La batalla por los recursos minerales de Groenlandia
13 de abril de 2021Naasu Lund, agricultora de tercera generación, inspecciona sus tierras. El silencio solo es interrumpido por un viento feroz y el balido de las ovejas que pastan. Su granja, situada cerca de la ciudad de Narsaq, en el sur de Groenlandia, se encuentra a tan solo siete kilómetros de un proyecto de mina de uranio y tierras raras.
Lund teme que la naturaleza circundante y los alrededores de su granja, que también acoge a turistas esperando disfrutar del paisaje virgen de Groenlandia, estén en peligro. De momento puede respirar aliviada. El proyecto minero se ha detenido por ahora.
"Somos guardianes de esta tierra y nos consideramos parte de la naturaleza”, dice Lund. Y añade: "Ahora tenemos la oportunidad de desarrollarla de la manera que consideramos justa”.
Oposición a la mina reportó éxito electoral
La reciente campaña electoral en Groenlandia giró en torno a la propuesta de la mina Kvanefjeld. Se podría decir que la disputa por la mina derribó al partido Siumut de su trono gubernamental. El partido ha estado en el poder casi de forma ininterrumpida desde 1979, cuando el país obtuvo la autonomía de Dinamarca y apoyó el proyecto minero.
Ahora, el partido independentista Inuit Ataqatigiit (IA) es el mayor partido de Groenlandia, tras presentar una plataforma verde y antiminera. Ha prometido que el proyecto de Kvanefjeld no saldrá adelante, aunque primero debe entrar en negociaciones de coalición con otros partidos, incluido Siumut.
La controversia sobre la mina revela una división en la isla sobre el equilibrio entre el futuro desarrollo económico y la protección del prístino medioambiente del Ártico. En los últimos meses, se ha acentuado el debate a medida que el calentamiento global derrite la capa de hielo de Groenlandia, dejando al descubierto ricos depósitos de petróleo, gas y minerales, que están atrayendo el interés internacional de países como China y Estados Unidos.
"Las tierras raras interesan a muchos países, pero China tiene el monopolio de la tecnología y los trabajadores cualificados necesarios para los procesos de extracción”, explica Jesper Willaing Zeuthen, profesor asociado de la Universidad de Aalborg en Copenhague y experto en las relaciones entre el Ártico y China.
Medioambiente frente a desarrollo
Kvanefjeld alberga uno de los mayores yacimientos del mundo de tierras raras sin explotar fuera de China. Diecisiete elementos químicos, entre ellos el escandio y el itrio, enterrados en el subsuelo, se utilizan en todo tipo de productos, desde teléfonos móviles y turbinas eólicas hasta coches eléctricos. Los partidarios de la minería afirman que su explotación supondría un gran impulso económico para Groenlandia.
Greenland Minerals Limited (GML), la empresa australiana que desarrolla la mina de Kvanefjeld, prevé que el país recibirá 240 millones de dólares (201 millones de euros) en impuestos y cánones anuales durante los 37 años de vida útil previstos para la mina. El mayor accionista de GML es Shenghe Resources Holding, una empresa china de procesamiento de tierras raras vinculada al gobierno chino.
Para una economía que depende en gran medida de la pesca, el turismo y una subvención anual de 600 millones de dólares de Dinamarca, la explotación de los recursos se ve como una forma de engrosar las arcas del gobierno y proporcionar un camino hacia la independencia. Las encuestas muestran un amplio apoyo a la secesión de Dinamarca. Un sondeo, realizado en 2019 por investigadores de la Universidad de Copenhague, encontró que alrededor del 67 por ciento de los adultos apoyaban una Groenlandia independiente en el futuro.
"No es seguro que el proyecto de la mina de Kvanefjeld no se vaya a realizar nunca”, explica Mikaa Mered, profesor de asuntos árticos en la Escuela de Estudios Superiores de Comercio HEC de París. "Si el partido Siumut vuelve al poder en el futuro, la lucha por la independencia podría seguir jugándose a través de las minas de uranio”.
Pero los opositores a Kvanefjeld sostienen que los argumentos económicos son exagerados. Argumentan que no traerá puestos de trabajo porque en la isla de 56.000 habitantes no existe la experiencia para desarrollar la extracción y el procesamiento de minerales de tierras raras. Además, sostienen que se subestima la amenaza potencial para el prístino ecosistema de la isla.
"Normalmente, la población local no gana dinero con las minas, como se prometió al principio, pero después de la extracción se quedan con una tierra contaminada”, critica Mariane Paviasen, diputada de IA en Narsaq, que lleva haciendo campaña contra la mina desde 2013 e informa sobre proyectos similares en todo el mundo.
La población de Narsaq, mayoritariamente inuit, teme que el polvo de uranio y otros subproductos radiactivos puedan ser arrastrados por el paisaje durante la explotación. La población local y los ecologistas, entre ellos Amigos de la Tierra Dinamarca, temen por la contaminación del suelo, del agua y de la vida marina a causa de los residuos mineros. La pesca es una de las principales industrias de la ciudad.
"Nuestra vida depende del mar”, afirma Ole Jorgen Davidsen, pescador y miembro de la asociación de pescadores de Groenlandia KNAPK. "Nuestro patrimonio cultural, nuestra economía e incluso nuestro tiempo libre están ligados a la naturaleza donde vivimos. La pesca es el medio de vida de la mayoría de las familias de aquí”, relata.
GML se negó a comentar el resultado electoral y lo que podría significar para el proyecto. Antes de la elecciones, la empresa dijo a DW que había realizado sólidas evaluaciones de seguridad y medioambientales.
"GML ha recurrido a expertos mundiales en todas las posibles áreas de riesgo medioambiental del proyecto para determinar los impactos”, afirmó Jorn Skov Nielsen, director general ejecutivo de la empresa.
¿Un camino verde hacia la independencia?
Para Lill Rastad Bjorst, profesora asociada de ciencias sociales de la Universidad de Aalborg, el éxito electoral de Inuit Ataqatigiit es un indicio de la importancia del medioambiente para la identidad de los groenlandeses y de la huella que dejó en las comunidades inuit la colonización danesa del país. El 88 por ciento de la población de la isla es inuit o danesa-inuit.
Bjorst lleva trabajando con la comunidad de Narsaq desde 2013 y afirma que los lugareños se sienten como "espectadores de un proyecto de desarrollo”. Al igual que las comunidades inuit en los 300 años de progreso del país bajo dominio directo danés, que se extendió desde principios del siglo XVIII hasta 1979.
El partido IA quiere lograr la independencia de Groenlandia, según su propia declaración, haciendo avanzar la economía del país, pero también mejorando las condiciones de vida con "respeto al medioambiente”. Esto podría incluir, según Mariane Paviansen, de IA, la mejora de la producción agrícola en casa "para reducir nuestra huella ecológica ligada al transporte y buscar vías alternativas a la independencia”. El país depende ahora en gran medida de la importación de alimentos.
Aun así, las encuestas de los medios de comunicación locales previas a las elecciones mostraron que, si bien el 63 por ciento de los encuestados se oponía al proyecto minero de Kvanefjeld, solo el 29 por ciento estaba en contra de la minería en general. Y a medida que los recursos naturales de Groenlandia sean más accesibles y atraigan más el interés internacional debido al cambio climático, los groenlandeses tendrán que seguir buscando el equilibrio entre el desarrollo económico y la protección del medioambiente.
"El partido Inuit Ataqatigiit no quiere la extracción de uranio, pero no ha descartado las actividades mineras relacionadas con el zinc y el oro”, dice Mikaa Mered. "Esto puede formar parte del plan de desarrollo de Groenlandia, que aún no ha sido presentado por el partido”, concluye.
(ar/ers)