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Irán: valioso tiempo desperdiciado

mb23 de agosto de 2006

Estados Unidos calificó de insuficiente la respuesta de Irán a la oferta internacional de incentivos económicos y técnicos, a cambio de que desista del enriquecimiento de Uranio.

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Central nuclear de Natanz en Irán a la cual no se permite el accesoImagen: AP

La respuesta iraní no cumple las demandas del Consejo de Seguridad de la ONU, en cuanto al cese absoluto y verificable de todas las actividades ligadas al enriquecimiento de uranio, según la escueta primera reacción oficial de Estados Unidos al mensaje entregado en la víspera por Teherán. Ahora, Washington se dispone a analizar con otros países los próximos pasos a dar.

En otros rincones del mundo, las reacciones tampoco han sido muy novedosas. Mientras China remarca la necesidad del diálogo, Rusia declaró que sigue siendo partidaria de una solución política, que sigue buscando con "sus compañeros en el sexteto". Ligeramente más explícita ha sido Francia: "Una vuelta a la mesa de negociaciones está vinculada necesariamente a un cese del enriquecimiento de uranio".

Según ciertos comentaristas, a quien no se atiene a las reglas, se lo proscribe o se lo echa del juego. Ésta es la impresión que Estados Unidos intenta dar desde hace ya tiempo en el contencioso atómico con Irán y tanto para los estadounidenses como para, entretanto, muchos europeos está claro que Irán juega con cartas marcadas. Y por ello no merece confianza; por lo contrario, debe ser castigado. Aunque hasta ahora no se conozcan detalles de la respuesta iraní del 22 de agosto, se inculpará a Teherán, porque no hace lo que se espera de él.

Las supuestas armas atómicas

Hay que dejar claro, sin embargo, que tanto a Washington como a Europa hay que reprocharles que hayan cambiado las reglas del juego a su antojo para poner bajo presión a Irán. Así, el embajador norteamericano ante Naciones Unidas, John Bolten, anunció que Teherán incumplía el Tratado de No Proliferación de Armas Atómicas y debía ponérsele freno. Esto se asume a rajatabla, aunque exactamente ahí radica el punto de inflexión en el contencioso con Irán.

Desde hace años, Irán cumple con los requisitos del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. Pero ni Washington, ni Jerusalén y entretanto tampoco Bruselas quieren creérselo. ¿Un Estado tan rico en petróleo está interesado en la energía atómica? Tras ello debe haber, sin duda alguna, la intención de producir armas atómicas. Ésta es una tesis que se acepta fácilmente, pues desde hace años es evidente cómo Teherán pretende siempre ganar tiempo en vez de buscar una solución. La respuesta iraní del 22 de agosto es otro de esos intentos.

En la interpretación está el quid

Sin embargo, ni la respuesta ni la táctica dilatoria iraní son en sí mismas pruebas de las supuestas intenciones de desarrollar armamento atómico. No existen tales pruebas. Por eso mejor hubiese sido, que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas hubiese acordado un procedimiento conciliatorio, que no hubiese puesto un ultimátum y que no hubiese amenazado a Irán. Con ello sólo se fortalece la línea dura de Teherán, se complica el camino hacia un acuerdo y, además, se pone en tela de juicio el mismo Tratado de No Proliferación de Armas Atómicas. Pues, ¿qué valor tiene un acuerdo de esa naturaleza si las reglas que contiene pueden ser interpretadas como dé la gana?

Responsabilidad compartida

La falta de avance en el conflicto con Irán no puede ser achacada, entonces, a un solo lado. El Consejo de Seguridad y Alemania han seguido bastante dócilmente el curso determinado por Estados Unidos y han olvidado con ello ciertos principios básicos de la política y la diplomacia. E Irán retarda las cosas, no da respuestas claras y no se afana mucho por no nutrir la desconfianza que se ha ganado en la comunidad internacional.

Con todo, si Teherán está dispuesto a volver ahora mismo a la mesa de negociaciones no queda más que aceptarlo. Una respuesta de este tipo, sin embargo, podría haber sido dada por Irán hace ya tres meses. Entretanto se ha perdido mucho y valioso tiempo. Y ahora el análisis del "sexteto" también se hace esperar.