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Irán rechaza reproches occidentales

Peter Philipp5 de marzo de 2007

La OIEA afirma que no está en condiciones de entregar "la necesaria confirmación del carácter pacífico del programa nuclear iraní". En embajador de Irán ante el organismo expone su postura en entrevista con DW.

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El embajador iraní ante la OIEA asegura que un ataque contra las plantas nucleares de su país no detendrá su programa atómico.Imagen: AP

Ali Asghar Soltanieh, embajador iraní en Viena y ante la Organización Internacional de Energía Atómica, con sede en esa ciudad, se muestra preocupado por el curso que ha tomado la pugna con su país por su programa nuclear. Pero insiste en que la responsabilidad no la tiene Teherán y subraya que el camino para una solución pacífica sigue estando abierto. No obstante, advierte que sería un error pensar que el asunto podría resolverse por la vía militar: "Para operar las centrífugas necesitamos sólo algunos recintos. Da lo mismo el lugar. Irán es un país enorme, de 1,6 kilómetros cuadrados, y no una pequeña isla que desaparece con un huracán como Katrina", señaló en entrevista con la Deutsche Welle. Y puntualizó que, por eso, "nadie debería cometer el estúpido error de creer que todo eso desaparecerá y el asunto quedará concluido si se ataca las instalaciones nucleares".

Críticas a la OIEA

Soltanieh se queja de la creciente politización de la OIEA. Según el embajador, años atrás estaba compuesta por científicos y técnicos en materia nuclear, mientras que hoy integran el Consejo de Gobernadores diplomáticos que actúan según les dictan sus gobiernos. A su juicio, aunque eso no figura en sus estatutos, la OIEA sigue las instrucciones del Consejo de Seguridad de la ONU, en lugar de limitarse a rendirle informes. "Si dejamos que las cosas sigan así, en un futuro próximo se convertirán en filial de la CIA u otros organismos de inteligencia", opina el diplomático iraní, subrayando que "eso sería una catástrofe total para la organización".

Los argumentos de Teherán

Bushehr
El reactor nuclear de Bushehr.Imagen: AP

Confrontado con la desconfianza que la conducta de Irán ha generado en Occidente, Soltanieh asegura que Teherán tiene más motivos que nadie para desconfiar. Y explica que, ya en tiempos del Shah se habían adquirido participaciones por mil millones de dólares en una empresa francesa, de la que se quería obtener combustible nuclear, pero hasta el momento no se ha recibido nada. Cita igualmente el ejemplo del reactor de Busher, indicando que Alemania suspendió la construcción de dicho reactor cuando se produjo la revolución y que incluso los rusos, que retomaron luego los trabajos, no lo han puesto aún en funcionamiento.

Finalmente, afirma que en la década del 80 se negoció durante 7 años infructuosamente con la OIEA sobre el suministro de combustible nuclear. "Ello constituyó una clara señal para Irán y otros países en cuanto a que no se deben fiar de compromisos de suministros de material nuclear o depender de ellos". En este contexto, señala que los programas de enriquecimiento de uranio se iniciaron cuando el país recibió el claro mensaje de que tendría que valerse por sí mismo para asegurarse de contar con un abastecimiento sostenido de combustible nuclear.

¿Abandono europeo?

Soltanieh se queja, por su parte, de que también los europeos dieron la espalda a Irán. "Nos ofrecieron ayuda en algunas actividades y repuestos para aviones de pasajeros, si a cambio olvidábamos todas nuestras actividades nucleares, lo cual es imposible", afirma. Agrega que en el curso de las negociaciones las exigencias fueron aumentando continuamente y en ningún momento se aceptó lo que, de acuerdo con los estatutos de la OIEA y el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares está claro: que Irán tiene derecho a investigar en el campo atómico y también a enriquecer uranio.

Pese a todo, el embajador iraní afirma que su país está dispuesto a negociar y exhortó principalmente a los europeos a buscar cuanto antes una solución negociada al problema, sin condiciones previas, asegurando que Irán está dispuesto a llegar a acuerdos para garantizar que todas sus actividades nucleares "sirven sólo a fines pacíficos".