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"La de Guatemala es una sociedad patriarcal"

Martin Reischke (EL)6 de enero de 2016

Más de la mitad de la población guatemalteca la componen niñas y mujeres. Sin embargo, ellas están subrepresentadas o ausentes en cargos de poder. Una de las razones primordiales es el machismo y la misoginia.

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Imagen: Getty Images/AFP/J. Ordonez

Durante la campaña electoral, hubo muchas críticas por sus chistes racistas y machistas hechos por el actual presidentew, Jimmy Morales. Sin embargo, ganó las elecciones con amplia ventaja. “Las bromas de Morales no respetan ni la inteligencia ni la identidad de la población guatemalteca”, opina la antropóloga y feminista Ana María Cofiño. “No está diciendo que la mujer es prostituta, pero ponerla como tonta es el peor de los insultos”. Entonces, ¿de dónde viene su fenomenal ascenso político? Cofiño tiene la respuesta: “Jimmy Morales es el típico ladino, porque la idiosincrasia guatemalteca es racista, machista y sumisa.”

Sin embargo, puede que un presidente que hace malas bromas sea el problema más pequeño de las mujeres en Guatemala. “Vivimos en una sociedad patriarcal que se resiste a reconocer y respetar los derechos humanos de las mujeres”, dice la Fiscal General, Thelma Aldana, en entrevista con DW. “El delito más denunciado en Guatemala es la violencia contra la mujer”, afirma. La tasa de muertes violentas de mujeres ha oscilado entre 9 y 12 por cada 100,000 mujeres durante los últimos diez años – una de las más altas del mundo.

El presidente Jimmy Morales (al centro) ha hecho bromas pasadas de tono contra las mujeres
El presidente Jimmy Morales (al centro) ha hecho bromas pasadas de tono contra las mujeresImagen: Reuters/J. Cabezas

En lo legal, sí ha habido avances. En 2008, el Congreso aprobó la Ley contra el Feminicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer en Guatemala. Y durante el mandato de Claudia Paz y Paz, la antecesora de Thelma Aldana en el cargo de Fiscal General, se crearon cortes especializadas para atender de una forma más rápida e integral a mujeres víctimas de la violencia.

Sin embargo, aparte de la lucha jurídica hay que cambiar el pensamiento patriarcal y machista de una sociedad entera–un reto muy grande, como lo vivió la ex-Fiscal General Paz y Paz en carne propia. “Los medios de comunicación se la comieron por la misoginia clásica de !Qué pelo! !Uy, parece leona! !Qué mal vestida!, poco mujercita”, cuenta la abogada María Eugenia Solís García. “Claudia Paz y Paz transgredía la clásica feminidad que se espera de un puesto”.

Que a las mujeres se les juzgue de una forma diferente que a los hombres cuando se postulan para un cargo de poder, experimentó también Sandra Torres. La ex-candidata presidencial del partido Unidad Nacional de la Esperanza llegó a ser odiada por los medios de comunicación por su liderazgo y carácter fuerte. “En Guatemala, la misoginia se muestra cuando una mujer es ejecutiva o líder, se le dice mandona – es una expresión sumamente descalificadora, a un hombre nunca se le dice mandón cuando muestra dotes de líder o es ejecutivo que conduce”, opina Solís García. “Es más para las mujeres, y es un rasgo misógino, no estamos para mandar, estamos trasgrediendo el mandato de sumisión”.

La ex-candidata presidencial Sandra Torres
La ex-candidata presidencial Sandra TorresImagen: Reuters/J. Decavele

Las malas bromas, la violencia y el clásico rol femenino: La misoginia y el machismo está en todos los rincones de la sociedad guatemalteca, también en el Congreso de la República. En el órgano que debería representar a todos los guatemaltecos y guatemaltecas, sólo 20 de 158 diputados son mujeres – una tasa que apenas llega a un 13 por ciento.

Una de ellas es Sandra Morán, una lideresa feminista con una larga trayectoria en los movimientos sociales y feministas del país. Que ella haya llegado el Congreso es un gran avance en el ámbito político de Guatemala, dado que es la primera diputada abiertamente lesbiana en la historia del país. “Ella va a levantar los derechos de las preferencias sexuales y afectivas que en este país son una bomba, pero hay que ponerla”, dice Solís García. “El compromiso es que ella está adentro, pero nosotras estamos afuera para ir combinando el poder político adentro y la presión afuera”. En un país como Guatemala, es una lucha contracorriente que apenas empieza.