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La economía le puede costar la reelección a Rousseff

Autor: Jan Walter (PK)21 de octubre de 2014

Cuestiones económicas pueden decidir las elecciones en Brasil: Dilma Rousseff y Aécio Neves tienen en numerosos temas posiciones contrarias.

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Brasilien Präsident Wahlen Wahlkampf Fernsehduell Dilma Rousseff und Aecio Neves
Imagen: Reuters/P. Whitaker

Los candidatos se espetaron mutuamente durante semanas acusaciones de corrupción, nepotismo y mentiras. La población lo comenta con el dicho: “un puerco habla sobre un sucio”. Por eso, esos debates no decidirán la elección, opina la politóloga Susanne Gratius, del think tank FRIDE, de Madrid. Y agrega. “La corrupción es parte del sistema, los candidatos poco pueden hacer para cambiarlo y eso lo saben los brasileños”.

Por eso muchos siguieron agradecidos el debate televisivo pocos días antes del balotaje, el 26 de octubre, en el que Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores, en el Gobierno, y el candidato de la oposición, Aécio Neves, del socialdemócrata PSDB, volvieron a hablar sobre otros temas.

El tema número uno hoy por hoy es el desarrollo económico. El PIB de Brasil se contrajo en los primeros seis meses de 2014. La agencia de rating Moody‘s pronostica para este año un crecimiento económico de menos del 1%.

Si bien la desocupación aún se mantiene relativamente baja (5%), la inflación, de un 6,3%, tiene un gran impacto, ya que afecta sobre todo a los bienes de consumo diario y crea problemas a los sectores de menores ingresos. Y eso le puede costar al Gobierno numerosos votos.

La economía es también un tema interesante porque es el área en la que ambos candidatos realmente se diferencian: nadie pone en tela de juicio los programas sociales, menos todavía luego de las protestas masivas de 2013, en las que se exigieron mejoras en infraestructura, salud y educación.

El problema de la inflación

Las diferencias se registran en cuanto a cómo: ambos candidatos quieren vender al mejor postor concesiones, por ejemplo, para aeropuertos y carreteras. Pero Rousseff quiere que las construcciones sean financiadas con créditos de bancos públicos, mientras que Neves preferiría más inversiones privadas.

Ese podría ser el enfoque más prometedor, ya que el escaso crecimiento económico hace caer también la recaudación impositiva: desde 2010, la nueva deuda anual pública de Brasil pasará de un 1,4 por ciento del BIP a probablemente un 4,5 por ciento a fines de 2014.

Neves quiere una mayor inversión privada también en el sector petrolero. Aboga por una revisión del remate de las licencias de octubre de 2013. Entonces, el Gobierno había reservado al grupo semiestatal Petrobras una participación del 30 por ciento. Al final fueron 40 por ciento, porque casi ninguna otra empresa manifestó interés, lo que fue en detrimento de la economía brasileña, ya que las licencias se concedieron al precio mínimo exigido por el Estado.

Otra diferencia es que Neves quiere que el Banco Central no deje pasar la inflación del 4,5%, mientras que Rousseff está dispuesta a aceptar que llegue al 6,5%, para reducir el peligro de un aumento de la desocupación.

Ese peligro es real, pero Neves prefiere combatirlo con una simplificación de los impuestos al valor agregado, tan complicados en Brasil que inmediatamente se los relaciona con corrupción, déficits de infraestructura y barreras al comercio, lo que frena las inversiones extranjeras. En efecto, Rousseff ha hecho poco en ese sentido en sus cuatro años de gobierno.

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Licencias para extraer petróleo: al precio mínimo.Imagen: Getty Images/Afp/Ari Versiani

Mercosur sí, Mercosur no

Eso puede deberse a que Rousseff no desea firmar tratados comerciales bilaterales, por ejemplo con la UE, sino en el marco del Mercosur. Las negociaciones de libre comercio entre el Mercosur y la UE fracasaron, sin embargo, ya a fines de los años 90. Ahora reina incluso dentro del mismo Mercosur una inextricable maraña de tasas aduaneras y limitaciones de importación. Por ello Neves llegó incluso a proponer la disolución del Mercosur, porque ve a Brasil en el futuro como parte de la economía internacional junto con EE. UU. y la Unión Europea.

Son diferencias fundamentales en los enfoques económicos de los dos candidatos las que, por lo tanto, van a decidir las elecciones. Y, como ya lo advirtió la agencia de rating Moody's tres días después de la primera vuelta: el crédito internacional de Brasil no depende del resultado de las elecciones, sino de cuán exitosamente logra combatir el próximo Gobierno las actuales tendencias recesivas en el país.