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La crisis venezolana en una palabra

22 de mayo de 2017

¿Cómo es percibida la crisis venezolana desde Bruselas y Berlín? ¿Qué les impide a la UE y a Alemania tildar de dictadura al Gobierno de Nicolás Maduro? DW habló con dos politólogos alemanes.

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Venezuela Militärparade Unabhängigkeitstag Nicolas Maduro
En primer plano, Nicolás Maduro, el “hombre fuerte” de Caracas.Imagen: Reuters/C.G. Rawlins

La última vez que la Unión Europea (UE) se pronunció sobre la crisis político-institucional de Venezuela fue hace apenas una semana, el pasado 15 de mayo, cuando los ministros de Exteriores del bloque instaron tanto al Gobierno de Nicolás Maduro como a sus opositores a prescindir de la violencia para resolver sus diferencias. Aunque el emisario de España, Alfonso Dastis, aseguró que Bruselas elevaría el tono si no cesaban los enfrentamientos entre chavistas y antichavistas, su llamado parece haber caído en oídos sordos.

 

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Desdentada e incoherente luce la política de la UE para Venezuela, que no contempla sanciones para los funcionarios del Ejecutivo de Maduro, ni debates frecuentes sobre el naufragio de una democracia que atrajo a tantos europeos, pero sí negociaciones para impulsar el comercio bilateral y la inversión en el país caribeño, como si el bloque comunitario desconociera el peligro de darle oxígeno a un régimen que está reñido desde hace mucho con el Estado de derecho. Pero, ¿qué hay de Alemania?

Berlín fue más contundente al condenar "la violencia como recurso de enfrentamiento político" en Venezuela; pero eso fue ya hace un mes y la sangre no ha parado de correr. "Al Gobierno venezolano le cabe la especial responsabilidad de garantizar el derecho a la manifestación pacífica y de evitar actos de violencia contra las protestas", señaló un comunicado emitido el 20 de abril por el Ministerio de Exteriores germano; allí también se exhortó a Maduro a cumplir la palabra que rompió tras sentarse a dialogar con la oposición en 2016.

Un término controvertido

En todo momento, tanto la UE como Alemania se refieren al "presidente Maduro”. ¿Qué les impide describir al establishment chavista como una dictadura? A juicio de Wolfgang Muno, "tachar a un Gobierno de dictadura no sirve de nada. Eso sólo consigue dificultar el diálogo y la cooperación con el Gobierno en cuestión; la comunidad internacional no puede, de la nada, establecer relaciones diplomáticas con la oposición. Lo que se quiere es evitar tener que tratar con Venezuela como se trata actualmente con Corea del Norte".

Muno, profesor en el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia, alega que, aunque Maduro sigue tratando de mantener en pie su fachada de demócrata –convocando a una Asamblea Constituyente, jurando que los poderes públicos son independientes y usando argumentos legales para justificar la restricción de las prerrogativas del Parlamento–, no hay duda de que en Venezuela se ha instaurado una dictadura. "Pero sólo los politólogos podemos decir eso sin consecuencias", subraya.

Venezolanos protestan en Alemania

"Cuando los políticos lo hacen terminan causando problemas diplomáticos nada desestimables. No obstante, insisto: ¿qué alternativas ofrece catalogar oficialmente a Venezuela como una dictadura? Europa, en general, y Alemania, en particular, podrían imponer sanciones económicas; pero no sin coordinar esa acción con la Organización de Estados Americanos (OEA), de la cual Venezuela se acaba de separar", comenta el experto. Thomas Fischer, en tanto, señala que el prurito en torno al uso de la voz "dictadura” tiene historia.

Desconcierto paralizante

"El término ‘dictadura' es controvertido no solamente en términos jurídicos y académicos, sino también en el discurso público. Eso se debe a las incidencias de la historia reciente de Alemania y Europa, y a la narrativa que enfrenta al mundo occidental supuestamente libre y democrático contra el comunista tachado de totalitario. Eso complica el acto aparentemente sencillo de colgarle la etiqueta ‘dictadura' a todo régimen que se comporte como una", dice Fischer, director del Instituto Central de Estudios Latinoamericanos (ZILAS).

"Por otro lado, puede que la renuencia a hablar abiertamente de dictadura en el caso de Venezuela se deba a que el Derecho comunitario contiene cláusulas que buscan fomentar la democracia en el mundo y que demandan posicionamientos claros o acciones concretas de cara a regímenes autocráticos", agrega Fischer, dejando en el aire la impresión de que los europeos se abstienen de tildar a Maduro de dictador por no saber qué hacer –o no querer hacer lo que se debe– frente a una crisis como la venezolana.

"La comunidad internacional siempre puede hacer algo frente a una dictadura; pero, en el caso venezolano, los costos de inmiscuirse serían extremadamente elevados porque hay demasiadas variables por considerar. Ese temor a las consecuencias de la toma de medidas drásticas es paralizante", arguye el especialista del ZILAS, adscrito a la Universidad Católica de Eichstätt-Ingolstadt. Cabe preguntar si no es menos costoso intervenir ahora que hacerlo más adelante, cuando la situación empeore, como lo auguran los sucesos más recientes.

“Venezuela no le es ajena a la prensa alemana”

"Quizás sí", concede Fischer. "Pero, ¿cómo? Los más afectados por el desbordamiento de la crisis venezolana son los vecinos directos del país, Colombia y Brasil, que ya acogen a muchos refugiados venezolanos, y tampoco ellos saben cómo reaccionar". Aunque retrata a Alemania y a la UE como si estuvieran de brazos cruzados, el investigador del ZILAS niega que, a estas alturas, el Viejo Continente desconozca la gravedad de lo que ocurre en el país latinoamericano.

"Cuando los medios alemanes cubren el acontecer venezolano queda claro que es difícil reportar desde el lugar de los hechos. La audiencia alemana ya ha leído sobre la obstrucción de la labor de los periodistas locales y extranjeros, sobre cómo son agredidos los unos y deportados los otros; ha visto cómo se restringen las libertades de expresión, de reunión y de manifestación, y cómo los paramilitares armados por el Gobierno agreden a quienes protestan en las calles; ha oído hablar sobre los mecanismos y las ficciones a las que recurre diariamente el oficialismo para evitar que la población vaya a las urnas… nada de eso le es ajeno a la prensa alemana. Pero si tuviera que resumir en una palabra lo que Venezuela representa para los alemanes, yo usaría la palabra ‘tragedia’. Y eso implica que nadie en Alemania sabe qué puede hacer para rescatar a ese país. Los venezolanos tendrán que rescatarse a sí mismos para poder ser apoyados desde fuera", lamenta Fischer.