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La “gran coalición” alemana, de puertas afuera

Christoph Hasselbach | Michaela Küfner
13 de marzo de 2019

Fuera de Alemania, el primer año del nuevo Gobierno de coalición de Angela Merkel ha sido muy movido. Christoph Hasselbach y Michaela Küfner analizan sus logros y desafíos más grandes en materia de política exterior.

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Frankreich 2018 Gedenken Ende Erster Weltkrieg | Trump, Merkel & Macron
Imagen: Getty Images/AFP/B. Tessier

Francia y la Unión Europea

El título del contrato firmado por la Unión Demócrata Cristiana (CDU), la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) para formar una coalición de Gobierno liderada por Angela Merkel es “Un nuevo impulso para Europa”. Sin embargo, el empujón que se le ha dado al bloque comunitario ha sido muy débil. Desde París se han hecho propuestas de reformación ambiciosas, pero éstas no han contado con el respaldo de Berlín. Aunque el presidente galo Emmanuel Macron y Merkel suscribieron un nuevo Tratado del Elíseo, Alemania refuta la demanda francesa de acentuar el centralismo en la Unión Europea, la colectivización de las deudas, la europeización del sistema social y del sueldo mínimo, una cooperación militar más estrecha, incluso en materia de exportación de armas. La posible sucesora de Merkel en la jefatura del Ejecutivo germano, Annegret Kramp-Karrenbauer, llegó al punto de exigir que el Parlamento Europeo deje de sesionar en Estrasburgo y que Francia le ceda su asiento permanente en el Consejo de Seguridad a la UE.

Europa Central y Oriental

Alemania tiene problemas crecientes con varios vecinos, sobre todo en lo que concierne a la migración. Los integrantes del Grupo de Visegrado (Eslovaquia, Hungría, Polonia y la República Checa) siguen negándose a aceptar una redistribución de los refugiados acogidos en la UE. El autoritarismo de los Gobiernos de Polonia y Hungría se acentúa. Berlín tenía planeado restringir o liberar la transferencia de recursos económicos comunitarios a esas naciones dependiendo de su grado de apego al Estado de derecho, pero de momento no se oye decir nada sobre esa medida; al parecer, el Ejecutivo de Merkel no quiere arriesgarse a hacer nada que pueda darles ventaja a los populistas de derecha en las elecciones europeas de mayo. Alemania también se mueve con cautela de cara a Moscú: quiere tener un vínculo saludable con el Kremlin para poder seguir mediando en el conflicto ruso-ucraniano y ver culminadas las obras del gasoducto Nord Stream 2, cuyo propósito es suministrar gas natural ruso a Europa Occidental por el fondo del Mar Báltico.

UN-Konferenz zum Migrationspakt Merkel  El Othmani
Merkel almorzando con el jefe de Gobierno de Marruecos, Saad Eddine El Othmani. (9.12.2018)Imagen: picture-alliance/dpa/M. Kappeler

África

El lema de la “gran coalición” alemana en lo que respecta a su política para África es “luchar contra las causas de la emigración masiva”. Merkel visitó Senegal, Ghana, Nigeria, Argelia y Marruecos, donde defendió el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular de la ONU alegando que la migración legal fomenta la prosperidad. Su Gobierno está apostando a proyectos multimillonarios de cooperación para el desarrollo y a la intensificación de la presencia de empresarios alemanes en los países africanos. Berlín también ha robustecido su política de seguridad para ese continente, como en Mali, por ejemplo, pero Merkel ha dejado claro que esas medidas no servirán de nada “si las naciones africanas no tienen perspectivas económicas”.

América y Asia

Aunque el Gobierno alemán no deja de destacar lo importante que es su nexo con Estados Unidos, el comportamiento impredecible de su presidente, Donald Trump, ha obligado a Berlín a expandir su margen de maniobra para ser más independiente de Washington. El hecho de que Trump renegara del acuerdo nuclear firmado con Irán por las potencias del mundo hizo sonar la alarma. En el plano comercial, se pudo evitar una guerra arancelaria transatlántica, pero no se sabe por cuánto tiempo… Pero, ¿y qué hay de Asia? La política de Alemania para ese continente es, prácticamente, una política para China. Merkel viajó a Japón con motivo de la entrada en vigor del tratado de libre comercio bilateral, pero los ojos de Berlín están puestos sobre el proyecto de la nueva Ruta de la Seda; no está claro si Pekín permitirá que existan condiciones de inversión equitativas. La seguridad estratégica de la alta tecnología china es el nuevo gran tópico para Alemania, donde la ampliación de la red de telefonía móvil G5 –posiblemente a manos de la empresa china Huawei– está por empezar.

(erc/elm)

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