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La economía brasileña se frena

Walter, Jan David Walter/ JOV27 de julio de 2012

Pronósticos de crecimiento pesimistas, menos plazas nuevas de trabajo y una reducción de la recaudación de impuestos: muchos problemas de Brasil radican en estructuras que urgen ser reformadas.

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Imagen: REUTERS

Todo iba viento en popa. La economía brasileña creció entre 2004 y 2010, en promedio, 4,5%. Incluso en los años de la recesión, 2009 y 2010, Brasil creció en un 7,5%. Pero desde el año pasado los problemas son más visibles.

El Gobierno de Dilma Rousseff tuvo que bajar, de nuevo, las perspectivas de crecimiento al 3% para 2012. Según la revista chilena América Economía, en Brasil sólo una de 10 empresas no depende del comercio de materias primas. Petrobras es el mejor ejemplo de la falta de diversificación de la economía brasileña.

La casi completa dependencia de Brasil de las materias primas es su mayor problema. El sector de materias primas elevó sus exportaciones en la primera década del siglo XXI del 26,3 al 44,6 por ciento. A pesar de que el comercio exterior se cuadriplicó en el mismo tiempo, “los productos industriales de Brasil perdieron competitividad”, apunta

Federico Foders, del Instituto de Economía Mundial, con sede en Kiel. Rogério de Souza, economista del Instituto de Estudos para o Desenvolvimento da Indústria (IEDI) es más claro: “A la industria brasileña le falta competitividad”.

Males mayores están por dentro

La pérdida de competividad de la economía brasileña se le atribuye también a causas externas. Según Yesko Quiroga, director de la Fundación Friedrich-Ebert de São Paulo, “Brasil sufre fuertes distorsiones del cambio de moneda frente al dólar y, sobre todo, frente al Yuan”. Es más, las altas barreras aduaneras golpean tanto a los productores brasileños que ya temen incluso pérdidas en el mercado doméstico.

Planta de la empresa Arcelor SA, en Belgo Juiz de Fora.
Planta de la empresa Arcelor SA, en Belgo Juiz de Fora.Imagen: AP

Aparte de los males cíclicos que pueden aquejar a toda economía, se suma la saturación del mercado chino de minerales de hierro, el principal para Brasil.

Pero las mayores deficiencias de la economía brasileña son internas. Durante muchos años el Gobierno nacional protegió con altas tarifas aduaneras a sus empresarios que no vieron la necesidad de invertir para modernizar la producción.

Compitiendo se mejora

A la falta de innovación se agregan los altos costos salariales y de financiación, así como la burocracia. Aquí Brasil está en especial desventaja con China. De Souza emite un claro juicio: “Brasil es demasiado caro para producir. La deficiente infraestructura y la pesada carga tributaria disparan los costos”.

Pero a cambio de bajar los costos institucionales, el Gobierno de Roussef trata de combatir la debilidad de su economía bajando los intereses y promoviendo las inversiones. Un campo para el que a Brasil le falta el dinero, según Federico Foders; quien concluye que la deuda bruta brasileña, de cerca del 50%, “es muy alta para un país emergente”. Por último, si Brasil no quiere perder más terreno, debe abrir sus fronteras porque sólo la competencia eleva la eficiencia.

Autor: Walter, Jan David Walter/ JOV

Editor: Enrique López