo caso, las palabras parecen no poder llamarlo a la razón".

"El régimen iraní optó por la escalada"

El diario LIBÉRATION, de París, escribe: "El régimen iraní ha optado por la escalada, en tanto avanza hacia su objetivo, dando pasos pequeños y en medio de la niebla. La ruptura con la Unión Europea se registra luego que el Presidente iraní llamara a destruir Israel y el líder máximo se refiriera a una guerra de civilizaciones con Occidente. Los mullahs seguirán maniobrando para construir la bomba atómica, en tanto no tengan razón para temer un enfrentamiento y sanciones que serían fatales para el país. Lo único que podría motivarlos a dar marcha atrás sería un acuerdo de la comunidad internacional para llevar a Irán ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas".

"¿Qué quiere Irán en realidad?"

LA STAMPA, de Roma, dice: "¿Qué quiere Irán en realidad? Teherán anunció que la planta nuclear de Natanz, que las Naciones Unidas habían sellado, comienza nuevamente a trabajar. ¿Por qué lo ha hecho Teherán? Imaginables son diferentes motivos. Uno de ellos es sacar provecho del tema, popular en el país, de la autonomía nacional y de la autonomía en la toma de decisiones, a efecto de calmar algunas divergencias de opiniones internas surgidas por el radicalismo del presidente Mahmud Ahadinedyad. Otro motivo podría ser acelerar las negociaciones con Rusia, un tradicional amigo de Irán, para recibir de Moscú uranio barato y en condiciones favorables. ¿O apostará Mahmud Ahmadineyad realmente por la opción atómica hasta el final?

"No es posible abordar el tema mediante una opción militar"

EL PAÍS, de Madrid, editorializa: "No hay posibilidad de abordar el problema mediante una opción militar real de bombardeo contra unas instalaciones geográficamente dispersas y subterráneas. Europa está en crisis política, la situación en Oriente Próximo es peligrosa e Israel está en busca de otro líder tras la repentina enfermedad de Sharon. Irán sabe que las sanciones económicas que pudiera aprobar el Consejo de Seguridad de la ONU tendrían escasa eficacia. Muchas grandes empresas no las querrán y realmente no se sabe cómo aplicar unas sanciones contra Irán que no se vuelvan contra quienes las imponen a través de unos precios más elevados del petróleo.

Con Irán está en juego el futuro de la lucha contra la proliferación nuclear. De momento, el país no ha retomado la construcción de sus centrifugadoras industriales de uranio, que, una vez a pleno rendimiento, podrían fabricar en unas semanas el suficiente uranio enriquecido para varias bombas. La Estimación Nacional de Inteligencia de EE UU calcula que tardaría al menos 10 años en ser capaz de producir una bomba atómica. Probablemente la solución para frustrar las intenciones de Teherán no pase sólo por imponer sanciones o aislar diplomáticamente al país, sino por avanzar hacia un régimen de no proliferación mucho más estricto para todos, y que internacionalice el enriquecimiento de uranio y su suministro para fines pacíficos. Pero esto es a largo plazo. El levantamiento de los sellos de Natanz plantea un reto a corto para el que Occidente no tiene respuesta".