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Irak tres años y miles de muertos después

Mirra Banchón17 de marzo de 2006

A tres años de comenzada la guerra contra Irak, los nuevos bombardeos a Samarra, la mayor ofensiva desde 2003, evidencian la terrible situación del país.

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La "Operación Enjambre" justo a los tres años del comienzo de la guerraImagen: AP

La "Operación Enjambre", el nuevo operativo estadounidense en Samarra pone una vez más, trágicamente, de manifiesto que Irak, a tres años de iniciada la guerra, no encuentra la calma. El propio presidente Bush admite que 30.000 personas han muerto en el país mesopotámico durante los últimos tres años. Según algunos expertos, la cifra real oscila entre 45.000 y 75.000, entre ellos 2.300 soldados norteamericanos. Sin embargo, y pese a todo, el presidente norteamericano, George W. Bush, sigue declarando que el país a pesar de todas las dificultades está bien encaminado hacia la estabilidad y el orden. Con esa expresa avanzada miopía, no es de admirar, entonces, que tres años después de la guerra, la nueva "Estrategia para la seguridad nacional" siga defendiendo el empleo de la fuerza contra países "enemigos", con Irán a la cabeza.

¿Qué quiere la mayoría?

Se equivoca quien piense que la guerra liberó a Irak de Saddam Hussein ofreciendo a su pueblo una oportunidad que han desperdiciado en luchas intestinas destruyéndose los unos a los otros, sembrando el terror con secuestros a extranjeros y a adversarios políticos, opina Rainer Sollich analista de DW-RADIO. En su opinión, los iraquíes no son los causantes sino más bien las víctimas del modo cómo se han desarrollado las cosas. En un país en donde los ataques terroristas son el pan de cada día, nadie y menos los que ocupan cargos de responsabilidad puede sentirse seguro. A pesar de que muchos iraquíes sean manipulados por dirigentes extremistas, se presume que el deseo de la mayoría de la población es el orden, la estabilidad, la libertad democrática y el bienestar.

Irak USA setzen Offensive fort
Irak, marzo 1 de 2005Imagen: AP

A pesar de que no es de lamentar que se haya derrocado a Saddam Hussein, existe amplio consenso en cuanto a que la guerra fue un error. No sólo porque se llevó a cabo sin suficiente apoyo internacional y con ralos y falsos argumentos, sino también porque Estados Unidos no estaba preparado para el tiempo y la guerra después de la guerra.

Las intenciones de Irán

A pesar de los recientes bombardeos a Samarra y las torturas de Abu Ghraib los iraquíes no son prisioneros de Estados Unidos sino de los grupos como Al Qaida que mueven sus hilos desde el extranjero para impedir una vuelta al orden, aterrorizando a inocentes. Pero que Irak se haya convertido en el lugar de reunión de esos grupos y que el mismo Irán ejerza su influencia ahí, de eso sí tiene la culpa Estados Unidos. La buena disposición mostrada por Irán para aportar a estabilizar a su vecino, podría no ser más que una artimaña pro domo en el conflicto por sus supuestos planes atómicos.

Espinoso papel

Para la comunidad internacional, la política a tomar con respecto a Irak se ha convertido en un dilema. Por un lado, los norteamericanos no pueden controlar la región. Por otro, en caso de retirarse prematuramente, el país podría sumergirse en el caos absoluto e incluso desintegrarse.

Para países como Alemania y Francia, que en su momento se negaron a aliarse a Estados Unidos en la guerra contra Irak, la situación es especialmente espinosa, pues teniendo en cuenta que la región es vecina de Europa, tienen que aportar a su estabilización. Pero todo cometido en Irak se ha vuelto peligroso y no encuentran la manera de hacerse presentes sin poner en peligro su propia seguridad. Aunque la guerra contra Irak ya no tiene remedio, podría servir de lección con miras al conflicto con Irán, pues quien no descarta ataques a un país con el objetivo de cambiar su gobierno, debería prepararse también para el tiempo después de las bombas.